Vaca Muerta: entre la promesa de la salvación y la amenaza ambiental

En el centro de la atención pública por su potencial como fuente de divisas para la Argentina, el yacimiento patagónico es también un foco de problemas para el medio ambiente. Mirá el porfolio de Pablo E. Piovano

Por  MAXI GOLDSCHMIDT

julio 20, 2022

Pablo E. Piovano

Una torre alta, iluminada. Un petrolero sonriente con el sol en el horizonte, vestido de YPF. Niños que corren felices. Caños largos y anchos y relucientes. Una hornalla prendida. Una ruta y un camión de la empresa que es orgullo nacional y sponsor de Messi. Una foto esperada, tapa de todos los diarios, que dice que acá, en Vaca Muerta, no hay grietas.

Pensar que Argentina pueda prescindir hoy del gas y el petróleo de Vaca Muerta está tan lejos de la realidad como creer que las petroleras y el Estado pueden hacer de ese megaproyecto algo sustentable. El debate suele ser tramposo, como otros aspectos en torno de la industria hidrocarburífera. El negocio del gas y el petróleo, a nivel mundial, cierra para las empresas siempre y cuando los gobiernos hagan la vista gorda en cuestiones cada vez más sensibles. Este artículo no pretende entrar en esas discusiones, evidentemente necesarias, sobre modelos de país y cuestiones técnicas. Solo mostrar parte de esa otra realidad que atraviesa la vida de personas y territorios sin tanta visibilidad.

Mirá el porfolio de Pablo E. Piovano:

EL FUTURO “Mis nietos tienen problemas respiratorios, quemaduras, ampollas. Todo empezó cuando instalaron las torres”, dice Roxana Valverde, que vive en la calle Ciega 10, en Allen, Río Negro, a menos de 500 metros de donde se fractura para extraer gas y petróleo. “YPF nos ofreció plata para que dejemos de protestar, pero no voy a aceptar nada si está en juego la salud de nuestros chicos. Después dicen que Vaca Muerta es el futuro”.

TEMBLORES Sauzal Bonito es un pueblo de 200 habitantes a la vera del río Neuquén y a menos de cinco kilómetros de Fortín de Piedra, uno de los yacimientos de Vaca Muerta. De allí sale el 13 % del gas del país. A Sauzal, con el fracking llegaron los sismos. “Se nos parten las casas, dicen los vecinos”

DESPLAZADOS El ex lonco Albino Campo durante una recorrida por su territorio hoy explotado por empresas petroleras. Los integrantes de la comunidad Campo Maripe tuvieron que afrontar un juicio por “usurpación” cuando su familia vive en el lugar hace más de cien años.

INCIDENTES Obreros petroleros engrasan la máquina perforadora. Esa acción se hace en varias etapas y se llega, en promedio, a los 2.800 metros de profundidad de manera vertical. Luego se perfora horizontalmente, hasta cuatro kilómetros en algunos casos. Los incidentes en Vaca Muerta fueron en el último año más de 2.000 y treparon a 5,6 diarios, según datos de la Subsecretaría de Ambiente de Neuquén.
ROCK & POP Vista aérea de una torre de perforación. Con menos del 10% de su expansión, el megaproyecto Vaca Muerta genera un tendal de conflictos socioambientales: contaminación de aire, tierra y agua, problemas de salud y hasta sismos sin antecedentes en la región.
CAMBIOS Niñas y niños de la comunidad Fvta Yayen juegan frente a una de las torres de perforación que se levantan en su territorio, por donde pasará parte del gasoducto Néstor Krichner. “Antes acá se veían pájaros y animales silvestres, pero no quedó nada”, dice el werken Diego Rosales.
ESPERANDO EL MILAGRO Una procesión en el día de San Cayetano, en Añelo, considerada la capital de Vaca Muerta. Hasta allí llegan familias de todo el país y del extranjero en busca de trabajo en la industria petrolera. Ese pueblo, que en algún momento fue proyectado como “la Dubái argentina”, prácticamente no tiene calles asfaltadas y afronta una profunda crisis habitacional.
NUEVA VIDA Enrique Navarrete vive en la calle Ciega 10, en Allen. A menos de 500 metros levantaron torres de perforación. “Es imposible la vida así: ruido permanente, luz toda la noche, vecinos con problemas de salud”.
DE RIESGO Las ovejas en la entrada de Añelo son otra postal de Vaca Muerta. En el casino del pueblo se ven cotidianamente trabajadores petroleros apostando. Los turnos son de 7 y 14 días corridos y los accidentes son frecuentes.
CLANDESTINOS Pileta con gas sulfhídrico al aire libre, dentro de la comunidad mapuche Newen Kura, a pocos kilómetros de Rincón de los Sauces, Neuquén. “En nuestro territorio hay piletas de petróleo a cielo abierto y grandes basureros sin autorización. Nadie controla nada”, denuncian.
EXPAT Brent es canadiense y al momento de la foto era el jefe de una torre perforadora de Shell en Vaca Muerta. “Vivo tres semanas aquí y tres semanas en mi país”. Extraña a su familia, pero le gusta su trabajo y por las noches sle a correr por caminos de tierra desolados.

