marzo 30, 2022

“El peor ha sido Duque”: Matador

El caricaturista hace un análisis de este gobierno y de las recientes elecciones. Además, con conocimiento de causa, habla sobre la eutanasia

Por  MARCELA GUERRERO

Cortesía Matador

Julio César González, Matador, no se muerde la lengua para nada, y menos si se trata de señalar al gobierno que Iván Duque busca terminar en agosto de este año. Es tan duro el juicio que matador hace sobre al actual presidente, que ya le ha dedicado todo un libro (Colombia cuatro años después) y un espectáculo de stand up comedy (Cerdocracia). Estos se suman a varios libros creados en conjunto y en solitario, además de un juego de mesa que tampoco deja títere con cabeza.

En medio de los escándalos por el supuesto fraude en las recientes elecciones parlamentarias, hablamos con él para conocer sus impresiones y opiniones en torno a todo lo que hemos visto en nuestra historia reciente.

Usted tiene ya 53 años. De los presidentes que recuerda con consciencia, ¿cuál cree que ha sido el peor?

El peor ha sido Duque. Pero antes de él había un campeón indiscutible, que era Andrés Pastrana. Yo creo que ese par van a un concurso de huevones, y los descalifican por huevones. Es que realmente son muy pandos intelectualmente, son personajes sin criterio, sin talante de estadistas, y que llegan ahí por arte de birlibirloque. Son un par de joyas.

Y si hoy tuviera que escoger el mejor, o el “menos peor” de los que le han tocado…

Santos. Santos fue un presidente neoliberal, en todo sentido de la palabra; obviamente tuvo que gobernar a punta de mermelada, pero el gran diferenciador de Juan Manuel Santos es su capacidad política, porque él sabía que no tenía carisma, no tenía partido, se montó a los hombros de Álvaro Uribe y pasó. 

Cuando estuvo en el poder, le dio una patada en el culo a Uribe, hizo su propio gobierno, y lo mejor que pudo haber hecho es llevar a un puerto estable el acuerdo. No digo que La Paz sea perfecta, pero llegó a un acuerdo. Triunfó donde muchos no habían triunfado, en un acuerdo de paz que ya lleva cinco años. En muchas partes del mundo hubo un acuerdo de paz, o un proceso de paz que no llegó a los cinco años. Y eso que este gobierno del gordo Iván Duque quiso hacer trizas La Paz. 

Yo estuve en noviembre en un STR de las FARC, y vi los incumplimientos del gobierno, no les dieron plata, no les llegaba. Los guerrilleros de ese entorno, con las ayudas que reciben del exterior, tienen proyectos productivos, incluso le alcanzaron a llevar luz a un caserío cercano. Yo los vi, vi sus caras, vi sus anécdotas, y la mayoría son campesinos. 

Entonces, hacen trizas el proceso de paz, ya van como 300 firmantes del proceso asesinados, el cúmulo de masacres es terrible. Con Iván Duque llegó la muerte.

¿Cómo interpreta el fenómeno del paramilitarismo? 

El fenómeno del paramilitarismo tiene muchas aristas. Primero, está una guerrilla que no supo entender que uno de los valores estratégicos en un conflicto de estos es ganarse a la población civil; hicieron atrocidades con la gente campesina, empezaron a tocar intereses de los grandes latifundistas, y estos armaron cooperativas y ejércitos privados, y llegó un momento en el que se les salió de madre.

Obviamente, con la gasolina del narcotráfico y de las economías ilícitas, esto se volvió una masacre de campesinos. Millones de hectáreas de campesinos que eran propietarios, esas sí fueron expropiadas con notario, y mientras el campesino o salía o le compraban a la viuda, el paramilitar iba desplazando, y atrás venía el notario dando fe de que esa tierra podía ser adquirida por un terrateniente. 

El fenómeno del paramilitarismo se convirtió en un partido político, que es el Centro Democrático. Este es afín a todos los intereses del paramilitar y del narcotráfico. No he visto el primer narcotraficante o integrante de estructuras mafiosas, salvo contados casos (los que llamamos “lavaperros”), que sean petristas o de izquierda. Todos son de derecha. En todos los territorios donde permeó el paramilitarismo fueron los centros donde más se votó por Álvaro Uribe Vélez. 

