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David Lynch en cinco películas

Recordamos la enorme influencia que el director le ha aportado tanto al cine como a la televisión. Lynch demostró que los mundos polarizados del cine independiente y Avant-garde y del cine Mainstream y comercial, pueden conjugarse en uno solo

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

enero 20, 2022

Nathanael Turner/Redux

En el día de su cumpleaños número 76, vale la pena recordar la enorme influencia que David Lynch le ha aportado tanto al cine como a la televisión. Este director demostró que los mundos polarizados del cine independiente y Avant-garde y del cine Mainstream y comercial, pueden conjugarse en uno solo. 

Lynch es un surrealista norteamericano, que adora los clásicos de Hollywood (como El mago de Oz), así como el cine de Fellini, y que inició su particular odisea artística en el circuito de películas de medianoche (como lo hicieron John Waters y Alejandro Jodorowski), donde alcanzó reconocimiento con Eraserhead (1978), quizás la película experimental más importante en la historia del cine (con el perdón de Un chien andalou de Buñuel y Dalí). Y es que Lynch también unió los mundos del cine experimental profundo e intelectual y el exploitation crudo, sexual y violento. 

Lynch alcanzaría el reconocimiento y la celebridad con Blue Velvet (1986), una de las mejores películas de la década de los ochenta, y terminaría en la portada de la revista Time, gracias a la enorme popularidad de su serie Twin Peaks (1990), la cual partió la historia de la televisión en dos. A partir de ella, el mundo de la pantalla gigante y la pantalla chica ya no son distantes. Esta serie, que mezcló el drama detectivesco con la telenovela, el terror y la ciencia ficción, creó un fenómeno de culto entre los televidentes sin precedentes. Y es que sin Twin Peaks, jamás hubieran existido series como Northern Exposure, The X-Files, Millennium, Buffy The Vampire Slayer, Desperate Housewives, CSI, Veronica Mars, Lost, True Detective o Euphoria.

Si usted es uno de los pocos que no ha incursionado en el extraño mundo de David Lynch, un autor cuyo trabajo exhibe una peculiar combinación de perversidad, ingenuidad, tensión, angustia y sensualidad, basado en las nociones de la identidad y pérdida de control (algo que lo conecta con David Cronenberg), así como una exploración obsesiva de la dualidad (Eros y Tánatos, consciente e inconsciente, bondad y maldad), se ha perdido una de las experiencias más intensas y singulares que haya podido ofrecer la imagen en movimiento. 

Lynch tiene la habilidad de transformar las más atemorizantes pesadillas en algo fascinante, hipnótico y hasta placentero (que algunos críticos han denominado como “Lyncheano”, para denotar la imposibilidad de categorizar a un director imposible de clasificar). Estas son cinco evidencias de un cine barroco y, a la vez, minimalista, que mezcla el exceso estilístico y el humor perverso con una honestidad e inocencia muy especial, acerca de los modos de actuar en el mundo: 

5. INLAND EMPIRE (2006):

La última obra cinematográfica de Lynch hasta la fecha, fue grabada en formato digital y es acerca de una actriz (Laura Dern) que encarna al personaje de una película y que se ve envuelta en mundos contenidos dentro de mundos, todo contado en una sinfonía audiovisual de tono salvaje y abismal.

4. THE STRAIGHT STORY (1999):

David Lynch calló a los críticos que opinaban que era incapaz de hacer una película narrativa «tradicional» con una historia financiada por los estudios Disney sencilla, tierna, conmovedora y formalmente hermosa, acerca de un hombre anciano (Richard Farnsworth) que viaja en un tractor para encontrase con su hermano enfermo.  

3. WILD AT HEART (1990):

Esta versión perversa de El mago de Oz, basada en la novela de Barry Gifford e influenciada por la cinta Badlands de Terrence Malick, obtuvo la Palma de Oro en Cannes, pese a la controversia causada por sus fuertes cargas de violencia y erotismo. Incluye la mejor actuación de Nicolas Cage hasta la fecha y muchas de sus escenas son muy difíciles de olvidar. 

2. MULHOLLAND DR (2010):

Un proyecto inconcluso que David Lynch había desarrollado para la televisión, terminó convirtiéndose en la siguiente película del director y en la mejor película del siglo XXI hasta la fecha. Una obra maestra enigmática, técnicamente impecable y con magníficas actuaciones, que replantea y al mismo tiempo continúa con las obsesiones de Lynch sobre la identidad, el erotismo y la violencia.

1. BLUE VELVET (1986):

Esta es, sin lugar a dudas, la obra maestra definitiva de Lynch: Una mezcla entre su amada Mago de Oz, el cine Noir de los 40 y los trabajos de Buñuel, El Bosco, Bacon, Kafka, Capra y Hitchcock, que Lynch describió como «los Muchachos Hardy se van al infierno». Kyle MacLachlan, el alter-ego de Lynch, es su protagonista, junto a Laura Dern (la actriz fetiche de Lynch), como dos jóvenes ingenuos envueltos en un misterio que gira alrededor del descubrimiento de una oreja amputada. Los coprotagonistas fueron Isabella Rosselini (quien luego, se convertiría en la pareja del director) y Dennis Hopper (quien casi rechaza el papel por estar en un momento muy oscuro de su vida). Frank Booth, el villano interpretado por Hopper, es uno de los más aterradores en la historia del cine. En su época, Blue Velvet fue atacada con vehemencia por algunos críticos como Roger Ebert (que la llamó “sucia” y “sin alma”) y fue rechazada por el público conservador. Hoy se considera como una cinta que va más allá de la lógica narrativa y que ventila fantasías personales que, puestas al servicio de la estructura narrativa del suspenso detectivesco, se hacen resonantes.