“Quemarás el dolor, en el fuego más sagrado de hoy, y buscarás el amor, en un rostro ciego de lo que ya no sos”, lanza Wos sobre una guitarra arpegiada en los primeros compases de “Quemarás”. Encarna a una cruza de profeta y poeta, como un predicador callejero que lanza palabras al cosmos. Y lo que recibe, a modo de respuesta, es una voz empírea: “Y quemarás el rencor en el fuego de un infierno precoz, y buscarás esa voz, que te recuerde para siempre quién sos”. Esa voz, oscura y aterciopelada, potenciada por el bajo y los sintetizadores, es (¡de pie, señoras y señores!) la del Indio Solari.
Y así, en poco más de 30 segundos, hacen que algo tan intangible como una canción se vuelva un pedazo de historia. El cuarto tema de Descartable (Doguito Records) es una balada mid tempo con destino de clásico, una melodía circular que adopta aires marciales cuando Solari canta “podés resistirte a todo, menos a la tentación en tus modos, el amor es un sentir (y también una idea)”, sobre el ritmo que marca el bombo de la batería. Y todo se desvanece en la austeridad de un piano, con aires de Bach en una atmósfera cinematográfica. El fuego, elemento fundamental de la naturaleza y también de la poesía ricotera, ocupa aquí un papel preponderante. Y hay otro fuego en este asunto: es el de la antorcha que entrega el Indio, que parece señalar a Wos como uno de sus herederos.
Es una herencia tan abstracta como la mística que viene construyendo Valentín Oliva desde que en 2017, cuando ganó la final de la Batalla de los Gallos, se plantó y le dijo al Luna Park “están pasando cosas muy crudas en el país, hay mucha gente que se está quedando sin trabajo, acaba de desaparecer Santiago Maldonado (…). Hay que tomar conciencia. ¡Hay que bajar a los fachos estos!”. Mística que construye con decisiones estéticas y políticas, como presentar Descartable en el estadio Presidente Perón de Racing Club de Avellaneda, el mismo que eligieron los Redondos y La Renga, antes que en cualquier otro escenario (el 20 de este mes).
El feat. con el Indio no es el único cruce transgeneracional del álbum. “Melancolía”, un subidón emocional en tiempos de resistencia, incluye la participación de Gustavo Santaolalla, que con su ronroco (suerte de charango XL) carga de aires andinos y nostálgicos que contrastan con la energía del cantante y la potencia que propone esta cumbia, que incluye festivos arreglos para la sección de vientos, también producida por Evlay, su parceiro y productor de todo el disco, y el tecladista Francisco Azorai.
Tambien atento a sus contemporáneos, Wos invita a Dillom a una descarga adrenalínica de punk-rock (“Cabezas cromadas”) y expande sus horizontes musicales al resto del continente, en “La niebla”, una conmovedora balada que narra el momento exacto en el que el amor parece haberse desvanecido, junto a la mexicana Natalia Lafourcade. Pero Descartable está muy por encima de un imbatible póker de feats. Evlay es el aliado indispensable en esta arquitectura sonora que construye sólidas bases rockeras, sobre las que Wos lanza sus rimas que como principal virtud ostentan la capacidad de leer su época y, al mismo tiempo, exponer inquietudes existenciales. El flow a veces es festivo y combativo (“7/8”, “Ermitaño”), y otras veces introspectivo en sintonía con el intimismo de Residente (“Caída libre”). Pero también le calza bien el traje de cantante de rock, como en “Nuevas coordenadas”, el tema que abre el álbum. En el ocaso aparece “Arrancarmelo”, editado como single en 2022. Otra balada meditabunda que se metió en el inconsciente colectivo cuando la selección ganó el Mundial de Qatar. ¿Cómo pensar que la magia no existe?
