Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Crítica: Transformers One

Un regreso a los orígenes de los Transformers en una épica aventura animada, que nos hace olvidar las terribles películas de Michael Bay.

Josh Cooley 

/ Con las voces de Chris Hemsworth, Brian Tyree Henry, Scarlett Johansson, Keegan Michael-Key, Laurence Fishburne, Jon Hamm

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de UIP

Esta cinta animada para cine marca un interesante retorno de la franquicia al terreno de la animación, en lo que parece ser un intento por revitalizar el universo Transformers tras los altibajos (más bajos que altos) de las cintas de acción real. Aunque la película se posiciona como una precuela sobre los orígenes de Optimus Prime y Megatron, su enfoque animado evoca comparaciones inevitables con otras producciones recientes, como las aclamadas películas animadas de Las Tortugas Ninja y especialmente, de El Asombroso Hombre-Araña.

El éxito rotundo de las películas de Spider-Man: Into the Spider-Verse y su secuela demostró que la animación puede ser un medio perfecto para dar frescura a franquicias veteranas. Transformers One intenta replicar esta fórmula, no solo con una excelente animación a cargo de Industrial Light & Magic, sino también mediante el uso de un elenco de voces estelares que incluye a Chris Hemsworth como el futuro Optimus Prime y Brian Tyree Henry como la versión primigenia de Megatron. Sin embargo, mientras que las películas de Spider-Man lograron aportar un aire revolucionario tanto en estilo como en narrativa, Transformers One se queda en algo más convencional. La película presenta una historia sólida y emotiva, pero no llega a alcanzar la misma innovación visual ni el dinamismo narrativo de sus contrapartes arácnidas.

Por otra parte, las pésimas películas de acción real de Transformers dirigidas por Michael Bay (cada una peor que la otra) se caracterizaron por su enfoque explosivo y poco profundo, con escenas de acción caóticas que sacrificaban la claridad narrativa en favor de la espectacularidad visual. Transformers One opta por alejarse de este enfoque, y se agradece. 

La animación permite un ritmo más controlado, escenas de acción más legibles y una atención mayor al desarrollo de personajes. Mientras que las películas de Bay se sentían agotadoras y excesivas, esta precuela, aunque más pausada, consigue mantener un buen equilibrio entre acción y trama. Es un respiro fresco para los seguidores de la franquicia que buscaban algo más que robots estrellándose unos contra otros.

Pero no todo fue malo con respecto a los Transformers de acción real. Bumblebee (2018) fue un spin-off que sorprendió por su enfoque íntimo y por un guion centrado en el corazón de la historia, en lugar del espectáculo puro. Del mismo modo, Transformers One busca capturar la esencia de los personajes, mostrando a Optimus Prime y Megatron como unos grandes amigos, muy similares a Woody y Buzz Lightyear, (la comparación no es arbitraria, ya que Josh Cooley, el director de esta cinta, fue también el de Toy Story 4). La dinámica entre ambos personajes, aunque predecible para quienes conocen la historia, está bien construida y destaca como uno de los puntos fuertes de la película. No llega a los niveles emocionales de Bumblebee, pero está mucho más cerca en tono y espíritu que cualquier entrega de Bay.

Asimismo, la reciente Transformers: Rise of the Beasts (2023), el segundo spin-off de acción real tras Bumblebee, introdujo un enfoque fresco y nostálgico al universo de Transformers, al adaptar Beast Wars, la popular serie animada de los 90. En esta película, personajes como Optimus Primal y los Maximals se unen a los Autobots en una lucha contra los Predacons y los Terrorcons. Al igual que Bumblebee, El despertar de las bestias se distancia del estilo caótico y sobrecargado de Bay, ofreciendo una historia más centrada en los personajes y con un enfoque más íntimo y emocional, además de la posibilidad de expandir el universo de la franquicia con la inclusión en la historia del comando G.I. Joe. 

Los amantes de los Transformers saben muy bien que One es la segunda película animada para cines. The Transformers: The Movie de 1986, ambientada 20 años después de los eventos ocurridos en la primera serie, fue un cambio de tono épico y dramático que sorprendió a su audiencia, presentando la muerte de Optimus Prime y un enfoque mucho más oscuro, en contraste con la serie animada de televisión. Transformers One, si bien es más oscura que la serie ochentera, es también más alegre que la película animada del 86. Pero si bien es cierto que One actualiza los gráficos y ofrece una narrativa más emocional y compleja (con énfasis en el desarrollo de personajes), carece del impacto dramático y revolucionario que tuvo su predecesora en su época.

Ahora bien, es imposible no sentir un cierto tufillo a Star Wars Episode I: The Phantom Menace en esta precuela. Las precuelas, por su naturaleza, pueden caer en la trampa de explicar en exceso y desmitificar lo que los fanáticos ya adoraban de los personajes originales. En Transformers One, el origen de Optimus Prime y Megatron como amigos, puede chocar para quienes crecieron con la animación de los 80, donde ambos personajes eran antagonistas definidos y misteriosos. Si bien la película hace un buen trabajo al explorar su relación, no es difícil sentirse escéptico ante el intento de convertir a Megatron en una figura trágica. Este tipo de revisionismo puede generar la sensación de que estamos recibiendo explicaciones innecesarias que afectan el misticismo de la historia original.

