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Devendra Banhart: “Siempre hay que dar una ofrenda”

Hablamos con el músico venezolano-estadounidense sobre su disco más reciente, Flying Wig, y la libertad de sanar nuestro ser.

DANNA TRIPE

En un mundo en el que nuestros aliados son pantallas negras y los sentimientos son nuestros peores enemigos, los más valientes son quienes se atreven a sentir. Flying Wig, de Devendra Banhart, inicia diciéndonos “Busco un sentimiento / que quiero conocer / Busco un sentimiento / que no me deje ir”, haciéndonos ver que estamos a punto de tomar la píldora para despertar a la realidad.

Banhart es un artista al que, desde sus inicios, lo han catalogado como “freak” (o “raro”, en español) por el género del que han mencionado que forma parte, el “freak folk”, que es descrito como un indie folk que se inclina más hacia a la vanguardia, o se podría decir a lo “poco común”. Pero en este nuevo proyecto, hecho de la mano de Cate Le Bon, el artista venezolano-estadounidense se ha alejado de todos esos títulos y elementos que lo han caracterizado para destruir lo que ha hecho en sus más de diez discos anteriores y renacer con un nuevo sonido, junto a una nueva manera de hacer las cosas.

Desde hace más de veinte años, ha creado música tanto en inglés como en español y siempre ha tenido el interés de hacerle homenaje a la cultura latinoamericana. En este momento en el que el que “todos quieren ser latinos”, como dice Bad Bunny, y el español está dominando el planeta, el cantante de Carmensita decidió crear su primer proyecto hecho completamente en inglés. El artista cree que puede ser una especie de rebeldía. “De repente, una parte de mí siempre está tratando de hacer lo que no es cool, ¿sabes? De repente, es como ‘Ah, ¿esos son los zapatos que todo el mundo se pone? No, pa’ mí, no, nunca. No me compro un par de Hokas, nunca, jaja’. De repente, es porque soy así”, comentó.

Para crear Flying Wig, Devendra se transportó al mundo de Blade Runner (1982), solo que “en vez de que la cámara esté filmando a Harrison Ford, la cámara cambia y empieza a filmar a un extra”. Para él, era “un mundo como muy, muy normal en Blade Runner (1982)… Que si está peleando con la pareja y ‘Por favor, esta vez no. ¿Quién eres tú?, ¿quién eres?’. Todo es normal, cotidiano”. Esto muestra el por qué el sonido del disco se distancia tanto de lo orgánico de sus discos anteriores, inclinándose más a sintes y menos a guitarras acústicas, sin perder la calidez que lo caracteriza.

FYLING WIG PORTADA

En esta realidad alterna, también, todo en su narrativa tiene tintes de White Chicks (2004) —comentó entre risas— e Inside (2023), la última película de Willem Dafoe. Mencionó que esta última le pareció “comiquísima y se siente un poquito como el álbum, también” porque el título del proyecto viene de su propia vida. “La peluca voladora era, literalmente, una que estaba colgada por un hilo de pescar del techo en mi living room y ahí volaba todos los días, empezaba a hablar con ella, me volví un poquito loco al mirarla y hablarle”, mencionó.

El pilar principal de estas diez canciones fue el poema de Kobayashi Issa que dice: “Este mundo gota de rocío / Es un mundo gota de rocío / Y todavía / Y todavía”. Habla sobre la esperanza, sobre nuestra habilidad de enfrentarnos a la desesperación con esperanza para seguir amando y cayéndonos, una de las cosas que vio en su primer toque en Venezuela en el Cusica Fest 2022.

Al iniciar su carrera musical, tenía el deseo de tocar en su país y había perdido la esperanza de hacerlo porque siempre pasaba algo que lo evitaba. Además, la situación política, social y económica era como “doble pérdida de esperanza, triple pérdida de esperanza, cuádruple pérdida de esperanza, hasta que llegamos y encontré un mundo que me sorprendió tanto y lo que yo recibí de esa experiencia, era exactamente lo que yo no tenía y era esperanza”, comentó.

Otra manera de sanar ha sido expresándose libremente. Devendra se define como un hombre heterosexual al que le gusta usar vestidos y es una cosa que se ve en las imágenes promocionales de Flying Wig y en el concierto que hizo en Caracas. Inició a los nueve años poniéndose los vestidos de su mamá cuando ella salía de la casa, no como una cosa sexual, sino conectando con su parte femenina. “Desde ese lugar me sentía bello, me sentía poderoso y sentía como si tenía permiso para cantar y siempre ha sido así”, mencionó.

El ambiente de desarrollo del álbum se sintió orgánico y natural. Ocurrieron muchas sincronías. Pero Devendra Banhart describe que para que el Universo nos acompañe en el camino, debemos enfrentarnos a nosotros mismos realmente. “Tengo que pegar mi cabeza… pegarla, pegarla, pegarla, ‘ah, es que estoy sangrando’ hasta que se derrota la pared y después es como ‘ay, wow, todo sale fácil”, desarrolló. “Siempre hay que dar una ofrenda y esa ofrenda, claro, es tu atención, es tu disciplina, tu focus, es tu intención, es todas esas cosas que uno no quiere hacer. Es un fastidio, todas esas cosas. Pero hay que hacerlas, es como el camino del fuego para llegar a un lugar en el que después ahí se abren las cosas…”.

Pero al obligarnos a vivir, a experimentar, a abrirnos y a simplemente ser y sentir, podemos sanar y encontrarnos a nosotros mismos. Flying Wig fue un proceso de introspección profunda para Devendra Banhart y su resultado fue un disco que nos hará ver que todo puede ser muy fácil, si así lo queremos, si estamos dispuestos a aceptarnos a nosotros y al mundo, para tener esperanza de que mañana podrá ser todo cada vez mejor. Al final del día, todo pasa por algo y siempre habrán miles de pelucas voladoras que podremos ver si tenemos los ojos bien abiertos.

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