Se cumplen Cien Días de la nueva administración estadounidense para el periodo 2021-2024. Por ahora hemos visto algunos pincelazos de lo que sería la política interior y exterior de la dupla Joe Biden-Kamala Harris. Sin embargo, más allá de los políticos elegidos y sus decisiones, se hace necesario enmarcar su gobierno tanto en su pasado político, así como con su estrecha relación con el proyecto del establishment globalista a través de las élites económicas, de acuerdo con las investigaciones realizadas por el doctor Alfredo Jalife, el doctor Daniel Estulin, el exoficial de la ONU Juan Francisco Coloane, el periodista Jorge Luis Santa Cruz, el escritor Isaac Enríquez Pérez, entre otros investigadores.
Algunas líneas para esbozar esta relación nos guían a revisar los nexos entre, por ejemplo, Kamala Harris y el Silicon Valley, el racismo y la aporofobia que se pueden rastrear en algunos momentos políticos tanto de Harris como de Biden, especialmente hacia los afroamericanos. También vale la pena mirar críticamente las políticas migratoria, sanitaria y económica que siguen obedeciendo al Stablishment.
Por una parte, Kamala Harris ha sido apoyada por Silicon Valley desde que era Fiscal de San Francisco, de acuerdo con la investigación de Lara Bazelon. Aquella relación ha abierto -como lo fue la presidencia de Obama- una peligrosa “puerta giratoria entre el gobierno y la industria tecnológica”, pues Kamala Harris ha recibido donaciones y apoyo para sus campañas como Fiscal y senadora “de grandes actores de la tecnología, como Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook; Jony Ive, ex ejecutivo de alto nivel de diseño de Apple; Marc Benioff, director ejecutivo de Salesforce, de Silicon Valley Laurene Powell Jobs, Rebecca Prozan, quien dirigió la primera campaña de Harris para fiscal de distrito en San Francisco, es una de las principales funcionarias de asuntos gubernamentales de Google en California”, entre muchos otros funcionarios.
En 2010 Kamala Harris como Fiscal de San Francisco (2004-2011) mostró poca sensibilidad hacia la discriminación histórica hacia los afroamericanos cuando ocultó “información sobre un técnico de laboratorio de la policía que había sido acusado de ‘sabotear intencionalmente’ su trabajo y robar drogas del laboratorio, defendió la legislación estatal según la cual los padres cuyos hijos se encontraran habitualmente ausentes en la escuela primaria podrían ser procesados, a pesar de las preocupaciones de que afectaría de manera desproporcionada a las personas de color de bajos ingresos”. Este accionar político se contrapone mucho a sus discursos en 2020 a favor de la justicia racial de los afroamericanos.
Luego, en 2012 Harris negoció un acuerdo sobre la privacidad con las seis empresas tecnológicas más importantes de aquel entonces: “Apple, Google, Hewlett-Packard, Amazon, Microsoft y Research in Motion. Los términos del acuerdo incluían empresas que designaban un área para que los desarrolladores y las empresas compartieran sus políticas de privacidad”. Curiosamente, aquel acuerdo llegó en el momento en que se estaba conociendo que algunas empresas tecnológicas estaban violando la privacidad de sus usuarios.
En 2015, siendo Fiscal General de California, “se opuso a un proyecto de ley que requería que su oficina investigara los tiroteos que involucraba a oficiales. Y se negó a apoyar las normas estatales que regulan el uso de cámaras corporales por parte de los agentes de policía”. Esto contrasta con su oposición a la violencia policial, su apoyo al movimiento Black Lives Matter en 2020 y su propuesta de una reforma a la policía, pero en 2021 al llegar a la vicepresidencia, no es claro ese impulso, por tanto, por ahora esto se lee como un mero utilitarismo propagandístico para catapultar campañas políticas en el país que dice llevar la democracia a distintos países para garantizar el orden. En este sentido podemos argumentar que el problema del racismo en Estados Unidos es un problema estructural de fondo y no de forma que necesita una reforma que puede tardar décadas.
Después de hablar sobre el accionar político de Kamala Harris y su estrecha relación con Silicon Valley revisemos el caso de Joe Biden, quien ha estado anclado a la política estadounidense por el partido demócrata desde su juventud. Durante su campaña a la presidencia en 2020 se mostró a favor de las minorías como los afroamericanos y los latinos, pero ha promovido el racismo estructural desde su juventud hasta hoy. De hecho, fue puesto en evidencia por actitudes desfavorables hacia los afroamericanos en junio de 2019 durante un debate en las primarias presidenciales del partido demócrata por Kamala Harris, que le dijo: “fue muy doloroso escucharle hablar de la reputación de dos senadores de Estados Unidos que construyeron su reputación y sus carreras sobre la segregación racial del país y no fue solo eso, sino usted también trabajó con ellos para oponerse a los autobuses (contra la segregación)”. Sin embargo, Kamala Harris ejerce ahora como su vicepresidenta, por lo que frente a esta unión de conveniencia política resuena esa frase atribuida a Churchill: “La política hace extraños compañeros de cama”.
