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Dentro de la mente de un Viagra Boy

Sebastian Murphy, vocalista de la banda sueca, nos habla sobre su más reciente álbum, en el que mostró una nueva faceta, y del estado mental que canaliza para adueñarse del escenario

Por  PABLO MONROY

diciembre 29, 2022

Paul Hudson

Desde 2018, año en el que Viagra Boys debutó con el álbum Street Worms, la banda ha llamado la atención por su poderoso sonido, sus caóticas presentaciones en el escenario y sus letras que nacían de un autodesprecio de Sebastian Murphy, líder de la agrupación.

Este año, los oriundos de Estocolmo lanzaron Cave World, un álbum que se aleja de la introspección y toma un punto de vista más crítico ante un lúgubre momento en la humanidad. El material nació de una reflexión con la que desarrolló un pronóstico oscuro para la raza humana, que lo llevó a pensar que estaríamos mejor siendo simios.

Murphy es una persona introvertida, aunque si lo ves en el escenario pensarías todo lo contrario. A lo largo de su carrera, el músico ha canalizado un estado mental muy particular para desarrollar ese personaje que sube a la tarima.

Durante su más reciente visita a México, el líder de Viagra Boys nos habló sobre el disco, de sus presentaciones en vivo, de las inseguridades que le trajo ser alguien más político, entre otras cosas. Lee la plática a continuación.

Lanzaron Cave World este año. Has dicho que desarrollaste un pronóstico oscuro para la raza humana que te llevó a pensar que estaríamos mejor siendo simios. Háblame un poco de tu estado mental cuando trabajabas en el álbum.

Simplemente estaba asombrado con todo lo que estaba pasando en el mundo, con el retroceso que, en  mi opinión, estábamos experimentando, y con la manera en la que lo hacíamos. Todos los álbumes previos tenían que ver principalmente conmigo y con cómo me odiaba o me drogaba, pero últimamente me he mantenido limpio y con una vida tranquila, así que solo podía escribir de eso: del estado del mundo en la actualidad. Hay una ola de la derecha que está creciendo en muchos países; en Suecia tenemos ahora un gobierno nacionalista de derecha que le está dando a la policía el poder de hacer lo que quieran, les están quitando sus derechos a los migrantes, cosas así.

Todo esto me hizo ver un panorama oscuro para la raza humana en general y el impedimento del progreso. Cuando las cosas van aunque sea un poco bien, quieren destruir todo.

Has dicho que este álbum es diferente para ti porque nunca comentas sobre lo que pasa en el mundo. ¿Tenías miedo o dudas sobre ser más abierto al respecto?

Sí, y todavía los tengo, a veces pienso “¿Por qué dije eso?”. No creo que mis comentarios sean muy inteligentes o que yo pueda decir algo muy inteligente y analizar mucho la situación. Pero supongo que no importa; tienes que expresarte sin importar qué tan tonto suenes. [Risas]

¿Sientes algún tipo de presión para seguir hablando sobre eso?

No. No creo que nuestros seguidores nos consideren una banda muy política. Todo se reduce a la música; nos encanta hacer música y de eso se trata. No estoy aquí para convertirme en un político, solo quiero hacer música que cause emociones: enojo, felicidad, lo que sea.

¿Qué tanto del proceso de escritura se basa en cómo crees que sonará en vivo?

Pienso mucho en ello, pero varía entre canción y canción. Hay algunas que terminas y sabes que van a sonar muy bien con audífonos; con otras, sabes que la gente va a enloquecer, o al menos eso esperas.

Pero algo que me encanta de nuestra banda es que nos enfocamos en los conciertos. Practicamos mucho y nos aseguramos de sabernos muy bien las canciones.

Es un balance. Hay seguidores que escuchan las grabaciones en vivo y nos dicen “Esto suena mucho mejor que el álbum”. Y da igual, a mí la verdad me importa un carajo. Simplemente es cool poder crear algo que suene diferente en vivo que en el álbum. A mí me gusta mucho esa música que escuchas con tus audífonos y te gusta, pero que vas a un concierto y BOOM, se convierte en una locura.

Has dicho que estás orgulloso del álbum porque es diferente. ¿Cómo saliste de tu zona de confort?

