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El Último Hombre Sobre la Tierra

En esta horripilante comedia colombiana, una mujer le advierte a un hombre que no se acostaría con él así fuera el último hombre sobre la Tierra y termina tragándose sus palabras.

Juan Camilo Pinzón 

/ Laura Acuña, Jhon Álex Toro, Jeka Garcés, Rodrigo Candamil

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Cinecolor

Los chilenos tienen una palabra particular para referirse a lo aburrido, a lo que no tiene gracia y a lo feo. “Fome” es el adjetivo adecuado para calificar a El último hombre sobre la tierra, la nueva comedia colombiana decembrina dirigida por Juan Camilo Pinzón (el autor de las esperpénticas películas de El coco) y producida por Dago García (el gestor de la horripilante saga de El paseo).

El último hombre sobre la tierra posee el mismo título del clásico de culto de 1964 basado en la obra Soy leyenda de Richard Matheson y protagonizado por el gran Vincent Price, así como el de la maravillosa serie protagonizada por Will Forté y Kristen Schaal acerca de dos personas totalmente incompatibles que deben soportarse el uno al otro, debido a que la humanidad prácticamente se ha extinguido.

García y Pinzón toman las premisas de los títulos anteriores para convertirlas en una cinta exagerada, descuidada y para nada graciosa. La presentadora y modelo Laura Acuña ha sido atacada en las redes sociales por su debut como actriz, pero la verdad es que ella intenta darle vida a un personaje estereotipado, odioso y sin profundidad. Lo mismo podríamos decir que Jhon Álex Toro, quien encarna a un hombre que ninguna mujer en su sano juicio desearía.

El problema de El último hombre sobre la tierra no está en sus actores ni en la fascinante premisa de un hombre y una mujer que se quedan solos en el mundo y que deben aprender a convivir. Es cierto que esta cinta padece de una absoluta falta de gracia, pero su principal problema tampoco es ese.

Esta película pudo haberse tratado sobre un hombre vago, sucio, machista, egoísta y feo que se queda solo en el mundo con una mujer bella, vana, clasista, esnob y superficial y cómo ambos logran adaptarse a la situación, transformando (o no) sus innumerables defectos. Pero no es así.

También pudo haberse tratado sobre un hombre de origen humilde, sensible y trabajador, quien poco a poco se va a ganar el amor de una mujer que en un principio lo desprecia, pero que terminará apreciándolo y amándolo por lo que es y no por lo que aparenta. Tampoco es así.

El último hombre sobre la Tierra es fea por el horrible mensaje que transmite. El personaje de Toro, apodado “Piquiña” es alcohólico, no es un buen trabajador, es vulgar, perezoso y ve a las mujeres como objetos sexuales. Liliana, el personaje de Acuña, tiene una asistente y cómplice en Martha (Jeka Garcés) y está enamorada de Camilo (Rodrigo Candamil), un compañero de oficina metrosexual, tan vano y superficial como ella. Tanto Liliana como Martha sienten fastidio (con justa razón) por el insoportable “Piquiña”.

Inexplicablemente, Liliana despierta al otro día de celebrar la Novena de Navidad en la oficina, para descubrir que tanto ella como “Piquiña” son las últimas personas sobre la faz de la Tierra. “Piquiña”, que siempre se ha sentido atraído por su colega, intenta embriagar a Liliana para llevársela a la cama…y lo logra.

Lo más absurdo de todo es que Liliana termine enamorándose de un hombre que nunca está sobrio, que no le interesa conocer a la mujer con quien convive y que no tiene ningún reparo en tener sexo con la asistente de ella frente a sus narices. Sí señores, más adelante, Martha y Camilo aparecerán en escena.

Sin ningún tipo de escrúpulos o remordimiento, “Piquiña” tendrá con Martha las mismas sesiones de sexo maratónico que tuvo con Liliana. Cómo un hombre que no hace nada de ejercicio y que tan solo se alimenta con alcohol y comida hipercalórica puede mantener ese ritmo, es todo un misterio.

Por su parte, Liliana cumplirá su sueño de acostarse con Camilo, para descubrir que el sexo no era como lo esperaba. Al final, “Piquiña” se aburrirá de Martha y decidirá escaparse sin dar explicación. Liliana, frustrada sexualmente, decidirá huir con el odioso borracho.

Descubriremos que todo fue un sueño de Liliana (eso se intuía desde el principio). Pero la moraleja de esta película es que, en una relación de pareja, lo único que importa es el buen sexo, lo que lleva a que se perdone todo lo demás. Eso NO ES ASÍ, a no ser que se tenga una mentalidad machista, inmadura y retrógrada. Además, la realidad ha demostrado que un hombre con la condición física de “Piquiña”, con su alcoholismo (principal causa de la disfunción eréctil) y con su flagrante ignorancia sobre el universo femenino, jamás será un buen amante.

“Piquiña” es el perfecto retrato de lo que bien puede considerarse como “masculinidad tóxica”. Inclusive, en estos tiempos del MeToo, también podría describirse como un acosador. El estúpido y clasista Camilo tampoco se salva. Con hombres como los de esta película, las mujeres bien deberían vivir solas y agradecer que sus contrapartes masculinas se hayan extinguido. Pero no. En este universo, una mujer no puede ni siquiera pensar en ser independiente.

Es cierto que todo fue un sueño, pero al final la bella terminará enamorándose de la horrible bestia. Ojalá que Liliana tenga un buen terapeuta, porque lo va a necesitar.

El último hombre sobre la Tierra es una película “fome”, poco adecuada para un público familiar, un mal ejemplo de lo que debe ser una relación de pareja y sus incómodos mensajes producen más urticaria que piquiña. Feliz Navidad.

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