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El Eddie Van Halen que nadie conocía

Durante los últimos cinco años de su vida, el ícono del rock se escribió en secreto con un experiodista musical, dejando correr chismes, quejas, miedos e ilusiones, revelándose como nunca antes

EDDIE VAN HALEN EN 2015. ETHAN MILLER/AFP

agosto 4, 2022

“¿Cómo está Michael Anthony?”, es lo primero que le pregunto a Eddie Van Halen, el legendario guitarrista de la banda de rock que lleva su apellido. · Más bien, es lo primero que le digo a alguien que puede -o no- ser  Eddie Van Halen, y es que ¿a quién estoy engañando? No es posible que el verdadero correo de Eddie Van Halen esté disponible para cualquiera en una base de datos pública. E incluso si fuera así, Eddie Van Halen no usaría una cuenta de America Online. · En otras palabras, no puede ser él. No hay caso. Por esa razón, el primer correo que le mandé es bastante tonto. Los que están familiarizados con la historia de Van Halen saben que Anthony, el bajista original de la banda, no solo tuvo que irse de Van Halen en 2006 sino que, además, fue reemplazado por el hijo de Eddie, Wolfgang. Y eso pasó sin que nadie se molestara en avisarle (o al menos así es como lo cuenta el mismo Anthony). Entonces, mi correo de presentación empieza con el tipo de cosas que verías en la pancarta de un fan de Van Halen tradicional durante un concierto, solo para molestar al reemplazo del bajista.

Pero no es solo un fan. En otra vida fui periodista musical, incluyendo un tiempo como editor de la web de Rolling Stone. En esos días pude entrevistar a todos, desde Ozzy Osbourne hasta Diddy, pero ya estamos en 2015 y hace más de una década que no tengo el trabajo de mis sueños. Hoy trabajo como investigador de mercado para una compañía de seguros de salud, observo tablas de datos hasta que me lloran los ojos y vigilo las menciones en las redes sociales de mi jefe, que incluyen comentarios rabiosos sobre cómo solo “mierdas falsas” y “#cabrones” trabajan allí.

Enviar correos como el que acabo de mandarle al potencial Eddie Van Halen para mí es una especie de pasatiempo, un ejercicio de nostalgia cuando la monotonía de la jornada laboral se vuelve demasiado difícil de sobrellevar. No hace mucho, descubrí que una vieja cuenta que tenía en LexisNexis (un directorio que usan abogados y periodistas para recabar, entre otras cosas, antecedentes penales, dirección, números de teléfono y, sí, correos electrónicos de una persona) no había sido dada de baja. Primero se me ocurrió buscar a un par de mis exes, luego busqué a las estrellas de rock. Por curiosidad, me puse en contacto con los que Nexis me dijo eran Gene Simmons, Eddie Vedder, Stevie Nicks y casi todos los miembros de los Guns N’ Roses originales; pero ninguno me contestó. Entonces, envié el correo con el comentario molesto sobre Michael Anthony el domingo 31 de mayo de 2015 a las 5:00 en punto. Y pensé que no iba a pasar de ahí. Pero, 51 minutos después, me llegó la notificación de correo nuevo. Con esa respuesta empieza una correspondencia de más de cinco años que cambiaría mi vida.

En realidad, no vi el correo hasta el lunes por la mañana, cuando llegué al trabajo. “¡¡No es tan bueno como Wolfgang Van Halen, ni lo será nunca!! Y aparte, ¿quién carajo eres? ¡¡Lo sabrías si tuvieras oídos y cerebro!!”. Sea Eddie o no, es bastante protector con Wolfie. Otro dato: la hora de envío del mail fue a las 6:46 p.m. Y algo un poco exagerado de mi parte: la persona que escribió el correo usa signos de exclamación dobles, de la misma manera en que lo hace Van Halen en la canción ‘Everybody Wants Some!!’. Ese detalle siempre me molestó muchísimo y, francamente, me hacía disfrutar menos de la canción. La mayoría de la gente normal usa uno o tres signos de exclamación para dar énfasis o volumen. ¿Pero dos? Empecé a creer que esta persona es Eddie Van Halen, o el mejor imitador de Eddie Van Halen del mundo.

Pero otra cosa que noté es que, junto a la dirección de correo, había un nombre: Edward Van Halen. Pero no, me dije que no caería tan fácil, si me quiere tomar por tonto, que se esfuerce un poco más. Así que respondí de inmediato, agregando una referencia a A Different Kind of Truth de Van Halen, que había salido tres años atrás, su primer álbum con David Lee Roth desde 1984, y siete de sus 13 canciones se remontan a mucho antes de su debut homónimo de 1978.

“De igual manera arruinaste la formación clásica de la banda y, con el debido respeto para tu hijo, con la voz de DLR hecha mierda, ahora necesitas a Anthony más que nunca. ¿Y qué tal algo de música nueva, algo que no tengas escrito, digamos, desde 1975? ¡Vago!”.

