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El álbum homónimo de Almendra: La primera creación de un hito del rock

Lo que inició con una amistad de colegio, terminó convirtiéndose en algo sublime

Por  VALENTINA CARRILLO

noviembre 30, 2021

El 29 de noviembre de 1969, un año recordado por la época del ‘verano del amor’, Almendra I vio la luz en medio de especulaciones y dudas sobre el posible éxito del rock en español.

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Durante la segunda mitad de la década de los 60, Argentina vio la ruptura de las bandas de colegio: Los Sbirros, los Mods y los Larkins, sin conocer que, de aquellas agrupaciones inmaduras, se gestaba una figura determinante para la historia de la música de dicho país. Entre el ruido de los recreos, las interminables pláticas sobre el significado de ser un adolescente y la vida de barrio, el alargado rostro de Luis Alberto Spinetta se cruzó con el pelo alborotado de Edelmiro Molinari, un jovencito que solo soñaba con hacer algo grande.

Dice la leyenda que todo inició cuando Luis Alberto, ‘todo pelado’ y alumno ‘san romanente’ (en palabras de Molinari) se encontró con el guitarrista (que también era ‘pelado’ y alumno del San Román) y empezaron a reunirse todas las noches para delirar y confabular “como locos sobre armar un conjunto ideal”. Lo que no sabía este par de jóvenes es que sus charlas los llevarían a los escenarios, a componer cuatro discos y desatar una histeria colectiva por aquellas melodías que eran cantadas en su idioma natal, el español. Durante esa misma época, la banda más grande del planeta, los Beatles, le estarían diciendo adiós a su formación como grupo, dejando tras de ellos un legado difícil de seguir.

Por ello, escribir temas en español no era muy común, dado que, la influencia sonora que provenía de agrupaciones como los Yardbirds, los Rolling Stones y los Beach Boys, no permitía que se conociera algo diferente y el que se atreviera a salir del patrón establecido por la música anglo era un bicho raro. ¿Cómo desafiar las leyes preestablecidas de lo comercial? ¿Cómo separarse de lo estéticamente agradable? Esa era una tarea complicada, más aún si las melodías iban a ser abordadas desde la perspectiva de un muchacho de barrio, cuya condición de bonaerense permearía toda su creación.

Entre la víspera del verano y la llegada del otoño en 1969, el comedor de la casa del ‘Flaco’ hizo sus veces de estudio para permitirle a cuatro chicos (Emilio Guernico, Rodolfo García, Edelmiro Molinari y Luis Alberto Spinetta) dar inicio a las sesiones de grabación de lo que se conocería como Almendra I. La exploración de géneros en este disco era amplia y oscilaba entre el folk y diversas fusiones del rock. No obstante, más allá del viaje sonoro que atravesaba la columna vertebral del LP, quizá lo que más llamaba la atención era la habilidad para plasmar una realidad tan cotidiana por medio de las letras, de manera pertinente y poética. 

Pronto, en medio del enamoramiento, la banda ayudaría a componer una de las mejores canciones de amor en el mundo, aquella que daría vida a su disco.
Ecured

El noviembre de ese año arribó junto al álbum homónimo de la agrupación, cuyo lado A abría con ‘Muchacha Ojos de Papel’, una obra maestra inspirada en el amor entre Cristina Bustamante y el ‘Flaco’, quien aseguró que se sintió enamorado por primera vez cuando se cruzó coincidencialmente con la vecina de Molinari. Spinetta detalla en su composición cómo una mujer de voz de gorrión y corazón de tiza lo había cautivado, dejando a su paso una serie de versos de ensueño. Aquel tema fue presentado por primera vez al público durante un toque en vivo de Almendra, capturando los oídos de una audiencia fiel para siempre. 

‘Color Humano’ continuaba la narrativa del LP, una composición de nueve minutos y letra corta, la cual está guiada hacia los intervalos sonoros, los instrumentos de cuerda y la reflexión sobre ser un ser humano que se desconoce a sí mismo. Seguida a ella se encontraba ‘Figúrate’, un tema que cuestionaba lo efímero de la vida, lo que permanece a pesar de eso y los caminos que debemos recorrer para encontrarnos nuevamente en medio de nuestro viaje por la existencia. La flauta logra despertar los sentimientos más ocultos mientras que los acordes logran que los pies del oyente leviten sobre el piso. 

En el cuarto puesto del repertorio del disco se encontraba ‘Ana No Duerme’, otra de las canciones más populares del LP, cuyo inicio era demarcado por riffs inolvidables y una percusión que invitaba a bailar. La frase “Ana no duerme, juega con nada, tal vez mañana despierte sobre el mar” daba paso a una transición sonora magistral, la cual era más pausada, melódica, guiada por la voz del ‘Flaco’ y los coros de los otros integrantes. ‘Fermín’ por el contrario, era una canción más melancólica, en la cual una mezcla entre los silbidos, el relato sobre el olvido y la muerte denotan un aura distinta, una separación de los temas previos, pero la continuación de una narrativa sincera y vulnerable. “Hoy tu tristeza al sol, quiere ser real, aunque no lo creas/ Fermín se fue a la vida, no se cuándo vendrá”.

Una de las composiciones más desgarradoras del LP es quizá ‘Plegaria para un Niño Dormido’, una metáfora continua compuesta por los símiles que construyen imágenes vívidas a través del sonido, la voz de Spinetta y suaves acordes de guitarra. Una canción dedicada a aquellos que se van a soñar y no regresan más, para inmortalizarse entre los recuerdos de los vivientes, la memoria de la inocencia y las risas juguetonas. Como si fuera poco, después de esta pieza triste sigue ‘A Estos Hombres Tristes’, un tema cuyo bajo parece distraernos de lo lúgubre que puede ser su letra. “Ríete al fin, que llorar trae tanto frío” nos recuerda el ‘Flaco’ en una de sus composiciones más celebradas, una oda a la juventud y lo rápido que pasa el tiempo: “una vez vi que no cantabas y no sé por qué, si tienes voz, tienes palabras, déjalas caer”.

Cerrando el recorrido sonoro por Almendra I aparece ‘Que el Viento Borró Tus Manos’, una canción que mezcla el jazz y blues, la cual resalta nuevamente la magia que tenía Rodolfo García en sus manos y pies, pues el papel de la percusión en este tema es determinante. “¿Dónde estás ahora? tu cara es muy gris, tu imagen se va” pregunta entre flautas el vocalista, mientras ellas nos despiden de esta composición. Finalmente encontramos a ‘Laura Va’, el adiós melódico de este disco. Una narración tierna, difícil de poner en palabras, pero que sobre todo, logra hacer que las lágrimas broten de los ojos de quien la escucha. El arpa y bandoneón transportan al receptor a otro mundo, uno donde quizá el ‘Flaco’ continúa soñando con la fantasía, lejos de las ‘Habladurías del mundo’.

La pieza prometedora de la agrupación de Buenos Aires fue un éxito casi inmediato, para sorpresa de muchos, pero quizá lo más mágico dentro de toda esta recopilación de temas es su habilidad para abrirse paso por un mundo dominado por lo anglo. Almendra I marcó un antes y un después en la música, introdujo a Argentina al ‘Flaco Spinetta’ y abrió un capítulo en la historia que compone al olímpo del rock, en el cual los incontables apartados que se escribirán sobre esta banda compuesta por cuatro jóvenes soñadores se imprimirán en la memoria de los melómanos para siempre.