Simple, extraña y poderosa. Disponible a través de la plataforma Mubi, This Much I Know to be True, esta nueva película ¿sobre? ¿con? ¿de? Nick Cave, parece no tener mayor ambición que la de capturar un puñado de instantes. Lo que la hace maravillosa es precisamente el carácter de esos momentos sencillos.
La puesta es despojada, en sintonía con los últimos discos del protagonista, Ghosteen y Skeleton Tree. El cineasta australiano Andrew Dominik, director de la Cave-movie anterior One More Time With Feeling, registra unas sesiones del músico del mismo origen en una fábrica abandonada en Bristol, apenas matizadas con breves diálogos en lo que podría ser el escritorio de Cave y el taller donde, parece, ahora se dedica a la cerámica, para producir una curiosa colección de demonios en distintas actitudes.
This Much I Know to Be True no ofrece, en principio, mucho más. Pero con solo eso alcanza pasajes de una intensidad llamativa. Por un lado, debido a las piezas que Cave ejecuta junto a Warren Ellis, su socio creativo en esta etapa de su carrera, unas cuerdas, unas coristas, alguna batería, mínimas guitarras. Todos rodeados por un equipo técnico que no intenta ocultarse de las cámaras mientras gira alrededor de los artistas sobre un riel circular. Por otro lado, está también el arte de Dominik, que filma como Cave y Ellis tocan (al menos por estos días): de manera suave, pero enfocada y en una búsqueda inquieta y constante, sin descanso.
Estas sesiones, más que performances, son exploraciones; disecciones del artefacto “canción” para encontrarle algún significado más profundo, aquello que hasta ahora haya pasado inadvertido. “Son pizcas de algo en un océano de basura”, declara en un momento Cave, cuando cuenta que son pocos los pasajes que rescatan después de horas de improvisar con Warren Ellis. Difícil adivinar qué puede haber quedado afuera, pero lo que terminó dentro de la película está al nivel de las mejores interpretaciones de Cave.
Al margen de lo puramente musical, otro segmento imperdible es el de Cave comentando sobre Red Hand Files, el blog en el que desde hace un tiempo responde personalmente preguntas de sus fans, con una apertura y una profundidad notables, y por cierto claramente en línea con el espíritu de This Much I Know to Be True. Las consultas van de lo personal (“¿Pudiste descansar después de la gira?”, “¿Podrías compartir algún recuerdo de Mark Lanegan?”) a lo filosófico (“¿Es importante tener amigos?”, “¿Qué es Dios?) a lo cómico (“¿Conociste a Nicolas Cage?”). En la película, Cave -que, recordemos, perdió a su hijo Jason, de 31 años, en mayo y, en 2015, a su hijo Arthur, de 15- , confiesa que le dedica un largo tiempo de reflexión a cada respuesta. Como ocurre en los conciertos -su más reciente paso por Buenos Aires, en 2018, fue una buena muestra-, los RHF exponen a un Cave en conexión profunda con su público; igual que este film, aunque paradójicamente haya sido registrado sin audiencia.