Y es que la historia reciente del cine está plagada de ejemplos de precuelas que, al intentar agregar capas de complejidad a personajes icónicos, terminan afectando negativamente la percepción del original. La transformación de Anakin Skywalker en Darth Vader en las horribles precuelas de Star Wars o el misterio conspiratorio de la Corte de los Búhos en los cómics de Batman son ejemplos claros de cómo este enfoque puede ser contraproducente, así se haga con cariño. ¿Realmente necesitábamos saber que Optimus y Megatron eran amigos antes de ser enemigos? ¿Eso añade profundidad o más bien diluye el conflicto central que hizo tan popular la serie animada original? Para muchos fanáticos, esta puede ser una adición incómoda al lore de Transformers.

De todas maneras, el intento de contar cómo Optimus Prime y Megatron pasaron de ser compañeros a enemigos no es del todo nuevo para los seguidores acérrimos de la franquicia, es decir, quienes no abandonaron la saga en los años 80. Las múltiples series animadas de Transformers, desde Transformers: Prime hasta el videojuego War for Cybertron, han explorado con anterioridad la relación entre ambos personajes y su trágica caída en el conflicto. Sin embargo, Transformers One busca hacer esto desde una perspectiva más emotiva, mostrando a Orion Pax (el nombre original de Optimus) y D-16 (Megatron) como mineros que trabajan codo a codo antes de tomar caminos opuestos. Es aquí donde la película se conecta directamente con la mitología ya establecida en las series animadas posteriores a la original, aunque con variaciones que pueden no convencer a todos los fanáticos.

Lo que Transformers One sí hace correctamente es atraer tanto a veteranos como a novatos, con una animación excelente y un ritmo narrativo que equilibra la acción con momentos de pausa emocional. Las voces de Hemsworth y Henry son destacables, en especial la interpretación de este último como Megatron, aportando matices que humanizan (o “cibertronizan”) al personaje. Scarlett Johansson también brilla como Elita-1, aportando fuerza y empatía a un personaje que aquí es clave en el desarrollo emocional de la historia. Visualmente, la película ofrece un espectáculo limpio y fácil de seguir, algo que las películas de Bay nunca lograron.

Elita-1, un personaje central en esta película hizo su primera aparición en la serie animada de los 80, siendo presentada como una compañera de Optimus Prime. En Transformers One, su rol es vital para alejarse de ese mundo exclusivamente masculino de la serie original. Esta versión de Elita nos ofrece un carácter más profundo y desarrollado en comparación con su presentación inicial en los 80, donde su aparición fue breve y poco significativa.

Por otro lado, Arachnid, otro personaje femenino que tiene raíces en series como Transformers: Prime, aparece aquí en un rol secundario como una aliada de Sentinel Prime, un personaje del que es mejor no revelar nada aquí, salvo que posee la voz de Jon Hamm. La naturaleza traicionera y despiadada de Arachnid se mantiene fiel a su caracterización en otras entregas, pero su inclusión en esta película sugiere una expansión de su origen, conectándola con eventos más antiguos en la cronología de Transformers. 

Para los fanáticos de la franquicia, ver estas conexiones entre personajes a través de las distintas series y películas puede ser un deleite, aunque también plantea la pregunta de si estas versiones alternativas enriquecen o diluyen las historias originales. Además, su inclusión y gran parecido con el General Grievous (el desperdiciado cyborg aracnoide de las precuelas de Star Wars), nos lleva a pensar que el director Cooley y su guionista Eric Pearson (Kong Vs. Godzilla) tienen en muy alta estima a La amenaza fantasma, una película sobrevalorada por muchos, pero que no se merece ni un ápice de afecto, más allá de pertenecer al universo que transformó al cine de ciencia ficción.  

One, a pesar de su tono serio, no está exenta de contener varios chistes internos y referencias que los fanáticos de hueso colorado sabrán apreciar. Uno de los guiños más divertidos es la mención de los Gobots, una línea de juguetes rivales de los Transformers en los años 80. Este tipo de referencias funcionan como pequeños homenajes para los seguidores de la vieja guardia, y ayudan a aliviar el tono de la historia. También hay que reconocer que a lo largo de la película, también se incorporan referencias sutiles a eventos y personajes de otras series animadas, lo que crea una sensación de continuidad dentro del extenso y complejo universo de Transformers. Pero quizás lo más desquiciado e irreverente de todo, es la premisa de que los Transformers no se pueden transformar si no tienen cogs. El juego de palabras y las connotaciones sexuales son más que evidentes y los padres de familia conservadores quedan advertidos.  

Es así como el tono de la película encuentra un equilibrio interesante entre el drama y la comedia. Los diálogos cargados de bromas, especialmente entre B-127 (el futuro Bumblebee con la voz de Keegan Michael-Key) y unos robots inertes creados por él, aportan momentos ligeros que contrarrestan las tensiones más serias de la trama. 

Transformers One es una película que si bien no alcanza la innovación de otros proyectos animados recientes basados en franquicias, ofrece un sólido entretenimiento. Es un regreso bienvenido a un formato que permite a la franquicia respirar de nuevo. Aunque no está exenta de los problemas típicos de las precuelas y puede dividir a los fanáticos, es definitivamente una experiencia divertida y emotiva.

P.D. No se pierdan las dos escenas postcréditos

CONTENIDO RELACIONADO