Mi pregunta pareció haber tocar una fibra sensible. Unas horas más tarde, me llegaron cinco correos nuevos. Son lo que se conoce técnicamente como flujo de conciencia, párrafos sin forma ni estilo, llenos de rabia e incredulidad, y los leí rápido. El remitente decía, “no puedo controlar la voz de Roth” y se burla de mi solución provisional de que Anthony se reincorpore a la banda para cubrir las deficiencias vocales de Roth. “Y ahora resulta que Mike es la ‘voz principal’”, comentó en un correo. “Suena como Mickey Mouse, tiene un registro muy alto, punto”. Después culpó a Roth por dejar la banda en 1985 y lamentó la decisión de traer a Sammy Hagar para reemplazarlo ese mismo año: “Una vez que llegó Hagar, ya no fue lo mismo”.

TOP OF THE WORLD: Eddie Van Halen con su característica Frankenstrat en 1978.
Fin Costello/Redferns/Getty Images

El correo final decía: “Lo último que diré es que, cuando Hagar se fue, Mike se fue con él, en vez de quedarse con Alex y conmigo. Fue una traición tan grande como la de Roth, que nos tomó por sorpresa yéndose. ¡¡Ninguna la vimos venir!! Solo quedábamos Alex y yo, Wolf también estaba y [fue] divertido. La vida es un constante cambio. No puedo controlarlo todo, nadie puede. Si pudiera, cambiaría muchas cosas, empezando por no probar el alcohol jamás, y tal vez seguir tocando el piano en lugar de la guitarra”. Mierda, era mucho de golpe. ¡¡Y esos malditos dobles signos de exclamación!!

Sin incluir la época de Mammoth, anterior a Van Halen, en 2015 se dio la cuarta reencarnación de la banda, con Eddie y su hermano Alex en la batería como miembros constantes. Esta formación empezó cuando Wolfgang tuvo permiso de su papá y del tío Alex para llamar a Roth y preguntarle si le gustaría tocar un rato con la banda. Roth estuvo de acuerdo, y fueron Eddie, Alex, Wolfgang y Roth desde entonces. Como Roth le dijo a la multitud en un concierto de la gira de 2007, la alineación es “tres partes original y una parte inevitable”. Pero fue la alineación clásica, con Anthony en lugar de Wolf, la que vendió 57 millones de discos gracias a las omnipresentes canciones de rock clásico como ‘Jump’, ‘Unchained’ y ‘Dance the Night Away’.

La banda duró así desde 1974 hasta que Roth renunció en 1985 para tratar de convertirse en director de cine (fracaso rotundo) y artista solista (éxito moderado). Si incluimos las dos nuevas canciones con su firma en Best of Van Halen Vol. 1 de 1996 y una estrepitosa aparición en los Video Music Awards de MTV del mismo año, este período marca la tercera temporada de Roth en la banda. Aun así, lo cierto es que Eddie y Roth nunca se llevaron bien. Durante los muchos años que Roth pasó fuera de la banda, Eddie ni siquiera lo mencionaba por su nombre, sino que se refería a él como “el muchacho que teníamos antes”, “cierta persona” o, de vez en cuando, “zirconia cúbica” (el material con el que se fabrican diamantes falsos y una referencia a su apodo “Diamond Dave”). Roth, con el mismo grado de madurez, una vez dijo que tenía la tarea de reemplazar a los tres miembros de su “última banda”, para su primer disco de solista.

Aparte de Roth, entre los enemigos de Eddie se cuentan el alcohol, el tabaco y el cáncer. Empezó a beber muy al comienzo de su carrera como una forma de “controlar” su ansiedad y, a pesar de muchos intentos de dejarlo, la verdad es que nunca lo logró. Hizo un gran esfuerzo cuando Wolf se unió a la banda, pero tuvo una recaída justo antes de la gira de 2007; tuvieron que cancelar conciertos y Ed volvió a entrar en rehabilitación. Finalmente, y después de años de recaídas, estaba sobrio. En medio de todo esto, en 2000, Eddie se enteró de que tenía cáncer de lengua, que después se extendió a su esófago; dos años más tarde, y tras una intervención en la que se le extirpó un tercio de su lengua, el cáncer le soltó las garras.

Teniendo en cuenta todo lo que ha soportado el verdadero Eddie Van Halen, y dada la remota posibilidad de que realmente fuera él, sentí que era momento de suavizar el tono. “Discúlpame… no quise molestarte”, respondí 21 minutos después de su último correo. “Tal vez Mike estaba enojado porque VH estuvo sin hacer nada durante años… Quiero decir, ¿cuánto les llevó hacer Truth? ¿15 años? Solo digo…”.

