M. Night Shyamalan nos presenta una premisa atractiva que mezcla el thriller con el caos de un concierto pop. Si Hitchcock estuviera vivo, probablemente la hubiera considerado. Sin embargo, el resultado es tan decepcionante que ni siquiera llega a ser uno de esos proyectos fallidos filmados por Brian De Palma (Raising Cain, Snake Eyes) que le rinden homenaje al director de Psycho y The Man Who Knew Too Much.
La trama sigue a Josh Harnett en el papel del padre de una hija adolescente (Ariel Donoghue), atrapado en una operación encubierta durante un concierto mientras lleva a su hija. A pesar de la atmósfera intrigante, el desarrollo de personajes es superficial, especialmente en el caso de Hartnett, quien como actor logra transmitir la tensión y complejidad de un personaje que, de acuerdo con el guion del mismo Shyamalan, no llega a ser más que una burda imitación de Norman Bates.
Su antagonista, una criminóloga del FBI, interpretada por la veterana actriz Hayley Mills en un grato regreso a las pantallas, carece de profundidad y motivaciones claras, lo que desinfla la intensidad esperada de un thriller de este tipo. Parecería que tan solo Shyamalan la puso en su película, porque ella fue la protagonista de The Parent Trap. Muy ocurrente, pero…
En un acto descarado de nepotismo, Saleka Shyamalan, la hija del director, interpreta a Lady Raven, la estrella pop del concierto y aunque su música, inspirada en artistas como Taylor Swift y Lady Gaga, le da autenticidad a las escenas de espectáculo, su actuación es irregular. La película parece diseñada más para promover su carrera que para contar una historia cohesiva. Su participación en el clímax, junto con su música, parece más una oportunidad de lucimiento que una parte integral del guion (hace muy poco, Ishana Night Shyamalan también nos decepcionó con The Watchers, una cinta que emula con muy poco éxito el estilo de su padre).
Las escenas que deberían generar tensión o suspenso terminan siendo previsibles, y los intentos de humor resultan fuera de lugar. Aunque Shyamalan es conocido por sus giros inesperados, su tráiler (el peor enemigo de esta cinta) lo arruina todo y además de ello, Trap carece de la chispa creativa y las relaciones entrañables entre los personajes que caracterizan sus mejores trabajos.
P.D. El final y la escena postcréditos son lo peor de la película. Como consejo, evite el tráiler y salga de la sala antes. La experiencia mejorará considerablemente.