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Ciudadano punk: Mosca celebra 35 años al frente de 2 Minutos con título honorario en Valentín Alsina

El cantante fue declarado personalidad destacada de la cultura del partido de Lanús mientras su banda prepara un disco autohomenaje con grandes invitados del rock argentino

Por  SEBASTIÁN RAMOS

agosto 9, 2022

FOTO: FLORENCIA DANIEL

TEMA UNO: “Qué cagada”. “Un, dos, tres, cuá… Walter se despertó el domingo a las diez/ Miró el despertador y puteó a su alrededor/ Salió de la cama y pidió una cerveza/ Se tomó una y dos y tres, no quería pensar en el después/ Hoy lo nombran personalidad destacada, qué cagada, qué cagada/ Walter es Valentín Alsina, pero él ya no toma cocaína/ Walter tiene vergüenza, no sabe qué decir/ Ahora se arrepiente y piensa que se quiere ir/ Personalidad destacada, qué cagada, qué cagada/ Personalidad destacada, qué cagada, qué cagada”.

Cae la tardecita del domingo en Valentín Alsina, la mejor hora de este otoño frío, pero sin lluvias. A días nomás de cumplir 56 años, Walter “El Mosca” Velázquez no es un hombre de ponerse nervioso. Pero hoy sí. Y eso que desde temprano, tipo once, once y treinta, que apura unos vasos de cerveza como para aflojar el espíritu y llegar entonado al momento en que le toque subir al escenario y recibir la placa con la que el municipio de Lanús lo nombrará personalidad destacada de la cultura. No es la placa ni el título lo que lo tiene un poco tenso. El tema es que debe decir unas palabras a manera de cierre de este encuentro que lo tiene como protagonista central y le da un poco de… no sé, cosita.

Finalmente, Walter sube al escenario, le entregan la placa y entonces, frente al micrófono, cuenta su historia, la de sus padres puntanos que terminaron viviendo a ocho cuadras del Riachuelo, ahí nomás del puente Alsina, justo donde termina el recorrido de la línea 15 de colectivos, de la que su papá era chofer. Que en rigor él nació en Capital Federal, en el Hospital Alvear, pero que ni bien salió de ahí se fue con sus padres a la casa de Valentín Alsina en taxi, porque no tenían auto, y de ahí no se movió más. Hasta ahora. Gracias. Aplausos. Y un último pedido: “Ya que me nombraron personalidad destacada, podrían no cobrarme el ABL, ¿no?”. Le dijeron que no, que eso no se podía, pero bueno, Walter igual se fue contento, caminando hasta su casa por las calles del barrio.

“Sí, estuvo divertido”, dice Walter Velázquez, “El Mosca”, cantante de 2 Minutos, una semana después. “¿Cómo fue que me pusieron? Ciudadano destacado de la cultura del barrio de Lanús, algo así… Ya nos habían tirado una onda hace unos años, pero justo nos agarró la pandemia. Nosotros queríamos hacer un show gratuito en puente Alsina, pero pasó todo ese quilombo. Había un muchacho que estaba en Cultura, no recuerdo su nombre, de la municipalidad de Lanús, y trasca estábamos cumpliendo 35 años y tiró la onda: ‘Les hacemos un homenaje, les damos una plaqueta, invitamos un par de bandas de Lanús, algo pequeño’. Justo ese domingo no tocábamos, así que le dijimos que sí. Un domingo de joda al lado del Riachuelo, del lado de Valentín Alsina. Empezó a las 12 y terminó a las 17, tocaron tres bandas”.

¿Y sentiste algo especial?

Me dio vergüenza subir al escenario a agradecer. ¡Y mirá que ya había arrancado desde las 11.30 de la mañana! Pero bueno, me comí unos sanguchitos de jamón y queso para bajar, y cuando me dijeron que tenía que subir… eso, me dio vergüenza y como pánico. ¿Tengo que hablar? ‘Y, loco, te vamos a entregar la placa’. Bueno, conté mi historia, y dije que no soy como Sandro, que se fue a vivir a Banfield, porque él podría haber construido su mansión en Valentín Alsina, pero le gustó más Banfield. Y ahí les dije que me encantaría que no me cobren más el ABL… Pero no, eso no, me dijeron, ja ja ja…

¿Fue tu hijo?

