Hace dos décadas, una juntada entre amigos fue la génesis de un disco que pronto se volvería de culto. A la manera de Crosby, Stills & Nash (& Young), PorSuiGieco y otros grupos de los años 70, Mariano Manza Esaín y Ariel Minimal convocaron a Flopa Lestani para tocar en plan acústico y relajado. Con la prepotencia que otorgan las buenas canciones y la minuciosidad de los arreglos vocales como principales argumentos, Flopa Manza Minimal se constituyó como una parcería porteña construída entre empanadas y vino en el living de una casa en el barrio de Boedo, que marcó a buena parte de una generación. Veinte años después, ese álbum tiene su esperada edición en vinilo, lanzada por Cactus, la emblemática disquería de la calle Uruguay. “Es un disco que me acompañó en su momento y que me sigue acompañando. Tengo la sensación de que es inoxidable y que ellos tres en ese momento tenían una conexión que va más allá de lo que uno pueda explicar o que pueda tratar de entender. Son 12 canciones preciosas, interpretadas de una manera increíble”, dice Mabel Raris, cuyo fanatismo por esa placa fue el principal impulsor, con la complicidad de su hermano Darío, para que llegue a los 180 gramos.
Todo empezó, en verdad, a pocas cuadras de Cactus, en el sótano del club Unione e Benevolenza, en el centro porteño. En ese sitio histórico, donde en 1978 había dado su primer concierto Memphis la Blusera, a comienzos del nuevo milenio el sello Ultrapop organizaba una feria de discos. Manza había cerrado una fecha para cantar a solas con su guitarra acústica, pero decidió extenderle la invitación a Minimal, con quien había tocado a principios de los 90 en Martes Menta. Tenía sentido. Manza estaba en una impasse entre su grupo anterior, Menos que Cero, y el que estaba por formar, Valle de Muñecas. “Cada uno de nosotros conocía un montón de canciones del otro, y me parecía que iba a ser lindo cantarlas con acústicas y a dos voces”, recuerda Manza. Ambos conocían a Flopa, que venía de integrar Mata Violeta y Barro, y a Minimal -que había fundado Pez en 1994 y había integrado Los Fabulosos Cadillacs entre 1995 y 2001- le habían gustado sus demos. Así que parecía oportuno sumarla al set. “Me invitaron a cantar ‘Sonajeros’. Ellos ya la habían ensayado y armonizado las voces. Yo caí un rato antes y la pasamos en un pasillo que hacía las veces de camarín”, evoca la cantante. “Y fue increíble porque contamos cuatro y el tema ya salió andando. Tenían todo el asunto de las voces re cocinado, y para mí fue increíble. Se acopló todo muy orgánicamente”. Salió todo tan lindo que los tres tuvieron ganas de repetirlo. Y así empezaron a juntarse.
Las armonías de voces fueron parte primordial de la identidad sonora del trío. “Ese yeite existió desde el principio”, explica Minimal. “Me parece que parte del chiste era cantar los tres al mismo tiempo y lograr esas armonías. La forma práctica de hacerlas fue que Flopa llevara la melodía, en la voz del medio. Por lo general, yo hacía una armonía más aguda, porque tengo esa capacidad de cantar finito. Y Manza buscaba la tercera armonía, que por lo general era la más grave. Pero a veces también invertíamos esas tareas con Manza. Casi siempre armábamos el arreglo cantando alrededor de lo que cantaba Flopa”.
Para Manza, eso está relacionado con las bandas que escucharon durante su educación sentimental: Los Beatles, The Who y The Byrds, entre otras. “Haber crecido con esos grupos nos hizo llegar a trabajar desde un lugar bastante intuitivo. Tanto a Ariel como a mí, si nos das una melodía, nos resulta bastante simple ponerle una armonización abajo o arriba. Era una cosa bastante natural porque la idea desde que se inició el proyecto era que íbamos a tocar con guitarras acústicas y que íbamos a hacer armonías vocales. Esas eran las pautas desde el inicio”.
Flopa todavía admira la capacidad de amalgamar las voces de sus parceiros. “Ese juego era el cimiento de lo que ocurría con las canciones. Ellos llegaban a algunos agudos en falsete a los que yo no puedo acceder ni con el pensamiento. Parte del chiste, en ese momento, era que había dos hombres y una mujer. Pero la voz más grave era la mía y ellos hacían una especie de coritos angelicales”, dice Flopa. Y agrega: “Cantando con ellos aprendí a meter voces en segundo o tercer plano, que es otra forma de cantar. Ir por detrás o por debajo que es algo muy diferente de lo que yo venía acostumbrada, que era básicamente a cantar sola. Los coros le dieron un color particular, una unidad vocal a todo. Cuando mezclamos el disco, nos pasaba algo gracioso: nos costaba diferenciar la voz mía con la Ariel, por ejemplo. Muchas veces teníamos que ir a leer el nombre de quién había grabado cada track para para sacarnos la duda”.