Y hoy, ¿qué diagnóstico hace del paramilitarismo?

El paramilitarismo nunca se ha ido. Hay regiones totalmente copadas por el paramilitarismo, en un contubernio con las fuerzas militares. Incluso ya, y lo digo de buena fuente, existen pelotones del ejército pagados por carteles mexicanos, eso es terrible. Ellos nunca atacan a los paramilitares, como sucede con los guerrilleros, donde han bombardeado 23, 25 estructuras criminales de esta gente, no pasa nada. Porque el gobierno desde el ejército hay un contubernio con estas estructuras. 

Julio, usted ha trabajado con muchos medios en Colombia, ¿qué diagnóstico hace de los medios hoy en día en nuestro país?

La cuestión con los medios es que las nuevas tecnologías les quitaron el poder que tenían de la información. Cuando el internet era muy pequeño, muy básico, nos enterábamos por Caracol, RCN, El Tiempo, Semana, cuando estaba la revista Cambio, y era la visión que ellos nos mostraban del país. El pecado no era lo que mostraban, sino lo que dejaban de mostrar.

Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, nos comunicamos a través de un teléfono celular que convierte en emisor y transmisor a cualquier persona en tiempo real, y se distribuye en las redes sociales como pólvora, incluso las fake news. 

La tecnología ne parece una herramienta importantísima para saber cómo va el mundo, para saber cómo va Ucrania, cómo va el Congo, cómo va el coronavirus. Yo creo que los grandes medios no saben para dónde va este negocio. Eso funcionaba con la fuerza de la publicidad, pero ya los gigantes como Google o Facebook, se quedan con eso, y los medios tradicionales como los conocemos van desapareciendo. Muy poca gente lee el periódico físico. La radio se ha potencializado mucho con los podcasts, que me pareces una barraquera, gracias a la tecnología del streaming y ese tipo de vainas.

¿Cómo ve lo que ha pasado con Semana? Usted tuvo un paso por ahí, ¿qué piensa de esa transformación que ha tenido?

Los grandes medios de comunicación pertenecen a grandes capitales financieros; Luis Carlos Sarmiento tiene El Tiempo, a Semana la tienen los Gilinski, El Espectador tiene a los Santodomingo. Yo creo que son cajas de resonancia para los intereses propios de esas personas, que son los dueños. Pero, con las nuevas tecnologías hay un resurgir de un periodismo más puro, más hecho con las uñas, que son los portales informativos, como La Cola de la Rata o Vorágine, emprendimientos muy buenos, que nos traen historias que los grandes medios de comunicación no pueden ofrecer; por presupuesto no pueden mandar a un periodista a una región determinada porque eso cuesta plata, y estos muchachos lo están haciendo. Y la están rompiendo en muchas regiones. 

Pasando a otro tema, cuando uno ve muchos de estos vídeos y estas entrevistas que les hacen a los candidatos hoy en día, en muchos casos les preguntan su postura frente a las drogas, frente al aborto y frente a la eutanasia, que es un tema que usted vivió en carne propia con su padre.

Es más, en el stand up comedy rifamos tres eutanasias dentro del público [Risas]. Es que cuando cuento la historia de mi papá la gente se pone toda seria, después les suelto esa bomba, y se cagan de la risa. Hay que reírse de la muerte.

¿Qué lecciones le dejó lo que vivió con la enfermedad y la eutanasia de su papá?

Yo creo que muchas, creo que todavía estoy aprendiendo porque yo soy muy huevón. Uno ya viejo viene a descubrir cosas que le dijo el papá. Una de las vainas más bonitas creo que es la dignidad, y tiene que ver con muchas de las libertades a las que debe acceder el ser humano. A la eutanasia, al aborto, al matrimonio gay, a la droga, ¿sí me entiende? Creo que corren tiempos en los que, mientras más libertades existan, es mejor para la humanidad. No es recortando libertades que se logra acabar con los mitos, sesgos mentales que tiene la gente con muchas cosas. 