Además, J. Biden en 1986 siendo senador promovió la Ley de abuso de drogas con la cual quería aumentar las penas carcelarias para las personas que consumieran crack, que en su mayoría eran afroamericanos, que dejó como efecto colateral el “fomentar la enorme inequidad racial en el encarcelamiento”. Esto contrasta con su postura a favor del movimiento Black Lives Matter después del asesinato de George Floyd y estar en contra de la represión policial en 2020, pero él mismo ha legislado para la represión policial como la Ley del Crimen de 1994, que ha sido -como lo ha manifestado Alejandra Loucau- “la causa principal del “encarcelamiento masivo” imperante en EEUU desde hace más de tres décadas: EEUU tiene el 25% de la población carcelaria del mundo, según Prisión Policy Initiative, y, pese a ser el 12,1% de la población total de EEUU, en el 2016 el 78,5 % de los condenados a cadena perpetua eran de raza negra”. Esta situación continua en la actualidad, así como los asesinatos de afroamericanos, por lo tanto, Joe Biden solo utilizó la desgracia de ellos para impulsar su carrera presidencial y no ha planteado ninguna reforma estructural para cambiar esta situación.
Joe Biden como candidato presidencial en 2020 prometió legalizar a los migrantes latinos indocumentados, se congració con los votantes latinos acusando a Trump por su discurso y accionar xenófobo y racista desde 2016 hasta 2020, cuando en realidad la única diferencia en este aspecto entre Trump y Biden es que Trump ha expresado verbalmente su racismo estructural sobre los latinos, mientras que Biden cuando fue vicepresidente (2009-2017) aprobó cada acto xenófobo del “deportador en jefe” Barack Obama, el presidente que más ha deportado latinos en la historia de los Estados Unidos.
La crisis migratoria desatada en la frontera entre Estados Unidos y México a raíz de las declaraciones “amistosas” del presidente Joe Biden ha generado que desde febrero hayan acudido más de ciento setenta mil migrantes a esta frontera y ahora las autoridades norteamericanas buscan disuadirlos para que no la crucen. La administración Biden en respuesta a la crisis entregó a México 2.5 millones de vacunas de AstraZeneca a cambio de que México impida la llegada de migrantes o los reciba en albergues como lo explica un informe de The Washington Post, así el presidente López Obrador y algunos de sus partidarios como el doctor Alfredo Jalife lo nieguen. Biden propone apoyar durante cuatro años con escasos cuatro mil millones de dólares en asistencia humanitaria a los países centroamericanos y con dos millones de dólares a El Salvador para combatir la corrupción ¿A cambio de qué? ¿Estados Unidos va a combatir la corrupción con gobiernos investigados por corrupción como el de la administración Bukele? Mientras que Kamala Harris, encargada de resolver la crisis migratoria, -según afirma el doctor Alfredo Jalife- se reunió el 22 de abril de 2021 con “fundaciones filantrópicas como The Open Society Foundations, que opera bajo la férula del polémico George Soros, Rockefeller Brothers Fund —de los archiconocidos banqueros Rockefeller, la Ford Foundation, Foundation for a Just Society — y The Seattle International Foundation”. En este sentido es posible inferir que la crisis ha sido aprovechada por la agenda globalista que en la actualidad dirige y controla la política de los Estados Unidos.
Ante aquella problemática surgen grandes interrogantes: ¿Es posible que la administración Biden le está imponiendo decisiones al presidente López Obrador por su falta de interés por los demócratas en su gira a EE. UU en julio de 2020? ¿Cómo se benefician los intereses corporativos de esta crisis? ¿Cómo se beneficia el narcotráfico de la ola de migrantes? ¿Qué reingeniería social esperan las elites que ocurran con esta ola migratoria? ¿Cómo se reflejan en la actualidad las consecuencias de la histórica intervención de Estados Unidos en Centroamérica?
La administración Biden en política sanitaria ha cumplido con su promesa durante sus primeros Cien Días pues ha logrado aplicarle la primera dosis de las vacunas contra el Covid-19 a 223 millones de personas, incluidas personas jóvenes mayores de 16 años. Ello ha demostrado otra vez la vieja política de América Primero (América First) porque acumula mayor número de vacunas de las que necesita e impone su soberanía por encima de la de otros países. El acaparamiento de vacunas por parte de países ricos ha sido denunciado en la ONU y un informe de la Universidad Duke titulado Resumen del problema: Descifrando la fabricación Panorama para las vacunas Covid-19 “indica que se podrían producir más de 12 mil millones de dosis este año” con las que a finales de 2021 se puede vacunar al 70% de la población mundial y alcanzar la inmunidad colectiva, pero el actual monopolio de las vacunas va a incrementar el grado de desigualdad política, social y económica en el mundo, reflejada en el excelente ritmo de vacunación de países como Estados Unidos y el lento proceso de la misma en países como Colombia.