Creo que en general somos muy buenos en eso. Siempre estamos muy abiertos a intentar cosas nuevas, y dispuestos a olvidar otras. Si algo se siente demasiado cómodo, experimentamos eliminando un instrumento por completo. Por ejemplo, grabamos una primera versión de ‘ADD’ muy punk, con guitarras y todo, pero para cuando sacamos el álbum, la canción ya era puro sintetizador.

También me gusta explorar géneros diferentes, aunque al final del día todo termina siendo una clase de rock & roll, porque supongo que lo traemos en la sangre.

¿Qué tan importante para ti es el storytelling, tanto en la escritura como en la interpretación?

Creo que para la interpretación lo implemento inconscientemente. En la escritura, por otro lado, me encanta. Cuando escucho música, me gusta mucho oír canciones que tienen una historia, que tienen un principio, un medio y un final. No sé si todas mis canciones son así, pero es cool escuchar canciones, incluso álbumes enteros, que te llevan a diferentes lugares y que crean diferentes imágenes en tu cabeza. Y me encanta todo lo que alimente mis fantasías; me gusta escribir algo con imágenes muy claras en mi cabeza, y que después alguien las escuche y cree algo totalmente distinto. Me gusta oír cómo lo interpretan las demás personas

Has sido descrito muchas veces como un frontman nato. ¿Consideras que es algo con lo que naciste?, o ¿ha evolucionado con el tiempo?

Supongo que nací con ello. Al principio me ponía muy nervioso.

La verdad es que un amigo bajista me forzó a hacer música. Me decía que hiciéramos una banda y yo le seguí la corriente. Me obligó a escribir canciones, se las enseñé y le gustaron. Un día llegó y me dijo “Tenemos un concierto la próxima semana”, y yo no lo podía creer; él se encargó de conseguir lugares y fechas. Yo nunca me hubiera atrevido a hacerlo, nunca hubiera elegido subirme a un escenario, era de las peores cosas que me podía imaginar. [Risas]

¿Qué tenías en mente?

Cualquier cosa en la que pudiera estar solo, o en la que la gente no pudiera verme. Pero esto me forzó a tomar esta actitud y a convertirme en esta persona que se odia a sí misma.

Has dicho que en el escenario intentas canalizar un estado de lucha interior o de autodesprecio para que la gente se identifique, ¿cómo lo haces?

Me sale natural al estar frente a la gente, supongo que porque odio estar frente a la gente. Pero también saca esta actitud de “A la chingada, no me importa lo que piensen de mí”, porque llego a un punto en el que me odio tanto que deja de importarme.

Mentalmente, ¿crees que eso te afecta a largo plazo?

Sí. Y al inicio me pasaba mucho, y me afectó tanto que llegué al punto en el que odiaba tocar en vivo. Pero ahora tengo una relación más sana con el escenario. Fue hasta hace poco que me di cuenta de que puede ser divertido; hace unos cuantos años estaba en el escenario y sonreí, y eso me sorprendió mucho. En su momento se sintió raro, pero cada vez intento acercarme más a esa sensación. Especialmente entre más famosos nos volvemos, más divertido se vuelve, porque ves lo bien que la está pasando la gente.

Ahora es lo opuesto, e incluso me levanta un poco el ego, porque me hace sentir que estoy haciendo algo bueno en vez de destruirme. Antes sentía que era un fenómeno de circo, la idea de estar en un escenario me perturbaba mucho; pensaba “¿Qué carajos hago ahí arriba, cantando y bailando?”. Me sentía como un bufón medieval haciéndose el tonto mientras la gente rica cena.

Entonces es una mezcla de ambas cosas, ser un bufón y sentir que hago feliz a la gente. Aunque siempre me es difícil ver el lado positivo en las cosas que hago. Pero sí he mejorado en eso; entre más viejo me vuelvo, más cómo estoy divirtiéndome.

Vi una foto en su Instagram en la que estás escupiéndole a alguien en la boca.

Exacto. Intentan tocarte, le escupes a alguien en la boca, es mucho más íntimo [ríe]. Podría decirse que tocar en conciertos pequeños es mucho más divertido, porque estás prácticamente en una sala de una casa, y todos la están pasando bien como si fuera una fiesta. Pero también es muy divertido tocar en festivales grandes, porque volteas hacia el público y ves a muchísima gente enloqueciendo.