No, creo que estaba en la cancha, no sé si de San Lorenzo, alguna rara hizo. La invité a mi vieja, pero tampoco, me dijo que tenía que ir caminando y me preguntó: “¿Qué te van a dar?”. “Una placa”, le dije. “Pero si ya tenés una que te dio el gobierno anterior, mejor me quedo en casa”, me dijo. Listo, dale…

¿Cómo te llevás con este tipo de reconocimientos?

Me causan gracia, de verdad. Es más, no tengo ninguno, los tiene mi vieja. Este me lo dieron el domingo a las cinco de la tarde y a las nueve ya estaba en la casa de mi vieja. Todo bien, estuvo copado, pero me causa gracia. Es un flash. Fue un domingo diferente: tocaron bandas, la gente se divirtió y terminé siendo eso que dice ahí.

Cuando estabas en el escenario, ¿se te cruzó algún recuerdo de tu infancia?

¿Por darme ese coso? No, pero me encontré con un montón de chicos del barrio, que no van a los shows de 2 Minutos, que los conozco de chicos. Un par vinieron a saludarme y me decían: “Mirá loco dónde llegaste”. No, todo bien, es una chapa, no me va a cambiar en nada. En un momento me sentí como en la película esa de Oscar Martínez [N.d.R.: El ciudadano ilustre], que en un momento empiezan a escabiar y se pudre todo y le gritan: “Careta, tomate el palo”, ja. Pero estuvo bueno, estuvo apoteótico.

FOTO: FLORENCIA DANIEL

TEMA DOS: “Balero”. “De chiquito era un gil/ que no entendía nada/ Era inocente y jugaba en el potrero/ Hasta que llegó el punk/ para abrirme el balero”.

En 56 años El Mosca vivió en cuatro casas, todas en Valentín Alsina, todas dentro de un radio de dos manzanas, aproximadamente a ocho cuadras del puente Alsina inmortalizado en la tapa del primer disco de 2 Minutos. En estas calles, el pequeño Walter andaba con los chicos de la cuadra, “una pandilla muy inocente” que jugaba a la pelota o se juntaba en la casa de alguno a pasar el tiempo frente al Estanciero o el Ludomatic. “En verano, no sé, salíamos a tirar las Bombuchas. A media cuadra tengo la avenida Presidente Perón, entonces íbamos con baldes a tirarles a los bondis, con gente que venía de laburar por ahí y las remojábamos. Eso era de malditos, pero éramos chicos. Andábamos mucho en bicicleta por el barrio y por ahí nos íbamos a jugar al potrero, una infancia que los niños de ahora quizá no tengan la posibilidad de vivir.

¿Cuándo empezaste a componer canciones?

De adolescente, ya grandecito… Dieciséis o diecisiete años.

¿Te acordás de qué fue lo primero que escribiste?

Antes de 2 Minutos tenía una banda que se llamaba Héroe Kampss, porque cuando éramos chicos recuerdo que íbamos al Italpark, que ya no existe más, y te sacabas el pasaporte del fin de semana y fuaaaaa… éramos lo más campeones. Ya viajábamos solos y era el Disney World nuestro. Me acuerdo de que a veces cruzábamos por Recoleta y había pintadas: “Héroe Ramón”. “Vamos Camps”. No entendíamos nada y después cuando crecí dije: “¡Qué hijos de puta!”. Éramos giles, no cazábamos un fulbo. Cuando crecí, claro, nada que ver con el chabón [N.d.R: Ramón Camps, genocida de la última dictadura militar, jefe de la policía bonaerense primero y de la Federal después, a cargo de varios centros de detención clandestinos de la provincia]. Pero bueno, esa fue mi primera banda, en 1985 más o menos, y estaba Papa, el bajista de 2 Minutos, que lo conozco de chiquito del barrio. La banda duró un show y ahí escribí mis primeras composiciones. Era medio un hard-core tipo Exploited. Escuchaba GBH, punk-rock no nos salía tanto porque no teníamos tanta cabeza como para meter una melodía. Era más hard-coroso, debe haber algún casete por ahí.

¿Sobre qué escribías?

Había un tema sobre Malvinas, pero los nombres ni me preguntés. Creo que uno se llamaba “Vómito de vino”, que lo llegamos a hacer con 2 Minutos al principio, pero después no lo hicimos más… Imaginate: “Vómito de vino”. La lírica… fuá, alta canción, ja. ¡Mama pulpa!

¿No tocabas nada?