Con David Lee Roth en 1984. Al siguiente año, Roth renunció y comenzó su carrera solista.
Andy Freeberg/Getty Images

Y acá es donde realmente picó. Después de repetir “esto es lo último que voy a decir”, mi corresponsal dijo mucho, mucho más. Dijo de todo, lo suficiente para confirmar que quien me estaba escribiendo era el verdadero Eddie Van Halen. (Un representante de Van Halen afirmó que la banda y la familia de Eddie se negaron a hacer comentarios sobre la correspondencia que mantuvimos. Un representante de Wolfgang también se negó a comentar). Ese mismo día me dijo que se enojaba “porque siempre soy yo el que tiene la culpa de todo”. Entonces se dedicó a destripar a Roth meticulosamente, otra vez.

Truth tardó mucho por él, y estoy incluyendo los demos”, comenzó a decir. Por esa misma razón, la banda “no hizo nada más que un disco en vivo [Tokyo Dome Live in Concert de 2015] en tres años”. Me explicó que el músico en cuestión solo quería estar en el escenario haciendo su “payasada de vodevil”, después dijo que “Roth está loco” y que le dejó de interesar el rock & roll, por lo que grabar música nueva era casi imposible. Al músico solo le gusta “la música para bailar”, dijo, y “odia a bandas como AC/DC”. Después agregó que Roth llamaba a los fans “analfabetos culturales. Y yo sería uno de ellos porque me encanta AC/DC con toda su simplicidad”, continuó diciendo que ellos inspiraron muchas de las canciones que él escribió para Van Halen, incluyendo ‘Panama’, ‘Drop Dead Legs’ y ‘Good Enough’. Pero como a Roth no le gusta su música, “no hay salida. Es muy frustrante. Si la gente supiera la verdad, no creerían las mierdas que pasan y lo que tenemos que aguantar. ¡¡Soy demasiado viejo para toda esta mierda, la puta madre!! ¡¡Realmente me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero son como son!! ¡¡Saludos, hombre!!”.

Me sentí un poco abrumado. Para creer que este no fuera Eddie Van Halen, tendríamos que imaginar que un doppelgänger de EVH estaba al acecho con la esperanza de que un inocente troll de internet averiguara misteriosamente su dirección de correo para bombardearlo con preguntas de fanático. Sería algo muy loco, nivel QAnon. Pero, de nuevo, ¿por qué? ¿Y por qué yo? Entonces, casi exactamente 48 horas después del primer correo, se lo pregunté.

“¿Sabes qué? Yo siempre me hice la misma pregunta y en realidad hay un par de razones”, comenzaba su respuesta. “La primera es que, cuando hacemos entrevistas, no podemos decir la verdad, porque si dijera en una entrevista lo que te conté, ciertas personas se enojarían”. Y dado que la banda parecía estar trabajando bien, vista desde afuera, “no sería bueno decir que creo que nuestro cantante principal es un idiota”. ¿Y la otra razón? “¡¡Es una especie de terapia decirle toda la verdad a alguien que ni siquiera conoces, a través de internet!! ¡¡¿Tiene algún sentido para ti?!!”.

Bastante convencido de que estaba hablando con Eddie Van Halen, decidí decirle mi nombre. Y mis credenciales periodísticas también. Le dije que era un gran admirador de Van Halen, y que esperaba conocerlo cuando la banda tocara en Tinley Park, unos cien kilómetros al sureste de mi casa a las afueras de Chicago. “Bueno, ¡¡hola, Blair!!”, el potencial Eddie Van Halen me respondió. “¿Eres hombre o mujer? Conozco a una tal Blair que es chica, ¡¡y a dos que son hombres!! Ed”. Ed. Por primera vez se despidió como “Ed”. Me sentía como si me hubiera ganado la lotería, podía llamarlo “Ed”.

De todas las bandas que me gustaron alguna vez, Van Halen fue la primera que era innegablemente genial. Tenía 12 años y me estaba alejando de Air Supply, Christopher Cross y otras cosas de principios de los ochenta, acercándome a Styx, REO Speedwagon y Journey, que me parecían mucho más geniales en ese momento. Pero entonces, un día en la cafetería del colegio, un amigo hizo una travesura: sigilosamente metió el casete del primer disco Van Halen en el diminuto radio de la barra del lugar, y apretó play. Mierda, lo que fue eso. Incluso con parlantes que dejaban mucho que desear, fue una locura.

De los cuatro miembros originales, Ed siempre me pareció el más misterioso. Principalmente se debe a los irrepetibles legatos, que hacía fluir desde su guitarra Frankenstrat roja, blanca y negra, hecha a su medida. O a las caídas en picada con la palanca del trémolo, o al tapping con ambas manos, que popularizó, y que involuntariamente ayudó a dar forma al incipiente hair metal. En cualquier época del rock & roll, pasada, presente o futura, Ed estará adelantado a su tiempo.

“Cuando Hagar se fue, Mike se fue con él. Fue una traición como la de Roth. ¡¡Ninguna la vimos venir!! Solo quedábamos Alex y yo”.

