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George Lucas y la historia detrás de La Fuerza

Una conversación con el escritor y director, quien revela la voz detrás de DarthVader, la razón por la que los robots necesitan amor y de dónde vienen los wookies (justo después del lanzamiento de Star Wars en 1977)

Por  PAUL SCANLON

mayo 25, 2017

Con la inminente llegada del séptimo episodio, George Lucas se mantiene en la cima.

Cortesía George Lucas

Una soleada tarde de primavera de 1976, un viejo amigo y algunos fanáticos del cine me llevaron a su discreta guarida en California. Era el cuartel general de Industrial Light and Magic, una organización de jóvenes técnicos cargados con la responsabilidad de crear los efectos visuales para Star Wars la fantasía espacial de 9,5 millones de dólares del director y escritor George Lucas.

Lucas y la unidad principal habían iniciado el rodaje en Túnez, pero la actividad alrededor de IL&M en ese momento era tan intensa que parecía que faltaran días para el estreno. Los modeladores trabajaban duro dando los últimos toques a las miniaturas espaciales, un equipo de animadores trabajaba en prototipos de efectos, la gente de explosivos se preocupaba por las pruebas de cámara siguientes y todos estaban pendientes de la cámara que John Dykstra y su equipo habían construido —desde cero— para rodar las secuencias espaciales.

Dykstra, el supervisor de efectos especiales fotográficos, que había trabajado previamente con Douglas Trumbull en 2001: Una odisea del espacio, nos llevó arriba a una improvisada sala de proyección, decorada con sillas y un par de sofás viejos. Uno de los animadores había completado una serie de disparos láser y los presentaba para la aprobación de Dykstra. La habitación se oscureció y vimos las luces láser encender la pantalla. Los mejores fueron celebrados con aplausos, las espectaculares con gritos de sorpresa.

Luego estuvimos dando una mirada a los storyboards, una batalla planeada cuadro a cuadro en la que una gran criatura peluda con enormes dientes manejaba una nave. ¿Qué es eso? Preguntamos al dibujante: “Un wookie, por supuesto”, contestó y se fue caminando sin darnos mayores explicaciones.

Cuando visitamos el set en Londres, más tarde en esa primavera había bajado la efervescencia pero no el ritmo. Era ciertamente impresionante: las ocho salas de EMI en Els Tree Studio estaban al servicio de Star Wars, y aunque todo se veía dentro del cronograma, Lucas estaba preocupado por los cuestionamientos de los actores hacia algunos de sus diálogos. Los robots no lucían bien. Una secuencia completa con Peter Cuching debería ser filmada de nuevo, seguían haciendo revisiones del guion, el personaje de Alec Guiness iba a ser eliminado dos tercios antes de lo que había sido pensado, y el estudio aún no lo sabía. Además el grupo de trabajadores ingleses trabajaba estrictamente ocho horas haciendo dos pausas obligatorias para tomar el té.

En su casa en San Anselmo, más tarde durante ese verano, George y el productor Gary Kurtz se veían más preocupados. El estudio exigía un primer corte, y los efectos especiales estaban completos en tan solo un tercio de lo esperado. Los robots lucían peor, la musicalización no estaba lista y había problemas con la iluminación y el sonido.

De alguna manera, y básicamente trabajando a marchas forzadas, todo tomó forma. Una semana antes del estreno no había una sola copia de la película. George y la gente de sonido seguían reproduciendo efectos para la versión de 70 milímetros hasta el último minuto.

La historia del héroe intergaláctico tenía algo de Buck Rogers, Flash Gordon, por supuesto Tolkien, El príncipe valiente, El mago de Oz, Boy’s Life y de todas las grandes películas del oeste que se hayan hecho. Lo que separa a Star Wars de sus predecesores son 365 tomas de efectos especiales y la extraordinaria imaginación de George Lucas.