No, solo cantar. Componía, pero lo hacía silbando. Tiraba la melodía y a eso le ponía letra. Hasta el día de hoy. Ahora toco la guitarra, mal, y compongo con eso, pero en ese momento escribía o alguien venía con una música y le ponía letra.

Así como Santiago Motorizado se inventaba de chico bandas para ilustrar las portadas de sus discos, el pequeño Mosca (desde chico lleva sobre sus hombros el apodo) creaba flyers de grupos ficticios para empapelar las calles de Valentín Alsina. “Yo no era quilombero, en la escuela me sentaba siempre atrás y era amigo de los más nerds. Pero en la primaria ya me compraba revistas de rock, Pelo, El Expreso Imaginario, después 13/20, Twist y Gritos. El Expreso Imaginario me avivó mucho, tenía una data interesante. Te decía ‘esto es el punk, esto es la new wave’. Y como a mí me decían Mosca, con Papa hicimos un dibujo y puse: ‘Mosca y los Fli’, como el que usaban los abuelos para matar las moscas. Y abajo decía: “New wave insectivo”. Cualquiera, ja. Hicimos un montón de flyers y los pegamos por la avenida Perón. “No sabíamos tocar nada, tendríamos 13 años, pero ya flasheábamos una. Era una banda que estaba en nuestras cabezas. ¡Fuimos la primera banda new wave de Valentín Alsina!.

¿De chico ya sabías que querías cantar?

En Héroe Kampss era lo único que sabía hacer y entonces salió así. Papa no sabía tocar el bajo y se compró uno. Y el batero que teníamos, el Negro Nelson, que en paz descanse, compró una batería bien chota, los platillos eran la tapa de unos lavarropas, medio Arturito. Éramos los más crotos del planeta. Pero bueno, me tocó ese rol. Me quedó cómodo.

¿Pero cantabas cuando eras un niño?

No, iba a un colegio católico y cantaba en la clase de música. Pero en mi casa no, no me pintaba. Había una guitarra criolla que mi papá a veces tocaba y yo trataba de sacarle la secuencia, pero nunca pude. Pero sí flasheaba contra el espejo que la rerompía. Ese fue el rol de mi vida artística, ja ja ja… Lo que sí quería era, sobre todo, tener una banda. Eso lo tenía ultraclaro de chiquilín. Y eso que en casa no se escuchaba rocanrol. Papá escuchaba cumbia colombiana vieja, tangos, mucho folclore combativo, Cafrune y Larralde a full, y después zambas, chacareras, chamamé, canciones románticas de José Luis Perales y lo más moderno de la época. La new wave de mis viejos era Palito Ortega. Otra ondita. Pero tenía los hijos de mi padrino, que los veía mucho más cuando era chiquitito, y escuchaban los Rolling Stones, Beatles, Creedence Clearwater, otra onda.

FOTO: FLORENCIA DANIEL

TEMA TRES: “Héroes del sur”. “En el sur está la papa/ tenemos superhéroes sin capa/ Con una guitarra y un bombo/ hicimos mucho quilombo/ No me vengas a explicar/ cómo fue la historia/ El sur tiene aguante/ y vos sos un vigilante/ El sur tiene aguante/ y vos sos un vigilante”.

Para el joven Mosca, las revistas de la cultura rock no solo fueron la puerta de entrada a un universo del que más temprano que tarde sería parte, sino que también significaron una temprana salida laboral, cuando logró hacerse del puesto de cadete en la editorial que publicaba Rock & Pop, El Musiquero y Cerdos & Peces, toda una leyenda de la contracultura dirigida por un tal Enrique Symns. “Yo era el cadete de las tres revistas, llevaba los fotogramas a Barracas para que las imprimieran, pero tenía más onda con los chicos de Cerdos & Peces, porque era lector de la primera época. Ahí conocí a Symns y a la mayoría de los periodistas que después me entrevistaron. El jefe de Rock & Pop era Marcelo Fernández Bitar, estaba Claudio Kleiman, Pablo Schanton empezaba a escribir para Cerdos & Peces. Siempre me lo cruzaba y me preguntaba: ‘¿Qué estás escuchando? ¿Escuchaste a los Pixies? Escuchá esto…’. Yo era el cadete rockero y después cuando dejé de laburar ahí, los fui a ver y les conté que tenía una banda y los hinché para que me vinieran a ver. Fue todo muy loco, en mi historia todo es muy raro”.