Pero, a diferencia de su maestría musical, su discurso verbal es generalmente dócil y, a veces, parece mecánico. Es como si nunca supiera qué responder a las preguntas repetitivas sobre cómo se siente ser un dios del rock. En 1988, a MTV le dijo: “Está bien, pero soy solo un punk que toca la guitarra”. Por lo general, Ed ha tenido cuidado de no criticar a Roth en sus entrevistas, y llevaba desde 1982 mordiéndose la lengua. Durante una entrevista con la revista Guitar Player para promocionar el lanzamiento de Diver Down, le preguntaron por qué había tan pocos solos de guitarra en el disco. Ed respondió: “Dave dijo, ‘Basta de solos de mierda’”, que es como si Dennis Rodman le dijera a Michael Jordan, “Deja de colgarte del aro”. “Es un egocéntrico”, siguió Ed antes de coserse la boca: “Él siempre fue, no sé, lo que sea…”. Y después agregó: “Si publicas esto, voy a ir tu casa y personalmente te daré una patada en el culo”.

Tal vez hubiera sido mejor mantener la boca cerrada en cuanto a su cáncer de lengua. En lugar de culpar a su adicción a la nicotina, afirmó que era el resultado de vivir con la púa de bronce o cobre entre los labios. Más tarde le dijo a Howard Stern, “Curé mi cáncer de una manera que no es exactamente legal en este país. Te lo diría, pero no quiero ir a la cárcel”. Hagar ofreció más detalles en su autobiografía. “[Ed] me dijo que se curó licuando e inyectándose pedazos de su lengua. También me dijo que cuando le pusieron una prótesis de cadera, se quedó despierto durante la operación y ayudó a los médicos a taladrarle el hueso. Está chiflado”.

Ed no me dijo nada tan escandaloso, pero que haya sido tan abierto conmigo –un extraño que le mandaba correos– me llamó la atención. Nos estuvimos escribiendo con frecuencia desde mi sarcástico mensaje de presentación, y me sentía como el concursante de un reality show de citas: era hora de ver si funcionaría en la realidad real. Van Halen estaba preparando su primera gira en dos años, en la que tocaron para unos 15 mil fans cada noche. En la décima parada de las 41 fechas del tour, Ed y yo agendamos para conocernos. Antes de vernos, me dijo que le hicieron una endoscopia y una biopsia de esófago, y que ya estaba finalmente curado del cáncer. “¡¡Yuppiii!!”, me escribió. “Eso es más importante que cualquier otra cosa. ¡¡Si no tienes salud, no tienes nada!!”.

Di por sentado que Ed estaba perfecto de salud. ¿De qué otra manera un sesentón que no se despega del cigarrillo electrónico pensaría en tocar dos horas de corrido cada día durante 41 noches en pleno verano? A medida que se acercaba la fecha del concierto, Ed también confirmó lo que ya pensábamos que era cierto: él y Roth no se llevaban bien. Hasta hace poco, decía que Roth al menos habló con Alex, pero ahora los hermanos no tienen ninguna comunicación con él. “No sé qué le hice, pero la cosa es así”, y agrega: “No me sorprendería si de alguna manera se enoja en el escenario y hace algo muy, muy estúpido”.

No solo era Ed y Roth quienes estaban incomunicados, y antes de que la gira arrancara el 5 de julio en Auburn, Washington, Ed me dijo: “Tengo la sensación de que Roth no va querer cantar ninguna de nuestras canciones menos conocidas. Pero deberíamos hacerlas igual, ¿qué piensas tú?”. Me pareció una locura. Roth no canta, eso lo sabemos todos, pero… ¿un karaoke Van Halen? Ed intentó aclarar su punto: “Estoy hablando de pedirle a la audiencia que las coree, decirles que Roth no quiere cantar esas canciones”, comenzó. “Y si se ponen como locos, les digo que vamos a pasar los próximos 15 a 20 minutos a solas, ustedes y nosotros, sin Roth. Creo que eso lo obligará a bajar la cabeza y, si no, puede ser divertido sin él”.

Afortunadamente, Roth reflexionó y, que yo sepa, cantó todas las canciones en todos los conciertos, incluido el que yo estaba esperando el 24 de julio en el Hollywood Casino Amphitheater en Tinley Park, Illinois, donde finalmente conocí a Ed. Fui con mi amigo, el fotógrafo de rock Barry Brecheisen, que también fue a tomar fotos. Estábamos apoyados contra la pared que divide la zona del backstage, mirando las puertas de color gris que dan a los camerinos, las oficinas de producción y del operativo de seguridad, la zona de vestuario y utilería. Por ese pasillo salió Ed. Antes de este momento, lo más cerca que había estado de él había sido 27 años atrás, durante mi primer año de la universidad, en la tercera fila de un concierto de la gira de OU812. Llegué a agarrar en el aire una púa que Hagar lanzó.