Eso me dijo que hay una forma digna de morir. En mi familia he visto muchos casos de cáncer, y es una enfermedad tremendamente destructiva, pero si usted puede llegar a un buen término, a un buen fin, a decidir por su vida, llegar hasta aquí, y no quiere sufrir más, perfecto. Si hay otra persona que, por su fe quiere llegar hasta lo último, porque cree que eso la va a salvar en el más allá, pues está muy bien. Es esa la libertad que yo defiendo. 

El aborto me parece perfecto, ¿cómo es posible que existan mujeres y médicos pagando cárcel por ese tipo de cosas? En los prostíbulos, las prostitutas mueren por esos legrados mal hechos. Aquí satanizamos todo, el matrimonio gay, la droga. Deberían legalizar la droga como legalizaron el alcohol, lo mismo.

Julio, uno sabe que el voto es secreto, pero cuando usted es un opinador, la cosa cambia un poco, ¿se puede saber por quién votó en las elecciones pasadas?

Por Regina Betancourt de Liska, del Partido Metapolítico [Risas]. No, mentira. No le voy a decir por quién voté, pero le voy a decir por quién no voté: por el Centro Democrático jamás votaría. 

A mí me parece que hay candidatos nuevos que llegan al congreso frescos, y me encantó que se quemaron muchas de esas ratas viejas, incluso con la ley de garantías comprando votos con esa plata. El partido Liberal, el Conservador y el Centro Democrático sacaron un número importante de congresistas porque compraron muchos votos con el dinero de la ley de garantías. Aún así, al Pacto Histórico y a la gente alternativa, les fue muy bien y tumbaron de congreso a muchas de esas ratas que se estaban engordando y ya estaban viejas de estar ahí. Me parece maravilloso.

Eso del partido Liberal y del partido Conservador puede ser una cosa aterradora, ¿alguna vez ha oído a una persona menor de 60 años decir “yo soy conservador” o “yo soy liberal”?

Salvo los candidatos de ellos en las regiones, no. De todas maneras, esas son como unas castas políticas; “Mi papá fue un congresista liberal, entonces me mete a mí en el tema y yo también soy congresista 20 años después”. Eso es como hereditario. El partido Liberal es una manada de corruptos, al igual que el partido Conservador, sólo que el partido Liberal tuvo un pasado más ligado al pueblo. Las primeras guerrillas fueron las guerrillas liberales.

El Estado y la política se resumen en dos cosas: los votos traen puestos y contratos. Eso es todo. Entonces, cada partido político coge un pedazo del Estado, lo convierte en un fortín burocrático y lo convierte incluso en una caja menor. El tema del narcotráfico y de las bandas criminales está tan desbordado, que ya gran parte de los estamentos del Estado están siendo cooptados por oficinas de cobro. Un ejemplo: La Cordillera o la Oficina de Envigado, en alianza con políticos se toman entes gubernamentales, hospitales, y cosas que tienen presupuesto a la nación, eso es lo verdaderamente trágico. 

¿Qué análisis ha hecho sobre los resultados de estas últimas elecciones?

Esta mañana estaba escuchando hablar a la señora de la MOE (Misión de Observación Electoral), y decía que esto no había sido fraude, y que eran unos errores de los jurados en los formularios E-14, y ese tipo de cosas. Yo le doy, en parte, razón. 

La jugada de sacar a la gente del magisterio de las mesas de votación trajo un montón de chinos, como el nieto de Bessudo, que es un huevón, un pendejo, y mucha gente se pudo haber equivocado. Pero, ¿cómo es posible que alguien se equivoque en una mesa donde votaban 105 personas, y hubiesen colocado 505? Eso no es un error. Eso es un delito. Y yo digo, “no, se me fue uno o dos votos, no encontramos un voto, anulamos mal”, pero el error casi siempre está configurado en el mal diseño que lleva el error de uno de esos oficios que tienen en las mesas. 

¿Por qué todos los errores se dieron para el Centro Democrático? Porque hay equivocaciones masivas con el Centro Democrático, beneficiándolo. Ahí hay una jugadita. ¿Cómo es posible que el día de las elecciones se caiga la página de la Registraduría? Esa es una vergüenza. Me hizo acordar cuando Misael Pastrana y todo su contubernio le tumbaron las elecciones a Rojas Pinilla. Por la noche, Rojas Pinilla iba ganando de manera abultada, se fue la luz, y al otro día amaneció que había ganado el papá de Andrés Pastrana, Misaelito. 