El periodista y crítico Pablo Schanton efectivamente fue el primero en hacerle una nota a 2 Minutos para el Suplemento Sí, pero lo que recuerda de aquellos primeros encuentros con “el cadete” (“todavía nadie lo conocía como El Mosca”) es una charla sobre Elvis Costello. “Yo nunca fui muy fan de Costello, me gusta lo que es más complejo o sofisticado de él, pero lo falsamente simple no. Una idea de inteligencia punk que nunca me gustó. En eso teníamos diferencias, pero fue una conversación al pasar. Pero después cuando los entrevisté en las oficinas del sello que iba a editar su primer disco, para el , ellos tenían un montón de términos nuevos para el rock, un lunfardo propio y al mismo tiempo creo que, con cierto balance de década, 2 Minutos terminó siendo la banda más relacionada con el rock barrial puro. Porque, más allá del nombre del disco y del puente Alsina en la tapa, no tienen una dialéctica que tenga que ver con el más allá. No es eso de la esquina y la relación con el diablo o esa escala bíblica que puede tener La Renga. En este caso todo sucede en el barrio, son como ángeles caídos en un barrio. Y finalmente todo sucede ahí, la relación con la policía, la relación entre las bandas, lo que les pasa a todos. Es una especie de costumbrismo barrial totalmente cerrado. No hay otra banda que haya sido más barrial que 2 Minutos”.

El barrio, la esquina, la birra, la policía y ese hit que arengaba: “Ya no sos igual, ya no sos igual, sos un vigilante de la Federal. Sos buchón, sos buchón”.

¿En qué sentís que ya no sos igual?

Ahora somos gente adulta y responsable y no inscripta… La carrocería tiene más kilos, algunos pelos menos, menos dientes, pero la energía vital es la misma. La energía corporal quizá no, porque estamos más grandes. Pero damos batalla a todo lo que venga. Creo que nos tendrían que dar un premio a la banda con más millas. Les ganamos hasta a Babasónicos, estamos en la pole position y nada de que nos separamos y volvemos con todo. Nosotros non stop. Bueno, Babasónicos también.

Ellos eran de Lanús, ¿te los cruzaste en los primeros años?

Los chicos son de Lanús, pero ya no vivían ahí cuando los iba a ver. Ellos también después venían a vernos. Una vez nos encontramos en esos hermosos festivales Nuevo Rock Argentino, creo que en Córdoba, y pegamos una recontra buena onda. Ellos paraban en comunidad en una casa cerca de Parque Patricios. A veces venían a casa a cenar, recién estaban sacando el primer disco o el segundo y nosotros teníamos el primero. Yo también iba a visitarlos. A veces nos juntábamos en los cumpleaños de Daniel Melero, que eran muy divertidos. Ahora nos cruzamos en aeropuertos, ja… Me acuerdo de que le dije a Adrián (Dárgelos): “A vos loco no te entienden. Pero un día los van a atar a todos ustedes a una nave espacial y los voy a ver solo en aeropuertos. Todavía no te cazaron la onda, hasta que exploten”. Yo los iba a ver y me encantaban. Estaba bueno porque era como un aire nuevo que había en los 90, porque más allá de la frase histórica de Divididos, “en el Oeste está el agite”, en los 90, a nivel musical, estaba más en la palestra la música que salía del Sur. Estábamos nosotros de Valentín Alsina, de la República Separatista de Lanús. Los Baba también, Juana la Loca eran de Temperley, de Turdera, Los Brujos, El Otro Yo, la Nueva Flor, los Victoria Abril venían de Adrogué, los hermanos Rial también eran de ahí. Toda esa gente era de zona sur. Era muy raro todo.

¿Por qué?

Creo que había gente con ganas de hacer muchas cosas y gente que leía y que tenía otros gustos musicales y salió a hacer sus bandas, cada uno con sus características, que nada que ver con las bandas del Oeste, que eran más rock and roll. No sé cómo llamarlo, sónico, alternativo, no sé, era algo más nuevo y no eran copias entre sí, cada uno tenía su propia característica.

TEMA CUATRO: “Vino barato”. “Vino barato y Casanovas. Vino barato y Casanovas. Una noche te encontré en un show de rockabilly. Los dos éramos de Alsina pero no te conocía. Me dijiste que tocabas la bata y yo te dije que cantaba. Tomamos vino barato y dos minutos después armamos una banda. Vino barato y Casanovas. Vino barato y Casanovas”.