Así que aquí estamos con él. Tiene 33 años, está en su suite de un hotel con vista al Central Park. Está en la ciudad para la premier de la película de su amigo Martin Scorsesse, New York, New York, editada por su esposa Marcia (que también editó Star Wars). Algunos afuera hacen fila para ver su película, y con la tranquilidad de quien ha llegado de Hawaii, Lucas finalmente sonríe.

¿Cómo te sientes? ¿Esperabas que Star Wars despegara en esa forma?

Nunca. Esperaba que American Graffiti fuera un filme medio exitoso e hiciera tal vez 10 millones —eso sería clasificado en Hollywood como un éxito— y luego salí volando por el techo cuando se convirtió en este enorme éxito de taquilla. Entonces dijeron: “Bien, ¿cómo vas a superar eso?”. Y yo dije: “Fue una cosa de una sola vez, tuve mucha suerte”. Nunca pensé que fuera a pasar de nuevo. Después de Graffti, de hecho, estaba quebrado. Tenía deudas con todo el mundo, hice aún menos dinero con Graffiti que con THX 1138 [su primera película]. En esas dos cintas se fueron entre cuatro y cinco años de mi vida, luego de los impuestos y todo estaba viviendo con 9000 dólares al año. Fue muy afortunado que mi esposa estuviese trabajando como asistente de edición. Eso fue lo único que nos mantuvo a flote. Al final conseguí un acuerdo por muy poco dinero para desarrollar Star Wars.

¿Cuántos estudios la habían rechazado?

Dos.

¿Y luego Fox la aceptó?

Fox la aceptó, y estuvo bien porque no había ningún otro lugar al que quisiera llevarla. No sé qué hubiera hecho, tal vez aceptar un trabajo. Pero lo más desesperado que uno puede hacer es “aceptar un trabajo”. Realmente quería mantener mi integridad. Justo después de Graffiti estaba recibiendo cartas de fanáticos, chicos que decían que la película había cambiado sus vidas, y algo dentro de mí dijo: “Haz un filme para ellos”. Todo el mundo dijo: “¿De qué hablas? Estás loco”.

Había hecho Graffiti como un reto. Todo lo que había hecho hasta ese punto eran películas locas, vanguardistas y abstractas. Francis [Ford Coppola, el productor de American Graffiti] realmente me retó. “Haz algo cálido”, me dijo, “todo el mundo piensa que eres un tipo frío; todo lo que haces es ciencia ficción”. Así que hice Graffiti y luego pensé que Star Wars tenía una oportunidad de despegar. Había ido por todos los estudios por décima vez con Apocalypse Now y dijeron no, no, no. Entonces emprendí este nuevo proyecto, esta película para niños. Pensé: “Todos sabemos el desastre que hemos hecho del mundo, todos sabemos cuán equivocados estábamos con lo de Vietnam. También sabemos, como cualquier película hecha en los últimos 10 años señala, cuán terribles somos, cómo hemos arruinado el mundo y qué imbéciles somos y cuán podrido está todo”. Y pensé que lo que necesitábamos realmente era algo más positivo. Porque Graffiti señalaba que los chicos habían olvidado qué era ser un adolescente, que es ser tonto y andar detrás de las muchachas, hacer las cosas que, ya sabes, al menos yo hacía cuando era un chico.

Antes de estudiar cine y graduarme, estaba muy metido en las ciencias sociales, había leído mucho de sociología, antropología, y estaba jugando con lo que yo llamo psicología social, que es una especie de mezcla de sociología y antropología; viendo a la cultura como un organismo vivo, tratando de entender por qué hace lo que hace. De cualquier modo, me di cuenta de que los niños estaban perdidos, esa era la herencia que construimos con la guerra en los 60 y ya no estaba bien actuar de esa manera. Ahora simplemente te sentabas ahí y te drogabas. Quería preservar lo que una generación de norteamericanos pensaba sobre ser un adolescente; en un sentido estricto, de 1945 a 1962, esa generación. Había una cultura de carros determinada, un ritual de conquista determinado, fue algo que viví y que realmente amé.

