Desde la salida de su primer álbum en 2013, Trip Tour, detrás del nombre Zero Kill, la búsqueda de su identidad (musical, claro, pero también personal) ha sido el tema central en la obra de Benito Cerati. Una década y cuatro discos más tarde, Benito decidió finalmente firmar el primer disco con su nombre y apellido, presentarse en sociedad como solista y conceptualizar su música en torno a preceptos que tienen que ver con la primera vez, los despertares de la adolescencia y las sensaciones de salir al mundo exterior mostrándose tal cual uno es.
Por ahí (y por varios caminos laterales, por cierto) va Shasei, el álbum que saldrá a fin de mes y que lleva como título esta palabra japonesa que puede traducirse tanto como el arte de “dibujar la naturaleza” a través de la escritura, como el acto de eyacular.
El disco abre con “Tu espada en mí”, una dramática balada fantasmal en la que Benito cura las heridas de un amor que se fue (“es fácil recordar lo bueno que tuvimos y sentir tu espada en mí”, canta, acompañado por Lito Vitale en piano) y cierra con la esperanzadora “La tercera es la vencida”: “No sé qué onda con vos, quiero empezar de cero”. En medio de ese arco que comienza con un final y termina con un principio, el músico crea un personaje dramático, por momentos barroco, por instantes directo y sin disfraz, que le permite jugar el juego que ama desde que tenía ocho años y ya armaba sus propias maquetas.
“El atardecer”, el tema dos del álbum, llega con un beat folclórico de linaje familiar y los arreglos de cuerda de Alejandro Terán (el mismo que trabajó con su padre en tantísimas ocasiones). Mientras que “Agujero negro”, que funcionó como primer adelanto, podría ser la banda de sonido del próximo James Bond, con palmas “a la Rosalía”, la trompeta desbocada de Gillespi y un swing misterioso y aventurero.
“Voz, bajos, guitarras, teclados, programaciones y samplers: Benito Cerati”, aseguran los créditos de cada una de las diez canciones que integran Shasei. Y es en el tramo central de la obra donde Benito parece moverse a sus anchas, tan melódico como rítmico, más Cerati que nunca. “Futuro incógnito”, “Cemento” (las posibilidades vocales de Benito en todo su esplendor) y “Shasei” (una perla sónica que si hoy se presentara como outtake de Amor amarillo o inclusive de Colores santos nadie lo discutiría) guían este segmento clave del álbum.
“La luz mala” trae algo de funk blanco, con Fernando Nalé en bajo, y “Buenos días amor” recuerda cuanto admira y bebe Benito de la obra de Charly García. “Sigo conectado contra la pared y no siento nada”, recita sombrío sobre una base épica que sube y sube hasta el final.