2 Minutos se gestó tras un fortuito encuentro entre dos veinteañeros desconocidos en la oscuridad de un show del grupo de rockabilly Casanovas, en el invierno de 1987, en La Casa de la Juventud, a metros del Jardín Japonés. “El violero, Carlos Cruzado, que era el clon de Sid Vicious, iba a nuestro colegio, el Juan Bautista. Y su novia era una Nancy Spungen, toda platinada. Era una banda buenísima. Ya estábamos cansados de escuchar Serú Girán y bandas como Casanovas o Los Fabulosos Cadillacs eran la nueva movida. Esa noche conocí a una pareja punki, que me encaró y me dijo: ‘Vos sos de Alsina, ¿no? Te vi en un par de recitales’. ‘¿Y cómo es que nunca nos cruzamos?’, le pregunté yo medio paranoico, pensando que me estaban espiando o qué sé yo. Y pegamos onda. La novia vivía a cinco cuadras de casa. Tomamos unos vinos y él tenía una banda en la que tocaba la batería, que ya no existía más, Caca Viva. ‘Yo canto y tengo un bajista’, le dije. Y bueno, vino barato, ida y vuelta y quedamos en juntarnos para tocar”.

Treinta y cinco años después de aquella larga noche de vino barato, Marcelo Ares, el muchacho de Alsina que encaró a Mosca, ya no está más en 2 Minutos, pero el resto de sus integrantes originales sí: Alejandro “Papa” Ainadjian (el amigo bajista que Mosca conoce del barrio desde los 7 años) y Alejandro “Indio” Mirones.

“El Indio se había ido de la banda por decisión propia, se fue a vivir a Miami y a partir de ahí sumamos dos guitarristas. Un día, como diez años después, volvió el Indio y le tiré una onda porque no estaba haciendo ninguna. Justo se cumplían 25 años de 2 Minutos y le dije: ‘Estás al pedo, no estás viajando a Europa con Las Manos de Filippi… ¿Querés tocar con nosotros?’. Si Bad Religion tiene tres guitarras, ¿por qué 2 Minutos no? Ja, ja… Esto es una familia díscola, pero seguimos en la carretera, eso es lo más lindo”.

Esta familia muy normal celebrará este año su trigésimo quinto aniversario con un disco en el que revisitarán sus canciones más populares junto a invitados como Los Auténticos Decadentes y La Vela Puerca, entre otros. “La idea es mutar nuestras canciones, sin perder la onda y según el invitado.

¿Algún feat. del palo trapero?

No, por ahora no surgió nada así, pero de eso saben más lo productores. Poné: “No sabe, no contesta”, por las dudas.

¿Encontrás alguna conexión entre el punk y el trap?

Creo que es una nueva tribu que está hace un par de años, que atrae a muchos chicos de la edad de mi hijo, que tiene 18, y más grandes también. Algunos tienen un discurso rebelde y otros no. Al papá de Trueno lo conocemos de los recitales punk, un muchacho grande, que iba a ver a los 2 Minutos. Con Dillom hablé por Instagram, pero no tuve un contacto estrecho con ellos.

TEMA CINCO: “Punk y después”. “Rebeldía, autogestión, para mi generación. No creemos en tu política de derecha ni de izquierda. Todos mienten, todos mienten. Anarquía y revolución para el trabajador. Yo soy punk de los barrios, codo a codo con el laburante. Yo soy punk del piquete y vos sos un sorete”.

En 2020, el poeta y escritor Walter Lezcano publicó el libro Un regalo del diablo – 2 Minutos, Valentín Alsina y la reinvención del punk argentino. Una suerte de ensayo libre sobre la relevancia de la irrupción de 2 Minutos en la escena, que incluye las voces del autor, de algunos de los protagonistas y de la escritora Mariana Enriquez, entre otras. Y en el capítulo 8, titulado “Yo no crucé la frontera, la frontera me cruzó”, Lezcano desarrolla una de las hipótesis centrales del trabajo: “Manal (en un tema como ‘Avellaneda blues’) mira lo que sucede en el conurbano sur desde un afuera una noche en que el narrador decide darse una vuelta a ver qué sucede por ahí, más allá de sus fronteras habituales. En cambio, y acá está el rasgo de originalidad, 2 Minutos canta –y grita- desde una realidad honesta, que es la suya, que respeta, se la apropia y enarbola como bandera identitaria de pertenencia. Hay, en la voz de Mosca desplegando su falsete inolvidable, orgullo y amor por la tierra que articula como arte de su ser y que lo constituye, le da forma y lo completa. Y eso, por donde se lo mire, es algo nuevo dentro del rock argentino”.

