El Señor Funk ha vuelto: el nuevo disco solista de Dante Spinetta es una master class del género

En Mesa dulce, el fundador de Illya Kuryaki and the Valderramas vuelve a ponerse el traje que mejor le queda para dar un fiestón

Por  SEBASTIÁN RAMOS

febrero 1, 2023

Foto: Milos Nasio/Gentileza Sony Music

Señoras y señores, chicas y chicos, la mesa dulce está servida. Dante Spinetta parece haberse preparado toda su vida para grabar este disco, con este audio, con este swing, en el que ofrece su mejor versión: D-Funk.

Hace tiempo ya que Dante demostró que puede encarnar diferentes personajes musicales con elegancia, talento y humor, pero en Mesa dulce vuelve a su mansión funk para dar un fiestón.

Desde el arranque nomás con “Rebelión”, puro funk hecho en Argentina y ensamblado en Mineápolis (los vientos y sus arreglos una vez más estuvieron a cargo de The Hornheads, sección comandada por Michael B. Nelson, viejo colaborador del mismísimo Prince), la consigna queda planteada: ¡A mover el culo! Ohio Players, Sly Stone, Larry Graham, Funkadelic y, por supuesto, Prince, pasados por las venas (abiertas y latinas) de uno de los mejores exponentes del género al sur del río Bravo.

Enseguida, el dueto con Trueno (el que ayer nomás impuso un hit que cierra con el sample de, casualmente, “A mover el coolo”, de IKV) resulta mucho más que un feat. y une las puntas de un mismo lazo del rap argento. “Tengo tanto amor que no tengo miedo”, cantan en “Sudaka”. “El lado oscuro del corazón” explota las capacidades vocales de Dante al máximo y le da pie a la primera de las dos baladas incluidas en el álbum, “Ridículos”, un auténtico “lento” Prince de los años 80, con arreglos de cuerdas de Claudio Cardone.

Entonces llega “Gambito” en plan G-Funk deforme y junto a otra colaboración que más temprano que tarde tenía que llegar: CA7RIEL.

“La movie” y “Deja Boo” dan cuenta de la meticulosa preproducción del disco, para el que se utilizó, en buena medida, tecnología de los 80: Rhodes, Roland, reverbs y delays. Luego, justo antes del cierre, “Primer amor” es el único tema que podría haber sido de otro disco y en parte algo de eso hay: la canción fue compuesta por Dante tras la muerte de su madre, Patricia Salazar, y se mueve dentro de ese feeling.
El final es con “Lo aparente”, con un Dante esperanzador, brillando con su toque de guitarra y en compañía de su hijo Brando, en teclados.

A lo largo de diez temas, la mitad compositiva de IKV ofrece una master class de funk latino y deja para las futuras generaciones un legado esencial: el audio de un disco importa. Y mucho.