El esperado y pirotécnico regreso de Tan Biónica entre hits, llantos y emoción desbordada

La banda volvió a tocar luego de ocho años y empezó a despedirse con el primero de cinco conciertos en tres estadios: Vélez, River y el Único de La Plata

Por  GONZALO BUSTOS

octubre 29, 2023

FOTO: @LA.TEAM_AGENCY

Después que las luces se apagan y el estadio de Vélez Sarsfield queda en penumbras, empieza a sonar “Seven Nation Army”, de The White Stripes. El escenario —una estructura de pirámides de acero, luces y pantallas— parpadea al ritmo del bombo que empuja el oh, oh, oh de casi 50 mil personas en estado de éxtasis. Es el inicio de la gira despedida de Tan Biónica, que vuelve tras ocho años de stand by para dar cinco shows —dos en Liniers, dos en La Plata y uno en River—. Entonces en las pantallas aparece Diega, el baterista que sube al escenario primero, Bambi —el bajista y alma musical del grupo— y Seba, el guitarrista. Todos se meten por la mitad de la pasarela que corta el campo en dos. Cuando la banda ya está montada sobre sus instrumentos, entra Chano Moreno Carpentier —saco de terciopelo verde, la sonrisa chueca y el paso maníaco— y suena esa línea de suspenso del teclado que abre “Hola mi vida”. Y después que Chano termina la primera estrofa prometiendo una noche tremenda detonan unos fuegos artificiales y el keytar de Bambi convierte el aire en una nube relampagueante.

FOTO: @LATeam

Lo que está pasando ahora es un hecho que bien pudo haber sucedido hace casi una década o quizás dos, cuando Tan Bionica empezó a tocar en un bar porteño llamado La Grieta. Es la autoprofecía cumplida de Chano y todo el grupo, que diseñó su música para ser una banda de estadios. El sonido pop, pregnante y bailable. Las melodías que se insertan en el inconsciente. Las potencia de las letras con frases definitorias y empáticas, capaces de encapsular el sentir de buena parte de una generación y su tiempo: Tan Biónica fue la banda que supo definir el pulso —bailable— de unos años —los de mediados de la década pasada— donde la música argentina tenía la brújula girando hacia un horizonte desconocido.  

FOTO: @LATeam

Con “Beautiful” sigue un bloque que parece pensado para sintetizar el imaginario del grupo y poner a cantar a los gritos a su piberio bionico. Y es, también, un segmento que muestra la potencia de una banda que con sus cuatro miembros es capaz de sostener la energía de un estadio sold out. Después de “Loca”, con Chano al teclado, se lanzan a un set de canciones semi-acústicas y de romances rotos al borde de la pasarela: desde “12 pétalos” hasta “Luna de Tucumán” en una versión folk con bombos y cuerdas de sequedad pampeana.

@LATeam

El segundo acto inaugura una rave a cielo abierto, con un Chano que poco guarda de ese paso psicótico que supo mostrar, pero que a pesar de ese estado de control que parece manejar hoy sigue siendo un frontman depredador: un tipo nacido para poner a sus pies a un estadio. “El duelo”, “Ella” y “Vidas perfectas” se entrelazan bolicheras y frenéticas.

@LATeam

Como Chano —y todo Tan Bionica— saben subir, también saben bajar. El acto tres empieza con Bambi solo, en medio de la pasarela con su guitarra cantando “Pastillitas del olvido”. Se lleva la ovación y después presenta a Chano. Cuando entra, la noche se rompe. Los hermanos se abrazan. Los aplausos los cobijan y Chano empieza a hablar. “Cuando era chiquito mi sueño era tocar en un estadio”, dice y se le corta la voz, pero sigue diciendo que en estos años aprendió la importancia de “ser buen hermano, buen amigo, buen hijo” y ya no puede contener el llanto. Llora por lo que le pasó, por lo que fue y por lo que le pasa en este instante. “Gracias a todos los que rezaron por mí en los momentos feos”, es lo que dice cuando el llanto ya es como el de un niño de jardín de infantes. Y en el silencio húmedo entran las cuerdas suaves de “Las cosas que pasan” que, claro, suena emotiva y viene a cerrar la narrativa de vida de Chano, la de recorrer un destino imperfecto. Para coronar el estado de fragilidad de este set de canciones enganchan “Obsesionario en la mayor”, otro hit definitorio del grupo. Una melodía épica y tensada en la angustia de la soledad, con una línea entonada de forma sensible —”Libertad, mi casa es un desastre y mi vida un poco más”— que refleja la fuerza pop de Tan Biónica, que reside en la capacidad de hacer una letra que se repite como mantra con los años y que está acunada por una melodía que remonta a la primera vez que la escuchaste.

@LATeam

Aprovechando el momento de flashback y emoción, Chano y Bambi terminan en el centro del campo, en un escenario de un par de metros cuadrados, con piso de luces, un teclado, una banqueta y una guitarra acústica. Un lugar que armaron para tocar algunas canciones de sus comienzos en formato despojado, pero que comienza con un hit algo ajeno: “Claramente”, de los años solistas de Chano pero que podría colarse en el repertorio biónico. Después pasan “Poema de los cielos”, “La ensalada”, “Madrugaditas” y “Novia biónica”, la primera canción del grupo.

@LATeam

Van dos horas de show cuando la banda vuelve a desaparecer. Suena música electrónica, el escenario relampaguea en colores. En las pantallas hay un maniquí navegando en un mar plateado. Y de pronto, “Ciudad mágica”, Tan Bionica, papel picado en el cielo, humo estallando. Cuando todo indica que es el final, que no puede haber mucho más, Chano dice que ellos son una banda de hermanos y que querían invitar a otra banda de hermanos a su show y da la bienvenida a los Sardelli. Con Airbag —que tendrá su propio show en Vélez en diciembre— en escena arremete una versión cargada de guitarras de “Arruinarse” y el éxtasis es general. Pero hay una más. ¿Cómo se despide Tan Bionica de su noche despedida? Con Chano diciendo, una vez más, que “este era nuestro sueño, el sueño de nuestra vida era hoy” y el estadio se derrite cuando suena “La melodía de Dios”.

CONTENIDO RELACIONADO