Teniendo en cuenta que la administración Biden trata de resolver la crisis sanitaria anteriormente mencionada, también decimos que en sus Cien Días ha formulado el plan de estímulos económicos de 1.9 billones de dólares para recuperar la economía, ha logrado recuperar más de un millón doscientos mil empleos, aun así la economía presentará “crecimientos” de rebote durante varios años, es decir, como la economía estadounidense cayó en 2020, intentará recuperarse de aquel pozo en el que se ha derrumbado, pero en realidad no crece, solo trata salir de la crisis. Esta crisis ha afectado a millones de estadounidenses que han quedado en la pobreza, mientras que las grandes corporaciones como Black Rock, The Vanguard Group, Goldman Sachs, J. P Morgan, Wall Street, entre otras han multiplicado su capital a un ritmo sin precedentes y “los nueve titanes de la tecnología como Elon Musk, Bill Gates, Jef Bezos, Mark Zuckerberg han ganado trescientos cincuenta mil millones de dólares”. Con la exorbitante cifra anteriormente mencionada sería posible vacunar gratuitamente al mundo entero y disminuir toda la crisis económica que está ocurriendo como consecuencia de la pandemia, pero en realidad muestra que el interés de las élites es acumular capital en detrimento del sufrimiento de millones de personas. Esta brecha de la desigualdad –como lo explica el investigador Iñaki Gil- es consecuencia del sistema neoliberal promovido por la agenda política estadounidense desde la presidencia de Reagan hasta el presente, en el cual “desde 1979 hasta 2020 el 0.1% más rico de la población norteamericana ha visto multiplicados sus propiedades en un 345.2%, el 1% más rico ha visto aumentada su riqueza global en 160.3%, sin embargo el 90% de la población estadounidense solamente ha aumentado (su capital adquisitivo) un 26%”.
Además, para empeorar las cosas para el pueblo estadounidense, algunas de las grandes corporaciones desde hace años han estado haciendo una apertura financiera en China, como lo muestra un informe de Bloomberg, el cual expone que: “Goldman Sachs Group Inc. y JP Morgan Chase & Co. están presionando para tomar el control total de sus empresas en China, mientras que los gigantes de fondos como BlackRock Inc. han recibido luz verde para establecer una tienda. Empresas como Goldman y Credit Suisse Group AG tienen ambiciosos planes de contratación en China y argumentan que pueden impulsar las inversiones en el país, ya que pueden controlar mejor dónde se utiliza el dinero”, por tanto, queda de manifiesto que esto no es una guerra entre países en los que las elites defienden los intereses de la nación, sino una lucha a muerte entre las corporaciones trasnacionales por mantener sus monopolios, ya sean globalistas o nacionalistas, mientras que la gran mayoría de las personas son dejadas a la deriva.
Con todo lo anterior quedan algunas preguntas para los años siguientes: ¿La administración Biden logrará la recuperación económica hasta finalizar su periodo en 2024? ¿Los empleos actuales garantizaran una vida digna para los estadounidenses? ¿En qué invertirán el capital las grandes corporaciones como Wall Street, Silicon Valley, Hollywood, BlackRock y cómo esto afectará al pueblo estadounidense? ¿Qué intereses financieros serán los vencedores de la guerra económica entre Estados Unidos y China? ¿Estaremos frente a un vértice decisivo de la historia en la que Estados Unidos debido a su abrupta recesión económica de 2020 perderá el liderazgo económico a nivel internacional a finales de la década de 2020? ¿Cómo enfrentará Estados Unidos los retos de la digitalización y la inteligencia artificial?
Comentarios del autor:
1. Hay que destacar que un estudio señala que en Estados Unidos desde el 14 de diciembre de 2020 hasta el 19 de abril de 2021 el proceso de vacunación también ha tenido efectos negativos, -aunque escasos teniendo en cuenta el número de dosis aplicadas- pues han muerto 2436 personas después de recibir las dosis, clasificadas así: de Johnson y Johnson 54 muertes, Pfizer 1134 muertes, Moderna 1248 muertes, según un informe publicado en https://mundo.sputniknews.com/20210423/esta-pfizer-desacreditando-silenciosamente-a-otras-vacunas-mientras-esconde-sus-propios-fallos-1111454325.html
2. Hay que tener en cuenta que fue la administración Trump con Operation Warp Speed que proyectó producir y administrar 300 millones de dosis de vacunas para 2021 e inició el proceso de vacunación desde el 14 de diciembre de 2020 contabilizando hasta el 20 de enero de 2021 la distribución de más de 31 millones de dosis, de las cuales habían sido aplicadas “14.270.441 vacunas de la primera dosis y 2.161.419 personas habían sido completamente vacunadas”. Disponible en: https://www.google.com/search?q=estadisticas+de+la+vacunacion+contra+el+covid+en+el+mundo&oq=&aqs=chrome.0.69i59i450l8.1961880j1j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8