El poeta cordobés Vicente Federico Luy (1961-2012) fue el principal impulsor y responsable de que exista el mítico disco del trío. “Vicente vio nuestro primer show, en Morón. Cuando termina ese concierto, nos dice que él quería tener el disco”, evoca Minimal. “Le explicamos, entonces, que no existía tal disco ni planes de hacerlo. Primero, porque el proyecto no era tan serio. Y, luego, porque bastante dificultades teníamos cada uno con su proyecto por separado, con todo lo que implica para un artista independiente grabar, editar, fabricar y distribuir, pensar en algo así”. Entonces, Luy se ofreció a financiarlo. “Nos dijo que tenía una plata guardada, y que la ponía a disposición del proyecto. La única condición era que teníamos que hacerlo rápido, porque si no se la iba a gastar en otra cosa”. Flopa, Manza y Minimal entendieron que era una situación que no podían desaprovechar.
“No había pasado ni un año desde toda la hecatombe del 2001. No teníamos plata y recién empezábamos a tocar juntos. El trío era un proyecto paralelo a lo que hacía cada uno. Si lo veías a Vicente, la última sensación que te daba era que tenía plata. Pero sí, efectivamente, la tenía disponible y la puso. Fue nuestro mecenas”, dice Flopa. “Era un personaje, un tipo de un corazón enorme que nunca se terminó de amigar con con la idea de la vida: se le hizo insoportable y un día logró ponerle fin. Fue realmente muy triste, lo recuerdo con muchísimo cariño y en muchos momentos me pregunto qué estaría escribiendo Vicente sobre esto que está pasando hoy. Así que siempre está presente de alguna forma”, completa la vocalista evocando al integrante del grupo de acción poética Los Verbonautas, que puso fin a su vida saltando al vacío desde un sexto piso, en febrero de 2012.
Parafraseando al clásico slogan de la marca de cerveza, Flopa Manza Minimal, que incluye la participación de Lulo Esaín en la batería y Juan Salese en el Rhodes, y cuyo arte fue realizado por el poeta Hernán (compañero de Luy en Los Verbonautas), parece celebrar el sabor del encuentro. Por su contemporaneidad con Tribalistas, no fue difícil establecer el paralelismo con la juntada de los brasileños Carlinhos Brown, Arnaldo Antunes y Marisa Monte. La sincronicidad fue casual. “Yo había escuchado Titãs, pero a Carlinhos y a Marisa Monte sólo los tenía de nombre. Viéndolo en retrospectiva, está claro que hubo un renacimiento de una música más acústica, más austera en ciertas cosas, a nivel mundial, del cuál nosotros no eramos muy conscientes en ese momento”, teoriza Manza. “Empezaron a surgir artistas como Devendera Banhart o José González. En Argentina, el mayor boom de lo acústico sucedió después de Cromañón. Visto en retrospectiva, hay una coincidencia con un montón de cosas que pasaban en ese momento y que probablemente responderían a algo que que debe haber pasado en la década anterior, que no estoy muy seguro de qué fue exactamente.”
Flopa, por su parte, sintetiza la diferencia entre el trío porteño y los Tribalistas. “Además de que ellos hacen música festiva y nosotros no, ellos saben cómo hacer negocios y nosotros nunca supimos de esos temas. Por otro lado, este espíritu de los músicos de juntarse colectivamente es bastante brasilero, mientras que acá siempre todo fue como más segmentado. Quizás por eso tuvo ese impacto en ese momento”.
Entre las doce canciones del disco, “Debajo del álbum blanco”, compuesta por Flopa, se destaca especialmente. “En realidad son varios derroteros sentimentales mezclados en una letra, con cierta nostalgia por los buenos momentos, donde hubo algo que no funcionó, y cuya conclusión sería ‘Yo lo di todo y ni ahí soy lo más importante en tu vida. Fin’. Es netamente metafórico. Creo que la mención del álbum blanco resulta un gancho importante. Fue un recurso que encontré y que al parecer funcionó bastante bien”, explica su autora. Para Manza, es la pieza más representativa de la placa. “Es una de las canciones más lindas que toqué en mi vida. Cada vez que tocamos con Flopa, la sigo disfrutando”.
El trío se desvaneció en 2004, luego de una pelea entre Manza y Minimal. “El final del trío estaba implícito desde su concepción”, aclara Minimal. “Nunca tuvimos la relación que tienen las bandas de rock. Éramos tres cantantes y compositores que se juntaron para hacer esto, pero nunca tuvimos espíritu de grupo”.
La mirada de Manza, que se encargó de remasterizar el álbum para su edición en vinilo, es sutilmente diferente. “Los grupos son relaciones entre personas. Y las relaciones entre personas van y vienen. A veces son relaciones fuertes y a veces se debilitan. Hay peleas y hay disculpas. Hay momentos de volver a estar bien y momentos en los que no. Me parece que éste nunca fue un proyecto que esté unido a la posibilidad de trabajar en la música o de hacer plata. Era un proyecto para disfrutar. Yo la pasaba increíblemente bien arriba del escenario y disfrutaba un montón tocar con ellos. En el momento que hubo algo que interfirió con ese disfrute, no hubo ninguna razón para seguir haciéndolo. Nos separamos en 2004 por alguna pelea y nos volvimos a juntar en 2010, y también en el 2014. Y nos volvimos a separar por los roces que tuvimos”.
La salida del vinilo podría ser la excusa perfecta para una nueva reunión. Sin embargo, no parece ser una posibilidad para ninguna de las partes. “Te driría que los últimos tres show del trío fueron traumáticos, así que no creo en una eventual reunión. No le veo ningún sentido”, dice Flopa. “Mientras duró fue bueno. Qué sé yo, hay que quedarse con eso”.