Algunos todavía ven a Eddie Van Halen como el hombre con pelo castaño largo y despeinado, tirantes y una sonrisa pícara de mil voltios de intensidad. El galán todo sonrisas del video de ‘Jump’, que siempre tiene un truco bajo la manga. Solo una parte de eso se mantenía cierta: seguía siendo delgado, pero tenía el pelo corto y gris. El día del concierto caminó lento, ligeramente encorvado, acunando cuidadosamente a su mascota Kody, como si le hubieran pedido que lleve el maletín nuclear a algún lado. Aun así, se le veía tranquilo, despreocupado. Entró a su camarín, y poco después nos dijeron que también podíamos entrar. Caminamos lentamente hacia la puerta, cuando el músico abrió primero y preguntó con entusiasmo, asomándose: “¿Cuál de los dos es Blair?”

“Yo”, le respondí, ahora a solo unos centímetros de distancia. Me miró de arriba abajo rápidamente, esbozó su famosa sonrisa y luego me agarró para darme un gran abrazo. “No eres como te imaginaba, la verdad”, dice aún sonriente. Pero no le pregunté qué había esperado, quizá esperaba que fuera más alto.

MEJORES DÍAS Con Sammy Hagar en 2004. Después de años de pelea, se reconciliaron antes de la muerte de Eddie en 2020.
Jon Hill/MediaNews Group/”Boston Herald”/Getty Images

Estuvimos solos los tres en su camerino apenas iluminado. Algunas guitarras estaban apoyadas contra la pared, aunque ninguna la reconocí de inmediato entre los recuerdos de las revistas Creem o los muchos videos musicales de Van Halen. También había un perchero móvil en una esquina, pero no tenía nada colgado. Los tres nos sentamos en un enorme sofá negro de cuero y, casi de inmediato, Ed retomó justo donde nos habíamos quedado en los correos.

“A la mierda con Roth”, dijo furioso, sacudiendo la cabeza. Mientras despotricaba sobre las partes vocales de Roth, su jerga y acento de surfista coincide con la voz que escuché en innumerables entrevistas, como si estuviera conservado criogénicamente desde los 70. Después de unos 15 minutos que Ed dedicó a tirar mierda, nos dijeron que era momento de irnos, justo cuando entraba un pequeño grupo de niños. No sabíamos nada de ellos, pero era evidente que estaban enfermos, y la visita era algo parecido a una campaña para hacer sus sueños realidad. Fue conmovedor verlos, y me distraje tanto, que casi me olvidé de pedirle una foto a Ed, que además me regaló una púa y firmó mi CD de Fair Warning. Antes de irme, me pidió que le escribiera para decirle cómo me había parecido el concierto, y nos abrazamos por última vez. Pensé en que la próxima vez que lo viera, iría con mi hijo para que también lo conociera.

Después de la gira, le rogué a Ed que le diera la oportunidad de volver a Hagar, principalmente porque todavía puede cantar, a diferencia de Roth. Pero me contestó que Mike sería parte del paquete si Hagar volviera, “¡¡y no sé si estoy para eso, ahora que está Wolf!!”. Cuando Roth dejó Van Halen, sus zapatos no le quedaron para nada grandes a Hagar. La alineación, conocida coloquialmente como “Van Hagar”, lanzó cuatro discos más y recaudó 27 millones en ventas gracias a canciones de “amor” como ‘Why Can’t This Be Love’, ‘Love Walks In’ y ‘When It’s Love’.

En los años siguientes, a Hagar lo echaron (si creemos su versión) o renunció (si le creemos a Ed). Por poco tiempo fue reemplazado por Roth, antes de que Van Halen recurriera a su tercer cantante principal, el exlíder de Extreme, Gary Cherone. Pero lo echaron después de solo un álbum. Después vino otra gira caótica con Hagar, y la última en la que estuvieron tanto él como Anthony.

Es posible que la hostilidad de Ed hacia Hagar estuviera más arraigada que la que sentía por Roth, y era de una naturaleza totalmente diferente. Cuando se trataba de Roth, las diatribas de Ed se concentraban en sus capacidades como cantante y en su egocentrismo de estrella de rock, mientras que sus ataques hacia Hagar tenían como punto central su avaricia y su sed de publicidad (”todo es dinero para Hagar”, dijo en un momento refiriéndose a su exitosa marca de tequila. “¡¡Usó la banda para hacerse publicidad!!”). Tal como Ed veía las cosas, Hagar “no puede abrir la boca sin decir Van Halen”. Cuando recién había empezado su propia banda, Chickenfoot, según Ed, “en lugar de hablar de su nuevo grupo, se la pasaba diciendo que eran mucho mejores que Van Halen. Entonces, en realidad es nuestro promotor más importante”. (Los representantes de Roth y Hagar se negaron a hacer comentarios para Rolling Stone).

El 26 de enero de 2016, Ed cumplió 61 años. Le escribí para felicitarlo, y poco después, le envié una captura de pantalla de Hagar, también saludándolo por su cumpleaños en Facebook; y lo mismo después, en Twitter. El mensaje incluía una foto de Hagar y Ed juntos en el escenario. El músico parecía genuinamente sorprendido y decidió responderle, sabiendo que “de seguro habrá lío”.