Así que cuando terminé con Graffiti, me dije: “Mira, sabes que algo más ha pasado”, y empecé a acercarme a gente menor, de 10 o 12 años, quienes habían perdido algo más significativo que los adolescentes. Vi que los niños no tenían una fantasía como la que tuvimos nosotros, no tienen películas de vaqueros o de piratas, no tienen esa vida tonta de fantasía en la que nos gustaba creer, no es que realmente creyéramos en eso pero…

Pero la amábamos.

Mira, qué hubiera pasado si no hubiéramos tenido películas de John Wayne, Erroll Flynn y todas esas cosas que veíamos todo el tiempo. Quiero decir, podías ir a un cine, no solo verlo en televisión una mañana de sábado; ir a un cine, sentarte y ver una aventura increíble. No una aventura estúpida, no una aventura tonta para niños, sino Erroll Flynn de verdad, John Wayne —Dios—, ese tipo de aventuras.

O The Crimson Pirate con Burt Lancaster, The Magnificent Seven.

Sí, pero no hay ninguna. Solo hay películas de policías, y unas pocas películas como Planet of the Apes, filmes de Ray Harryhausen, pero realmente no hay nada a lo que puedas meterle el diente. Me di cuenta de que un elemento destructivo más en la cultura sería una generación entera de niños creciendo sin eso, porque también había hecho un estudio, no sé cómo lo llamarías, yo le llamo “el cuento de hadas del mito”. Es sobre el cuento para niños en la historia va desde la Odisea a las historias que se le cuentan al niño que llevamos dentro. Puedo ver a los niños emocionados con Ulises. Además de los mitos que existen en las historias de aventuras, en un lugar exótico que siempre estaba sobre la colina, Camelot, Robin Hood, la Isla del Tesoro. Ese tipo de cosas siempre emocionan. Llegó a nosotros a través de las películas de vaqueros.

¿El western?

Vi morir esas películas. Difícilmente sabíamos qué había pasado. Un día miramos y ya no estaba. John Ford creció en la parte más lejana del Oeste, pero estaba allí donde había vaqueros y tiroteos en las calles, y ese fue su American Graffiti. Entendí que por eso era tan bueno en lo que hacía. Ellos crecieron en 1910 y 1920 cuando el Oeste estaba muriendo para propósitos prácticos. Pero, todavía sucedían cosas locas y violentas. Y la gente ahora, los jóvenes directores como yo, no podemos hacerlo porque ya no existe nada de eso.

¿Por eso hiciste Star Wars?

Yo era un gran fan de Flash Gordon y ese tipo de cosas, un fuerte defensor de la exploración del espacio exterior y dije: “Esto es lo natural”. Uno, le va a dar a los chicos una fantasía, y dos, tal vez convierta a alguien en un nuevo Einstein y la gente dirá: “¿Por qué?”. Lo que realmente tenemos que hacer es colonizar la siguiente galaxia, alejarnos de la parte difícil de 2001 y descubrir el lado romántico. Nadie va a colonizar Marte solo por la tecnología, van a ir porque piensan que son capaces de hacerlo: ese es el lado romántico.

Estableciste eso firmemente al principio de la película con las palabras: “Hace mucho, mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…”.

Bueno, tuve un gran problema con eso porque temía que los aficionados de la ciencia ficción dijeran cosas como: “En el espacio no hay sonido”. Solo quería olvidarme de la ciencia. No quería hacer 2001. Quería hacer una fantasía espacial que estuviera más en el género de Edgar Rice Burroughs; todo ese otro espectro de la fantasía espacial que estaba allí antes de que la ciencia reclamara el género en los 50. Con la bomba atómica todo el mundo empezó con los monstruos, la ciencia, qué pasaría con esto y qué pasaría con aquello. Pienso que la ficción especulativa es muy válida, pero se olvidan de los cuentos de hadas, los dragones y Tolkien, los verdaderos héroes.

¿Entonces esa es la principal inspiración para hacer Star Wars?

Correcto. Había hecho un estudio sobre qué hace exitosas a las películas. Es mi parte sociológica; no puedo evitarla.