Estamos gobernados por hijos de puta que no quieren soltar el poder. Aquí nunca ha gobernado la izquierda. En los 80 masacraron un partido político, la UP, los organismos de seguridad, el F2, el DAS. Es un Estado criminal. 

¿Usted cree que sí tiene sentido seguir luchando por este país? ¿Cree qué hay esperanza?¿Cree que esto algún día puede cambiar realmente?

Lo bueno de ser un pesimista es que uno queda contento cuando acierta y cuando yerra, eso es lo bueno. De todas maneras hay que hacerlo, no tenemos otro mundo a dónde irnos. Tenemos un país muy bonito, sino que está lleno de colombianos [Risas]. El colombiano es una persona muy querida, pero carga con unas taras de violencia genética; es un país híper violento. Nos acostumbramos a vivir con la muerte, y eso debería cambiar. Ese es el discurso que maneja Petro, él la entendió bien: “¿Y si cambiamos el chip a que la vida aquí tenga precio?”. 

La vida aquí no vale nada. Matan líderes sociales y no pasa nada, la justicia no hace absolutamente nada. El mejor fiscal de la mejor fiscalía del mundo es un pendejo. Esta es como una dictadura disfrazada de democracia porque todos los entes de control los maneja el Ejecutivo. Estamos muy mal gobernados, siempre hemos estado muy mal gobernados.

Ya para finalizar, Iván Duque es el protagonista de su libro Colombia, cuatro años después, ¿cómo decide usted “este tipo es tan malo que merece un libro”?

Esto lo sabe muy poca gente. El día 24 de noviembre se celebraban cinco años de la firma del acuerdo de paz, y me invitaron a la JEP. Yo le doné un tríptico a la JEP, unos cuadros grandes en caricatura. Me invitaron al evento. Yo llegué, era una sala pequeña, afuera estaba lleno de guardaespaldas. Estaba Ernesto Samper, estaba Santos, estaba Claudia López, estaba Juan Fernando Cristo… un montón de lagartos, gente de delegaciones internacionales, y yo estaba atrás. 

A la media hora llegó Iván Duque, entra y no pasa nada. Entra con un séquito de yupis chiquititos, como minions, y me pregunta una muchacha de Honduras, “¿Por qué nadie aplaude al presidente?”, entonces yo le dije, “No, es que es un presidente muy malo”. 

A los cinco minutos, el tipo empieza a saludar al público viniendo hacia donde yo estaba, saludó a Santos. Cuando llega a saludarme a mí, le digo a la señora que nos tome una foto, y cuando volteo, el man ya estaba ahí. Me da la mano, pero el man no me reconoce porque yo tenía tapabocas, pero yo tenía en la solapa la caricatura de la paloma de la paz. Cuando me miró a los ojos, me da la mano como si fuera una pezuña fría; no aprieta, el man no saluda con energía. 

Se asustó, y no siguió saludando de ahí para atrás. Ahí entendí que es un tipo sin carácter, sin ángel, ¿cómo llega un tipo de estos? Hay una historia de una gallina que decapitaron y duró viva como ocho días. Sin cabeza. Esos somos los colombianos. Tenemos memoria de gallina. Nos comemos los mismos cuentos del castrochavismo que nos metieron hace cuatro años; 22 millones de personas aguantando hambre, una economía colapsada que no acaba de colapsar por los dineros del narcotráfico. 

Entonces, yo creo que el hecho de sacar este libro en plena campaña electoral, el hecho de lanzarme con un stand up comedy, no sé si con éxito o con fracaso -en una obra que se llama Cerdocracia, desnudando este mal gobierno de Duque- creo que es un acto de rebeldía y de memoria. 

A la gente se le olvida, somos un país de ignorantes. Hemos sido un país en el cual la educación no ha sido preponderante para nadie. Por eso nos creemos mierdas y nos creemos cuentos cada cuatro años. Creo que es un acto de memoria y de rebeldía ante este tipo, porque realmente los grandes medios de comunicación nos venden la figura de un Duque diferente. Semana lo muestra esbelto, y es un huevón. Iván Duque es un huevón.

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