Branford Marsalis en el Mendoza Sax Fest: “Cuando era adolescente solo escuchaba música pop”

El saxofonista, que brindará clases magistrales y un concierto acompañado por Ernesto Jodos, Jerónimo Carmona y Oscar Giunta, recuerda sus años con Sting y elogia a Kamasi Washington, aunque no lo considera un músico de jazz

Por  HUMPHREY INZILLO

octubre 6, 2022

Roger Thomas (Branfordmarsalis.com)

Uno de los mejores saxofonistas del mundo, Branford Marsalis, está en la Argentina. Es su regreso a Mendoza, donde se había presentado en 1988, junto Sting, en el marco de la gira de Amnesty, junto a Peter Gabriel, Bruce Springsteen, Tracy Champan, León Giego y la banda chilena Los Prisioneros. En este caso, su llegada a Cuyo está vinculada a una nueva edición del Mendoza Sax Fest, un festival centrado en ese instrumento que incluye presentaciones de instrumentistas notables, tanto del ámbito internacional, como Jonathan Helton y Griffin Campbell (Estados Unidos), el Dr. Carl-Emmanuel Fisbach (Francia), Agustín Moya (Chile) y Denisse Serrano (Chile), con el cuarteto de saxofones Isthmus Sax (Panamá), y de Argentina con los saxofonistas Walter Casciani, de Mendoza, Mariana Cuadra, de San Juan, y Jorge Retamoza, Ricardo Cavalli, y Mauro Ciavattini, de Buenos Aires, que participaran de los conciertos, masterclasses, workshops, talleres, y seminarios. 

“Las convenciones de saxo han sido importantes para mí. He conocido a amigos de toda la vida en estos eventos. Dos de ellos, Mauricio Agüero y Emilio Spitz, me reclutaron en Mendoza. Mis clases se centrarán principalmente en lo filosófico y técnico si es necesario”, dice Marsalis, de 62 años, que también brindará dos conciertos en el marco del encuentro. En uno de ellos, estará acompañado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Cuyo. En el otro, junto a un trío integrado por tres de los músicos más activos y talentosos de la escena nacional: Ernesto Jodos en piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Oscar Giunta en batería.  

Uno de mis álbumes favoritos de tu discografía es  Royal Garden Blues (1986). Y a lo largo de tu carrera, más allá de ser un compositor prolífico, nunca has dejado de tocar temas clásicos o standards. ¿Qué podrías decirme sobre la importancia de continuar con la tradición de esas canciones y sobre el poder de las melodías, sobre el sentido de revisitar esas piezas clásicas que mantienen su encanto y su vigencia? 

Empecé a notar que todos los músicos que me encantaba escuchar tocaban música más vieja que ellos. Art Blakey me convenció de seguir esa filosofía. Cuanta más música antigua aprendía, más radical se volvía mi pensamiento. Las canciones representan lo mejor de la tradición, y la tradición es lo que esperamos que continúe, no tanto las canciones.

Royal Garden Blues, por Branford Marsalis

Cuando te sumaste a los Jazz Messengers, Art Blakey tenía aproximadamente la edad que vos tenés ahora. Por un lado, me gustaría saber cómo recordás las enseñanzas de Art en ese período, y por el otro, saber si podés mensurar todo lo que has hecho en estos cuarenta años, toda la música que has grabado, los músicos con los que has compartido escenarios y proyectos, los sitios del mundo que has visitado…. En fin, si el joven Branford se imaginaba la carrera y la vida que has vivido.

Ninguna persona honesta diría que sabe a dónde la llevará su vida, sobre todo habiendo pasado cuarenta años. Siempre me he esforzado por aprender y por robarle a los mejores pensadores más que a los mejores músicos; excepto en las raras ocasiones en que resultan ser ambos.

Fue un período relativamente breve el que tocaste con Sting: unos cuatro años. Sin embargo, parece haber sido un mojón importante en la historia de la música pop. Esa banda era increíble (Kenny Kirkland, Omar Hakim, Darryl Jones), y tenía una impronta jazzística que trascendía la música que estaban tocando. Se me hace difícil pensar en el jazz como una etiqueta o como un género, sino más bien entiendo que debe entenderse como un lenguaje. ¿Estabas pensándolo en esos términos durante tu paso por el grupo de Sting? ¿Qué recuerdos tenés de esa época?

Tengo muchos recuerdos de esa época. Tus experiencias musicales se mostrarán en todas las cosas que hagas. El objetivo era hacer que la música de Sting sonara tan bien como pudiéramos. Nadie en la banda estaba interesado en una fusión de nada. Todos teníamos antecedentes muy diferentes, y la combinación fue muy exitosa.

El título de tu último álbum, The Secret Between the Shadow and the Soul, refiere a un poema de Pablo Neruda; le has dedicado uno de tus álbumes al artista plástico Romare Bearden; tu álbum de 1991 The Beautiful Ones Are Not Yet Born es el título de una novela homónima del escritor ganés ​​Ayi Kwei Armah, incluso le has dedicado una canción a la Isla de Gilligan… Los títulos de tus obras parecen ser guiños que le abren la puerta a tus oyentes a otros mundos estéticos. ¿En qué medida esos otros mundos estéticos han contribuido a tu inspiración, a tu creatividad, a tu obra?

La lectura siempre ha sido parte de mi estética personal. Como escribí antes, todas tus experiencias se vuelven parte de tu arte. No es una lección para los oyentes; muchos no son tan curiosos más allá de la música. Es para mí y para los otros músicos de la banda.

Fuiste uno de los primeros músicos de jazz en hacer crossover con el pop y el hip-hop. En los últimos años, ese camino lo hicieron muchos, pero me gustaría preguntarte por Kamasi Washington. ¿Estuviste atento a su carrera? ¿Sentís que de algún modo está continuando con ese legado expansivo?

Kamasi está bien, y su música también, pero no es un músico de jazz, así que no creo que la comparación sea buena. Nunca fue mi intención hacer ningún crossover. Cuando era adolescente no escuchaba jazz: escuchaba exclusivamente música pop. Tocar con Sting fue la continuación de un estilo de música que siempre había disfrutado. No hubo implicaciones financieras o políticas en esa decisión, ni en las que siguieron.