Olor a gas, a huevo podrido, que hace doler la cabeza. Trabajadores y habitantes que se acostumbran a ese olor; ya no lo sienten. Mecheros, grandes lenguas de fuego que braman en la noche iluminada de torres. Ese ruido también es Vaca Muerta. Ese gas constante que no será utilizado por nadie, que se quema, que combustiona.  Trabajo. Vaca Muerta genera trabajo. Y energía.

“Mi casa se mueve, está toda rajada. En cualquier momento se nos viene encima”. Noemí Painemil vive en Sauzal Bonito, un pueblito de Neuquén que hace siete años, cuando se levantaron las primeras torres de fracturación, comenzó a temblar. Alrededor de ese pueblo, a orillas del río Neuquén, donde viven 200 familias, hoy son más de 80 los pozos de gas y petróleo. Ya se registraron, por organismos internacionales y científicos del Conicet, más de 300 sismos en la zona. En enero de 2019 el pueblo tembló 37 veces en 36 horas. Y el pasado 9 de mayo vivieron uno de los sismos más fuertes: 4,5 en la escala Richter. “Duró más que los anteriores, mucha gente tuvo que ser atendida por presión alta y ataques de pánico”, dice Hugo Acuña, el único bombero de Sauzal Bonito. El Estado prometió hace dos años colocar veinte sismógrafos. Hasta el momento solo hay dos funcionando.

Desarrollo. Soberanía energética. Futuro. Tecnología.

Una montaña oscura a cielo abierto. Con material radiactivo y metales pesados. Miles de toneladas de residuos petroleros apenas contenidos por unas paredes bajas, a metros de donde se levantan casas precarias. Un basurero clandestino en el corazón de Vaca Muerta. Y otro más. Y otro que no es clandestino, pero cuyos informes de fiscalización revelan un escándalo socioambiental que involucra a funcionarios y empresarios.

Obras de infraestructura. Rutas. Gasoductos. Progreso.

Añelo es el epicentro de la explotación de hidrocarburos en Vaca Muerta. Queda a menos de cien kilómetros de Neuquén capital. Es un pueblo de 8.000 habitantes al que llegan familias de toda Argentina y de otros países en busca de lo que sí hay: trabajo. Lo que falta son calles asfaltadas. Casas. Agua, en algunas zonas. Espacios verdes. Insumos para el hospital y sueldos dignos para el personal de salud.

Añelo son camiones día y noche, sin parar. Perros vivos o muertos al costado de la ruta. Polvo, mucho polvo. Hombres por todos lados, mamelucos de colores que adentro tienen hombres con dedos maltrechos por horas y horas de borcegos. Casino. Casas de madera, techos de nylon, habitaciones en contenedores. Hoteles con estacionamientos que parecen concesionarias de camionetas blancas.

Inversiones. Productividad. Récord absoluto de extracción.

“Mi nieto de siete años tiene problemas respiratorios. A otro le salen quemaduras y ampollas en la piel y tiene problemas estomacales, como muchos de los chicos de acá, que viven con diarreas, vómitos y dolores de panza. Todo eso empezó cuando instalaron las torres”, dice Roxana Valverde, que vive a menos de 500 metros de donde se fractura la tierra para extraer hidrocarburos. En la calle Ciega 10, en Allen, en Río Negro, hace años que las familias denuncian las consecuencias de tener tan cerca a las petroleras.

“La vibración nos raja las casas, se mueven los vidrios y el ruido de las máquinas es insoportable. No se puede dormir. Pero lo peor son los problemas de salud de nuestros niños. Hace unos años vinieron de YPF a ofrecernos plata para firmar un convenio y que dejáramos de protestar. Quieren tapar todo. En el hospital de Allen se negaron a entregarnos las historias clínicas”. El conflicto en la calle Ciega 10 es algo que la petrolera estatal pretende mantener lejos de la opinión pública. Hay una causa judicial que avanza lento, en la que peritos que tomaron muestras de agua fueron recusados por dejar la evidencia en el laboratorio de YPF, que es una de las partes.

Ciencia al servicio del desarrollo de la patria. Autoabastecimiento. Exportaciones.

En Vaca Muerta las propias empresas son las encargadas de informarle al Estado los incidentes ambientales, que sumaron más de 2.000 en el último año y subieron a 5,6 por día en promedio, según los datos de la Subsecretaría de Ambiente de Neuquén. Lo llamativo es que el 58% de esos incidentes, que incluyen importantes derrames de petróleo, tienen un récord curioso: cero metros cuadrados de afectación al suelo.

La guerra en Ucrania favorece a la Argentina. Ahora se abre otra gran oportunidad para el país. “Se habla mucho del gasoducto pero acá todavía no pusieron ni una estaca”, dice Diego Rosales, de la Confederación Mapuche de Neuquén. En su comunidad, Fvta Trayen, donde pasará un trayecto del gasoducto Néstor Kirchner, hace unas semanas hubo otro derrame de petróleo. “Acá eso es común. Por eso las comunidades estamos todo el tiempo en tensión con YPF. Si nadie controlara lo que hacen, esto sería un desastre mayor. Cuando vemos aflorar el líquido arriba uno se pregunta ¿hace cuánto que está escurriéndose para abajo? ¿Cómo puede ser que con la tecnología que manejan no se den cuenta de que se le pinchan los caños? Si en cinco años pasó esto, ¿qué va a pasar en diez, en veinte?”.