Lezcano desmenuza y analiza aquel debut discográfico de 2 Minutos como la primera vez que en el rock el conurbano saca pecho y cuenta su propia historia, luego de años de haber sido narrado por “los porteños”, más cerca del Instituto Di Tella que del Riachuelo.

Dice el Mosca: “No terminé de leer el libro. Empieza como algo sociopolítico y tiene como diez páginas así. Como había tomado unos copetes dije: ‘Uh, loco no’. Lo dejé y no lo retomé más. Hicimos un montón de notas con él, pero no puedo decir si el libro es bueno o malo. Cuando leí tanto de historia e historia me pregunté: ‘¿Pero cuándo viene la parte en que con Walter nos pusimos re en pedo, durante noches y noches en Valentín Alsina?’. Tuvimos varias tertulias con el autor, pero siempre me quería entrar por el lado político”.

¿No te interesa la política?

No, cada vez estoy más descreído. Me la chupan todos. A los 18 tenía el corazoncito por algo, inclusive hasta no hace mucho tenía ciertos pensamientos, pero cada vez creo menos. Me la fuman todos, desde la ultraizquierda, pasando por el medio conservador y hasta la ultraderecha. No me fumo a nadie. Hace tiempo que estoy así, totalmente descreído, que por un lado está mal, porque tenemos que votar y saber quién es el muñeco que va a comandar esta nave agujereada.

¿De chico qué mamaste políticamente?

Por parte de mamá eran peronistas a full y por parte de papá, radicales. Pero las veces que yo voté, voté Partido Obrero, Socialista Auténtico, muchos partidos de izquierda.

¿Qué era el punk para vos, cuando eras adolescente?

Me acuerdo de que en una Expreso Imaginario venía el dibujo de un punk. “¿Qué es esto?”. Ya había fanzines, iba a los recitales de Sentimiento Incontrolable y ellos tenían mucha conciencia animal, el respeto, que esto y que lo otro y bajaban una línea que era buena. Otras bandas eran más de ‘destruir, destruir para construir y ver’. En esa época lo que pensaba era que era algo que estaba muy bueno, musicalmente sobre todo. Yo venía escuchando musiquita hacía rato y ya no me identificaba con La grasa de las capitales, de Serú Girán. Había un programa muy bueno, que se llamaba El tren fantasma, que lo conducía Omar Cerasuolo y ahí escuchabas Pistols, Clash, XTC, Devo, Squeeze, The Cars. El que musicalizaba eso era el baterista de Alphonso S’Entrega [Aníbal García]… Pero bueno, para mí el punk era como rebeldía y estar en contra de algo, de algo impuesto, una ley, la autoridad del gobierno y cosas así, y a favor de la clase obrera, a favor del pueblo y de la gente luchadora y protestante.

¿Y hoy qué es ser punk?

Hoy el punk puede ser muchas cosas, depende de quién lo consuma. Si es una persona fashionista, es una moda. Gente con remera de The Clash o Ramones que no sabe quiénes mierda son y se las vende una casa de ropa acá en Palermo, ponele. Para otra gente puede ser que siga significando lo mismo: rebeldía, autogestión, hazlo tú mismo, como cuando yo era chico. Para otros solo es moda y un estilo musical. Tiene muchas acepciones. Es como esos libros de Elige tu propia aventura. Para mí en este momento punk es la clase trabajadora, la que no tiene laburo, que tiene tres pibes en la casa y no sabe de qué disfrazarse y va a reclamar a un piquete.

¿Hoy escribís para esa clase trabajadora?

Tengo algunas canciones. Hay temas, pero ahora no me gusta estar todo el tiempo: “Eh eh, muerte al Estado, muerte a la Iglesia, muerte a la policía”. Los primeros tres discos de 2 Minutos son como las primeras tres viejas películas de Star Wars: ahí dijimos todo. Ya sabemos que la Argentina está hecha mierda, que es una cagada. Ojalá levante y todos estemos mejor en todo sentido, pero bueno, hay canciones que sí hablan de esos temas y otras de amor o las clásicas canciones de 2 Minutos que hablan de una historia utópica o algo que me sucedió o algo que escuché en un bar y me pareció una historia loca. Como siempre en 2 Minutos: de todo un poco.

(Nota: los temas y las letras citados en este artículo son ficticios. No los busques en Spotify).