Y no se equivocó. Ed le agradeció los saludos a Hagar en Twitter y, de inmediato, el Internet se puso nervioso. Todo el mundo, interesado o no en Van Halen, comenzó a conjeturar que Hagar volvía a la banda. El mismo Hagar se sorprendió con la respuesta de Ed y llegó a verificar con allegados a la banda que realmente fue él quien le había respondido, según me contó más tarde Ed. Meses después, seguían los rumores del regreso inminente de Hagar. El 13 de octubre, cinco meses después de empezada nuestra correspondencia, le dije a Ed que era el cumpleaños de Hagar, pero que si él le desea feliz cumpleaños en Twitter, todos iban a dar por hecho que los rumores son ciertos. “¡¡Entonces mejor no lo hago!!”.

En agosto de 2017, como paso previo a suministrarle inyecciones de células madre, los médicos le hicieron una resonancia magnética del cuello y la espalda, descubriendo ganglios linfáticos inflamados. Después le hicieron una tomografía computarizada, que mostró una masa en el pulmón, pero al hacer una búsqueda invasiva, no encontraron nada. Su médico quedó perplejo y le dijo a Ed que, sea lo que sea lo que apareció en la tomografía computarizada, el 70 % de las veces resulta ser cáncer, pero esta vez no era así. “¡¡Lo único que sé es que soy un suertudo hijo de puta!!”, me escribió en un mensaje de texto.

20 días después, le escribí para asegurarme de que todo seguía bien. No recibí una respuesta esa noche, lo que viniendo de él me llamó la atención, pero no le puse mucho cuidado. Ya me respondería. Al día siguiente, estaba en mi casa escuchando a R.E.M. y revisando Facebook, cuando sentí la vibración de un nuevo mensaje: era Ed. Cuando le pregunté cómo andaba, esperaba que me respondiera algo así como: “Todo bien, amigo, ¿cómo vas tú?”. Era lo usual y siempre me hacía sentir bien. Amigo. Pero esta vez no. “Tengo cáncer de pulmón”, me dijo, estaba en la etapa 3. Me sentí mareado, pero lo releí para confirmar.

En octubre de 2017, Ed comenzó lo que sería un ciclo de viajes frecuentes a Europa para tratamientos que no están disponibles en los Estados Unidos. Creo que nadie lo sabía, además de la familia y los amigos cercanos. Le deseé lo mejor, ansioso por escucharlo decir, una vez más, que todo había sido un error. Y Ed me informaba al detalle, usando terminología tan específica que mi esposa, asistente médica, tuvo que simplificarlo para mí. Fue a Alemania y Suiza para convertirse en un conejillo de indias en un intento desesperado por prolongar su vida. Se sometió a una intervención en la que dice haber sentido “cómo dos manos me sacaban una bala del pecho”.

“Puede que los subamos a todos; Wolf abre, Roth y Hagar alternan en las demás canciones, ¡¡y en algún momento metemos a Mike!! ¡¡Cosas más extrañas han sucedido!!”.

Hice de todo por mantener el buen humor, pero no sabía cómo, ni siquiera sabía si debía abordar el tema de su salud. No todo se trataba de Roth o Hagar o de la infame cláusula de gira, que le prohibía a los promotores tener M&M´s cafés en los camerinos de la gira mundial de Hide Your Sheep de 1982. (“Tuvieron que contratar a un grupo de mujeres con redes para el pelo y guantes, para que sacaran todos los dulces cafés”, me escribió Ed. “Fue divertido verlo, ¡¡era como una pequeña línea de montaje!!”).

A menudo, hablábamos de cualquier cosa. Ed se vio House of Cards antes que yo, en junio de 2017, y al año siguiente le devolví el favor: “¿¿Hay nuevos episodios sin ese tipo??”, me preguntó refiriéndose a Kevin Spacey, para ese momento, ya caído en desgracia.

En otra ocasión, durante un día caluroso de verano, recibí un recordatorio de Facebook de que habían pasado exactamente tres años desde que Ed y yo nos conocimos en Tinley Park. Le mandé una foto de él y Wolf en pleno show, y me hizo preguntarme cómo se vería, por lo que le pregunté si usaba una entrada VIP para evitar que lo reconocieran en los hospitales que frecuentaba. “La gente ya no me reconoce como en los 80 o 90”, respondió. “Como mucho me miran como preguntándose si soy o no soy. Cada tanto alguno se acerca a preguntármelo, o a veces paso de largo y escucho que alguien dice: ‘¡¡Mierda, era Eddie Van Halen!!’”.

En diciembre de 2018, Roth hizo una entrevista con Vulture en la que dio a entender que habría una gira de Van Halen con la alineación clásica (es decir, Anthony en lugar de Wolf). Específicamente mencionó el estadio de los Yankees como una parada de la gira, así como a un puñado de bandas que podrían unirse a Van Halen en el concierto en el Bronx, incluyendo a Metallica, Foo Fighters y Guns N’ Roses. Mi intuición me decía que era del tipo de rumores exagerados que, típicamente, comienzan con alguien muy aburrido comentando en Reddit. Ed no me había dicho nada sobre el tema, y ciertamente no estaba en condiciones de tocar. Rápidamente, puso fin a las especulaciones: Roth se apresuró de manera imprudente, me dijo. “¡¡Le dije [a Roth] que no iba a pasar hasta que yo estuviera bien como para un concierto!!”, afirmó. “¡¡Y todavía no es el momento!!”.

