La música de Queens of the Stone Age nunca ha fallado en ofrecer reflexiones negativas y mordaces, de modo que la dosis de veneno que hay en In Times New Roman…, el octavo álbum de estudio de la banda, no es ninguna sorpresa. En especial cuando tienes en cuenta lo que su frontman, Josh Homme, ha experimentado en los años posteriores a la publicación de su disco anterior, Villains (2017). Su divorcio con la cantante Brody Dalle terminó en una batalla pública por la custodia de sus hijos y hace poco reveló que tiene cáncer. El músico nunca ha ocultado sus emociones, y aquí tampoco se reprime. En ‘Paper Machete’, el tercer sencillo del LP, canta, “Ahora sé que tú te aprovecharías de cualquier cosa o persona para hacerte ver bien/En la enfermedad, los votos no significan nada”.
En In Times New Roman… abundan sentimientos similares, pero aún así el álbum no termina por convertirse en un lamento de un recién divorciado o en una noche oscura del alma, básicamente porque la música en sí misma es catártica. Después de la experimentación dance-rock de Villains, la agrupación ha regresado a sus habituales riffs que han caracterizado lo mejor de su trabajo desde su debut en 1998. En cortes pegajosos y palpitantes como ‘Obscenery’, ‘Negative Space’ y ‘Emotion Sickness’, pareciera como si la banda estuviese cerrando filas alrededor de su líder, ayudándole a atravesar la oscuridad y el caos con estallidos de guitarra y ritmos estruendosos de batería.
Esto no quiere decir que In Times New Roman… carezca de algunas sorpresas por parte de QOTSA. Varias canciones del álbum cuentan con líneas de guitarra que recuerdan a ‘Kashmir’ de Led Zeppelin, mientras que la manera en que ‘Emotion Sickness’ pasa del ritmo constante de sus versos a una melodía al estilo Steely Dan en su coro es simplemente hermosa. Y luego tenemos el cierre de nueve minutos con ‘Straight Jacket Fitting’, en donde Homme canaliza a su mejor Jim Morrison a medida que se queja de la indiferencia de la humanidad frente a nuestro fin inminente. “La Tierra, ella no necesita otra salvación más que tú, yo y nuestro mal comportamiento”, plañe. Luego de casi siete minutos de desahogo, la canción se transforma en una pieza instrumental tan encantadora como inquietante, haciendo que se sienta como un alivio y una elegía de su vida atormentada a la vez. Es un final contundente para el que puede ser el trabajo más sólido de QOTSA desde Lullabies to Paralyze (2005).