¿Cómo explicas qué es un wookie a un equipo de directores?

No puedes, y ¿cómo le explicas un wookie a una audiencia? ¿Cómo consigues el tono apropiado para el filme, para que no sea una película tonta para niños, que no decepcione a la gente, que siga siendo una película entretenida y no tenga mucha violencia y sexo y cosas de moda? Necesitas lograr eso, y que conserve una visión, un sentido de integridad, una visión honesta sobre cómo quisieras que fuera el mundo.

¿Cuál fue tu salario por dirigirla?

Creo que al final mi salario fue 100.000 dólares, que de nuevo era como la mitad de lo que el resto del mundo estaba recibiendo.

¿Tienes un porcentaje en las ganancias de la película?

Todo el mundo tiene una parte, pero la clave es que genere ganancias. Me di cuenta de que nunca vería ningún dinero de mi porcentaje, así que qué diablos. También tuve la oportunidad de ceder algo de eso, cosa que había hecho con Graffiti. Parte del éxito es responsabilidad de los actores, el compositor y los ayudantes y ellos deberían compartir las recompensas también, así que tengo un porcentaje menor que mis contemporáneos. Pero nunca esperé que Star Wars… esperaba que alcanzara un punto de equilibrio, todavía no puedo entenderlo.

¿Por qué?

Luché a lo largo de esta película. La pasé terrible; fue muy desagradable. American Graffiti fue desagradable por el hecho de que no había dinero ni tiempo y estaba comprometido hasta la muerte. Pero podía racionalizarlo porque el hecho de que, bueno, era una película de 700.000 dólares —es Roger Corman— y ¿qué se podía esperar? Pero esta era una película grande, el dinero se estaba desperdiciando y las cosas no estaban saliendo bien. Yo estaba a cargo. No estaba haciendo una película como las que acostumbro hacer. American Graffiti tenía como 40 personas en la nómina, eso incluye a todo el mundo menos los actores. THX tenía casi lo mismo. Puedes controlar una situación así. En Star Wars teníamos más de 950 personas trabajando para nosotros y yo hablaba con el director de un departamento y él hablaba con otro asistente del director de departamento, que hablaba con otro tipo y, para cuando llegaba la información al final de la línea, yo ya no estaba allí. Pasé todo mi tiempo gritándole a la gente, y nunca había tenido que hacer eso antes.

Lo he hecho ahora. Dirigí una enorme corporación e hice la película que quería hacer. No es tan buena como debió ser. Asumo la mitad de la responsabilidad y la otra es por decisiones desafortunadas que tomé al contratar a ciertas personas, pero pude haber escrito un mejor guion, pude haber hecho muchas cosas; la pude haber dirigido mejor.

En mayo de 2015 Lucas cumplió 71 años. Su aporte a la cultura popular norteamericana es invaluable.
Verlag GmbH/ullstein bild via Getty

Cuando nos vimos por última vez en California, en el verano pasado, estabas enojado. Decías que los robots no se veían bien. R2 parecía una aspiradora; podías ver 57 defectos en C3PO; no te gustaba el relámpago: todo parecía salir mal. ¿Salió bien?

Bueno, para empezar, cuando volvimos de California no estaba contento con la iluminación de la película. Soy camarógrafo y tengo un estilo un poco más extremo y excéntrico del que logré en la película. Estaba bien, era una película muy difícil, había grandes sets que iluminar, era un gran problema. Los robots nunca funcionaron. Falseamos todo y mucho de eso fue hecho en la edición.

¿Cómo?

Cada vez que el control remoto de R2 funcionaba se encendía y salía disparado hacia la pared, y cuando Kenny Baker, el enano, estaba dentro de él, la cosa era tan pesada que casi ni podía moverse, y cuando daba un paso quedaba totalmente exhausto. Nunca logré que caminara por el set, así que hacíamos un corte hacia él en un acercamiento, y hacíamos otro corte en el que estaba en otro lugar. Más que todo es magia cinematográfica.