Me podía imaginar las emociones encontradas que sentía, porque como si no tuviera suficiente, ahora tenía que hacer control de daños mediático y buscar un bozal para Roth, además de curarse. Pero no tenía nada de eso, apenas si aguantaba. “¡¡Me siento para la mierda!!”, dice. “¡¡Baja hemoglobina y desfase horario!! ¡¡Qué buena combinación!!”.

No obstante, sin importar lo mal que estuvieran las cosas, Ed nunca pareció perder la esperanza. Fue una lección de humildad ver a alguien que estaba tan cerca del final comportándose como si todavía estuviera por empezar el partido. Hace un par de años, antes de que volviera el cáncer, me dijo que su prioridad número uno era que “Wolf terminara su disco [solista]”, y agregó: “¡¡Todo lo demás está en un segundo plano!!”. No le di mucha importancia, pero ahora se veía frágil, agotado y ya no podía saltar como en sus buenos días, pero estaba lleno de energía.

Me contó que el compositor de cine Hans Zimmer le acababa de pedir hacer el tema principal para Top Gun: Maverick, Keanu Reeves también quería que hiciera algo para una de sus películas de John Wick, y su amigo Bryan Adams quería hacer algo con él. “Para mí es putamente emocionante”, me escribió el 22 de septiembre de 2019. “No es el final de nada, ¡¡es un comienzo completamente nuevo!!”.

Mientras tanto, Roth volvió a romper la ley del silencio de la banda y públicamente habló sobre la salud de Ed. Ese mismo mes, en una entrevista dijo: “Seguramente, soy la cara de Van Halen a partir de ahora. No estoy seguro de lo que está pasando con Ed, pero no creo que pueda hacerse cargo esta vez”. El mes siguiente, Roth aumentó su apuesta al decirle a otro entrevistador que Van Halen, a efectos prácticos, se había acabado. “¡¡Van Halen NUNCA va a terminar!!”, me dijo Ed. “Él es quien está acabado HACE MUCHO TIEMPO!!”.

Tal vez la revelación más fuerte es que Ed estaba considerando al menos una gira con Roth, Anthony y, atención… Hagar. “Tal vez podamos hacer algo bueno entre todos, antes de que estos idiotas pierdan la cabeza por completo, y puede que los subamos a todos”, me dice. “Wolf abre, Roth y Hagar alternan en las demás canciones, ¡¡y en algún momento metemos a Mike!! ¡¡No creo que Al vaya a aceptarlo!! Pero nunca se sabe: ¡¡Cosas más extrañas han sucedido!!”.

DE TAL PALO, TAL ASTILLA Ed tocando junto a Wolfgang en 2015, en la que fue la última gira de Van Halen.
Chris McKay/Getty Images

En marzo de 2020, llegó el Covid y el mundo entró en cuarentena. Con demasiado tiempo libre, me preguntaba cada vez más cómo le estaría yendo a Ed. Intentaba escribirle al menos cada dos semanas, y durante el lapso (así sea de segundos) en que tardaba en llegar la respuesta, la ansiedad me ganaba. “Todo bien, amigo, ¿¿y tú??”, me respondió el 15 de marzo de 2020. Me mandó también un video que se hizo viral sobre un tipo que vende papel higiénico en la calle como si fuera de contrabando, le respondí que era gracioso, pero ya no me reía, temía que Ed no estuviera para el final de la pandemia.

Se me ocurrió llamarlo, pero a la vez sentía que no teníamos esa confianza. Así que le escribí otra vez diciéndole que cuando volviera a estar en forma, “iba a hacer que el regreso fuera aún más impresionante”. “¡¡Eso espero!!”, me respondió. Los días se prolongaban y Ed estaba cada vez menos disponible. Muchas veces no respondía mis mensajes o me daba respuestas cortas, o incluso a veces, solo respondía con emoticones. No era el Ed que conocía.

Hubo un punto en que sus mensajes eran tan largos, que simplemente los hojeaba, sin tiempo para ponerme a leerlos completos. Hubo momentos en los que tuve que cortarle la conversación para decirle que me iba a dormir. Ahora haría cualquier cosa por uno de esos bloques de texto, llenos de bromas sobre Roth, o solo hablando de su perro o del mío. En julio me dijo que estaba en el hospital por una operación de espalda. Me alegró mucho escuchar eso, razonando que si estuviera en las últimas no se le haría un procedimiento de ese tipo. El 11 de agosto de 2020 intercambiamos un par de mensajes, sin saber que sería la última vez. “Espero que la operación haya salido bien”, le dije. Cuatro horas después me responde. “¡¡Excelente!! ¡¡Fue un infierno, pero estoy como nuevo!!”.

