Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Close

Un preadolescente sacrifica su amistad para ser aceptado en su escuela, en una cinta tan hermosa como necesaria

Lukas Dhont 

/ Eden Dambrine, Gustav De Waele, Émilie Dequenne, Léa Drucker, Igor van Dessel, Kevin Janssens, Marc Weiss

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Cineplex

Sigmund Freud planteaba que lo único que diferencia a la amistad del amor de pareja tiene que ver con lo sexual. Y es precisamente este aspecto lo único que le falta a la relación entre Léo (Eden Dambrine) y Rémi (Gustav De Waele), dos preadolescentes que viven en la parte rural de Bélgica. La hermosa fotografía de Frank van den Eeden       nos permite ver a los padres de Léo trabajando en armonía junto con sus dos hijos, en un cultivo de flores. La madre de Rémi es enfermera en un hospital. El subtexto latente relacionado con los oficios de los padres de los niños se acentúa con el cambio de estaciones, que pasan de lo cálido a lo frío.

Los dos amigos son inseparables: duermen juntos, comen juntos, montan bicicleta juntos, van al colegio juntos y se contemplan y admiran el uno al otro. Pero es en el colegio donde sus compañeros de clase comienzan a cuestionar su amistad y a asumirla como amor de pareja. A Rémi, parece no importarle. A Léo sí. Y este es el punto de partida para una tragedia.

Lukas Dhont, en su segundo largometraje después de Girl (un conmovedor relato acerca de una chica adolescente que se enfrenta a una crisis de identidad de género), explora los límites impuestos por la sociedad en términos de lo que debe ser una amistad y cómo las normas implícitas sobre los roles de género pueden acabar con ella. Léo y Rémi son niños y su amistad se ve como algo inocente y tierno. Pero cuando comienzan a llegar a la adolescencia y, pese a que sus padres no los juzgan y sus compañeros no llegan a ser del todo intolerantes, la presión de Léo por ser aceptado, lo lleva a actuar de una manera diferente con su amigo.  Rechazar su cercanía, comportarse de una manera distante y, al final, responder con agresión.

El gran amor que se tienen Léo y Rémi es más que evidente, pero la confusión acerca de sus sentimientos, es acentuada por los comentarios, los chistes misóginos y las preguntas incómodas. Eso hace que Léo quiera jugar fútbol y practicar hockey, para que lo vean como el hombre que quiere ser. Rémi sigue siendo el mismo chico que practica el clarinete, que posee un comportamiento delicado y que no oculta su deseo de estar a todo momento con Léo y de tener un contacto físico con él. Pero las risas, los abrazos y las cabezas que reposan sobre el cuerpo del otro, se convierten gradualmente en lágrimas, gritos y golpes. Léo no puede mantener el equilibrio que demandan los límites. A Rémi simplemente no le importan. O eso es lo que parece.

Una tragedia ocurre después de una pelea pública entre los dos, en la que Rémi cuestiona el alejamiento de Léo y no reprime el profundo dolor que siente cuando se da cuenta que  su amigo ya no quiere estar con él. La tragedia es inevitable y como si se tratara de una tragedia griega, el espectador intuye que se avecina, pero desea que nunca llegue a suceder. La segunda parte de Close nos habla sobre la pérdida, la culpa y el tratar de hacer las paces con los errores cometidos en la vida. 

El actor infantil Eden Dambrine nos sorprende con su naturalidad y la delicada forma en la que asume un difícil papel. Por momentos, nos recuerda a Antoine Doniel de Los 400 golpes, y esto es más que evidente en una secuencia final tomada directamente del clásico de Truffaut. Se le agradece a Dhont realizar una cinta sensible, bella y realista, acerca de un tema muy poco explorado, por lo menos en el mundo de la niñez. Eso hace de Close una película necesaria.

CONTENIDO RELACIONADO