Por eso es asombroso porque cuando vi la película estaba sorprendido. No se veían los remiendos. Así que volví y tal vez vi un par de cosas, pero eso fue todo.

Yo solo podía ver los remiendos. Una película es algo binario: funciona o no funciona. No tiene nada que ver con qué tan bien haces un trabajo. Si logras un nivel adecuado en que la audiencia acepte la película, entonces funciona, eso es todo. Es una fusión y luego todo lo demás, todos los errores, no importan.

Bueno, el público de Star Wars no tiene ningún problema haciendo a un lado la verosimilitud.

Exacto. Si una película no funciona, puedes hacer un trabajo impecable con la película. La gente igual verá los errores, se aburrirá y no funcionará. Entonces ¿qué puedes hacer? THX llegó a ser el 70% de lo que yo quería. No creo que se pueda alcanzar el 100%. Graffiti logró ser el 50% de lo que yo quería, pero me di cuenta de que el otro 50% estaría allí si hubiera tenido más tiempo y más dinero. Star Wars es como el 25% de lo que yo quería que fuera. Sigue siendo una película buena, pero se quedó corta ante lo que yo buscaba.

El éxito del filme debe garantizar algún éxito en el plan de merchandising que has lanzado.

Uno de los factores que me motivaron a hacer el filme, junto con los otros, es que me encantan los juguetes y los juegos. Así que pensé que podía abrir una especie de tienda que venda cómics y discos de 28 pulgadas, o discos de rock & roll que me gusten, juguetes antiguos y muchas cosas que me apasionan; cosas que no puedes comprar en las tiendas normales. También me gusta crear juegos y cosas, y eso fue parte de la película, poder generar juguetes y cosas. También pensé que el merchandising y las secuelas me darían suficientes ingresos y que podría dejar de dirigir profesionalmente para irme a hacer mis películas medio abstractas, extrañas y experimentales.

Entonces, ¿ahora quieres vender juegos, juguetes y hacer filmes esotéricos?

Sí. Star Wars fue un éxito y pienso que las secuelas también lo serán. Quiero tener una tienda en la que pueda vender todas las cosas geniales que me gustan. Además, soy diabético, no puedo comer azúcar y quiero tener una pequeña tienda que venda buenas hamburguesas y helado sin azúcar, porque la gente que no puede comer azúcar lo merece. Necesitas tiempo para alejarte, hacer esas cosas, y necesitas tener un ingreso.

Star Wars es ciencia ficción que se alimenta de la tradición heroica y épica.

Siempre ha sido lo mismo, y es el tipo de ficción más significativa en lo que a mí respecta. No debería tener esa mala reputación de cómics baratos. Creo que superamos eso hace tiempo. Pienso que la ciencia ficción todavía tiene la tendencia de reaccionar en contra de esa imagen y trata de verse seria, que es lo que buscaba tumbar cuando hice Star Wars. Buck Rogers es tan válido como Arthur C. Clarke, lo es en su propia manera; quiero decir, son dos lados de la misma cosa. Kubrick logró lo más fuerte en una película con relación al lado racional de las cosas, y yo traté de hacerlo por el lado irracional, porque pienso que lo necesitamos. De nuevo nos vamos a ir al espacio con las naves de Stanley, pero con algo de suerte estaremos cargando mi espada láser y tendremos un wookie junto a nosotros.

Entonces ya hiciste tu apuesta.

Sí, la hice al tratar de hacer todo un poco más romántico. Espero que si la película logra algo es que un niño de 10 años se interese mucho por el espacio exterior y en las posibilidades del romance y la aventura. No tanto la influencia que crearía más Wernher von Brauns o Eisensteins, solo inculcarles interés en la exploración seria del espacio exterior y convencerlos de que eso es importante. No por una razón racional, sino por una razón totalmente irracional y romántica.

Me sentiría muy bien si algún día colonizan Marte cuando yo tenga 93 años o lo que sea, y el líder de la primera colonia dice: “Realmente lo hice porque estaba esperando que hubiese un wookie por aquí”.

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