Dos meses después, me quedé viendo un día de otoño inusualmente cálido y soleado a través de la ventana de mi oficina. El trabajo iba mejorando, pero ya no era lo que fue, ni yo era quien una vez fui. La pandemia me estaba afectando mentalmente, y mientras revisaba Facebook, vi una publicación que no entendí del todo, pero que parecía hablar de Eddie Van Halen. Tardé menos de un segundo en entrar en TMZ, y el titular me golpeó de frente: “Eddie Van Halen ha muerto de cáncer a los 65 años”. Ni siquiera pude leer más allá de esas once palabras. Cerré la puerta de mi oficina, me dejé caer en el sofá que solo usan los perros y me eché a llorar. Había perdido a mi héroe de la infancia y a un alma noble que había llegado a considerar como mi amigo.

Un par de meses antes de que le dijeran a Ed que el cáncer había regresado, estaba ayudando a cuidar de un miembro de mayor edad de la familia de su esposa Janie. Fue un momento tremendamente estresante. Ed sabía que todo el esfuerzo del mundo no iba a curarlo, y fácilmente se podrían invertir los papeles. “Cuando sea mi turno”, me dijo, “¡¡espero irme rápido!! ¡¡No quiero ser una carga para nadie!!”.

Pero Ed no se fue rápido: murió más de tres años después del día en que me dijo que tenía cáncer de pulmón. Estoy seguro de que igual no fue una carga para nadie. Se metió en tratamientos tremendos y buscó todas las soluciones posibles, y se mantuvo callado sobre su enfermedad, aparentemente para no angustiar a los fans, y excluyendo también, cualquier posibilidad de una fiesta de compasión en la que no tenía el menor interés. Nunca se rindió y nunca quiso dar la impresión de que lo había hecho.

A las pocas semanas de su muerte se filtraron más detalles sobre sus últimos años. Muchas cosas ya las sabía, pero otras no. Lo más sorprendente fue que Ed y Hagar aparentemente habían llegado a reconciliarse, escribiéndose desde principios de año: Hagar decía que al final la comunicación entre ambos era un “festival de amor”. También supimos de Wolf, quien estaba promocionaba su nueva banda Mammoth WVH en programas de TV y radio como Howard Stern, Entertainment Tonight y Today. Wolf dijo que sí, efectivamente Van Halen había estado planeando una gira final, no solo con Roth y Anthony, sino también con Hagar y posiblemente incluso Cherone. Tanto Anthony como Hagar lo confirmaron, mientras que Roth, Cherone y Alex se mantuvieron en silencio.

El calendario de la gira ‘Kitchen Sink’, como la había llamado Wolf, no concordaba del todo con lo que Ed me había dicho, pero supongo que ya no importa. Lo único que sé es que hubiera sido épico, y hubiera significado que Ed habría vencido el cáncer.

Para mí, y para cualquiera que haya escuchado el primer disco de Van Halen en su momento, el legado musical de Ed estaba consolidado antes de que tuvieras que pararte a dar vuelta el vinilo. Fue el dios del Guitar Hero, cuando todavía existía. Pero Ed nunca pareció querer ser el centro de atención, como tantos otros en su lugar: por el contrario, solo aparecía cuando tenía algo excepcional para compartir. Creo que es por eso que rara vez se peleaba con Roth o Hagar: no quería participar en las peleas, solo quería tocar.

Si mi primer correo se hubiera quedado en la carpeta de spam, habría llorado lo mismo que lloré al enterarme de su muerte. Las paredes de mi cuarto, cuando era chico, estaban empapeladas con fotos de conciertos de Eddie Van Halen, arrancadas de revistas como Circus y Hit Parader. Miraba su sonrisa eléctrica mientras sacudía su Frankenstrat tricolor contra su pecho desnudo, imaginándome qué canción estaría tocando en ese preciso momento. Y también me daban envidia los fotógrafos, que lo habían tenido más cerca de lo que yo jamás lo tendría.

No me arrepiento de no haberle dicho a Ed cuánto significaba para mí, porque estoy seguro de que eso ayudó a unirnos un montón. Durante toda su vida lo bañaron de elogios, tratándolo como si fuera inmortal. Pero, para mí, se había convertido en un tipo normal con las mismas contradicciones y paradojas, la misma belleza y los mismos demonios que el resto de nosotros. Ver a Ed enfrentar con valentía el final de su vida me permitió apreciar de otra manera mi propia vida. Ahora hago todo lo posible por aguantar un poco más cuando las cosas se ponen difíciles, sabiendo que a Ed le tocó más difícil.

No pasa un día sin que piense en Ed porque no paso un día sin escuchar la música de Van Halen. Todavía estoy triste por haber perdido a mi amigo, la persona que me dio tanto a lo largo de los años, habiéndome pedido tan poco. Y cada tanto mando un mensaje de texto que termina con doble signo de exclamación, para que sepa que sí le puse atención.

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