Trueno lanza su nuevo disco, ‘El último baile’, un homenaje a los 50 años del hip-hop desde el sur  

En su nuevo disco, 'El último baile', el rapero de La Boca repasa la historia del género que mamó desde pequeño, con guiños y referencias a artistas y canciones emblemáticas

Por  HUMPHREY INZILLO

mayo 24, 2024

Trueno lanza un álbum enfocado en la pista de baile.

SONY GENTILEZA

En la portada de El último baile, Trueno tiene unos quince años menos que ahora, una sonrisa compradora, una mirada pícara y las trencitas que usaba uno de sus ídolos de entonces, el cantante jamaiquino de dancehall, Sean Paul. La foto es trucada, aunque esas bantu knots son el look que el rapero oriundo del barrio de La Boca adoptó para esta etapa de su carrera, pegada al lanzamiento de su nuevo álbum, que en menos de media hora construye una block party en homenaje a los 50 años de la historia del hip-hop. Alerta spoiler: en la grabación de este álbum, Trueno cumplió el sueño de grabar con su ídolo de la infancia.

Hay dos modos, al menos, de apreciar El último baile. Una de ellas es entregarse al flow, apagar las luces, subir el volumen, armar el party. Para eso fue, en definitiva, concebido este álbum, con especial énfasis en que los BPM (beats por minuto), vayan en ascenso, y que esa aceleración se traslade a la dinámica de esa fiesta.  

El otro modo es conectar con la infinidad de guiños que esconden las letras de las canciones porque El último baile está lleno de guiños: la hipertextualidad aplicada a la pista de baile. “Tranky Fanky” es un tema emblemático para entender el concepto del álbum. “Tranqui, funky, whoopty wop, me siento ODB smoking Brooklyn Zoo”, lanza el rapero. En esas líneas hay dos contraseñas: uno a la canción “Whoopty Wop” de T-Nutty, de 2011; la otra a “Brooklyn Zone”, de Ol’ Dirty Bastard, integrante de Wu-Tang Clan. La letra de ese tema también hace referencia a “Shook Ones (pt. II)”, una canción de Mobb Deep construida a partir de samples de artistas de jazz (“Jessica” de Herbie Hancock; “Kitty with the Bent Frame” de Quincy Jones). Y las baterías están tomadas de “Dirty Feet” de la Daly-Wilson Big Band, agrupación australiana de los años 60. Una avalancha de datos, encapsulada en los dos minutos y 38 segundos que dura la canción. 

Con Tatool y Brian Taylor como aliados esenciales en la producción, Trueno eludió las colaboraciones con cantantes, pero en la pegadiza “Pull Up” aparece la voz de Sean Paul, un sutil cameo que cumple el sueño infantil del artista. El final de esa canción festiva hace honor al cartel de “Parental Advisory Argentinian Content”: Trueno ofrece un homenaje a los raperos vernáculos que se ganan el mango improvisando rimas con las palabras que les sugieren los pasajeros del subte o el tren. 

La cuestión identitaria es fundamental a lo largo del álbum, porque si bien el mapa musical casi no aporta localismos (como ocurría en Bien o mal, 2022, el álbum por el que obtuvo el Gardel de Oro), el enfoque letrístico no pierde su origen: el artista que acumuló un millaje impactante en sus viajes por Iberoamérica, que recorrió las calles de Nueva York que dieron origen al hip-hop, no deja de mirar el mundo desde el barrio que lo vio nacer. Y hacia el final de “Como antes”, aparecen unos compases apenas que remiten al espíritu carnavalero, un guiño a la tradición murguera de las calles que lo vieron nacer.

Hay un coqueteo con la voz de Salomé en “Real Gangsta Love”, hay cierta melancolía en “Night”, una balada trapera con una letra en spanglish y el saxo soprano de Ramiro Flores como una sutileza aterciopelada, y hay un coqueteo funkero en “Oh Baby”, una oda a la bola de espejos en la que Trueno aplica su flow afilado.  

“Me dedico a hacer que toda la gente, lo mueva unas horas después del trabajo”, dice en “Cuando el bajo suena”, con guiños al house noventoso. Y a continuación, “La nota”, tiene una intro que suena como Underworld. Luego la canción, coproducida con Víctor Martínez y Pablo Drexler (de la crew de C. Tangana en El Madrileño) llega la canción a otra dimensión y termina en un arpegiado sintetizado como si fuera una escena de Stranger Things.

“Ahora estamos arriba y seguimos subiendo soy el mismo wacho por suerte, no perdí ni la sangre ni el hambre ni el tiempo ni menos las ganas de verte”, dice la letra de “Rain III”, el tema que cierra el álbum. Es, probablemente, el más confesional de El último baile. “Me fui del barrio antes de  cumplir 20, todos conocen a trueno… Mateo solo quiere que lo quieras”, dice sobre una base orquestada, con el violín de Santiago Alvarado haciendo firuletes, los bronces del notable Sergio Wagner y un coro a cargo de  Ayelen Zuker, Mariano “Largo” Barreiro, Camila Castagna, Stephano Marocco, Felipe Herrera, Dolores Fiama y María Armellin. Trueno dice que se fue del barrio a los 20, pero como decía el tanguero Aníbal Troilo, siempre está llegando.

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