Hipódromo mágico: Chano reunió a Tan Biónica en el Lollapalooza

Luego de siete años, uno de los grupos fundamentales del pop vernáculo volvió a juntarse en un escenario por sorpresa y desató la fiesta en el primer día de festival

Por  FEDERICO MARTÍNEZ PENNA

marzo 17, 2023

Foto: Gentileza Lollapalooza/Trigo Gerardi

“No se vayan que hoy va a pasar algo histórico”, dice Chano apenas empezado su show en el escenario Flow. Luego de la fecha doble en La Plata, el cantante se puso al frente de esta noche sabiendo que, quizás, sea su última aparición musical por un tiempo. La primera media hora la dedicó a repasar algunos hits de su repertorio con nombre propio (sonaron “Oración al sol”, “Carnavalintro”, “Naistumichu”), que intervino para un breve pasaje acústico con “Claramente” sobre la pasarela.

Guitarra en mano, dijo sin rodeos y para el rugido popular: “En cinco minutos vuelve Tan Biónica”. Y agregó: “Pronto les vamos a regalar una noche mágica, esa que les debíamos hace tiempo en un estadio de la ciudad de Buenos Aires”, en referencia a la esperada y, hasta ahora, trunca graduación del grupo: del calor de varios Luna Park a la masividad de los estadios de fútbol.

Fueron siete años de impasse con su banda que se apagaron luego de un video con recortes históricos del cuarteto. Aparecieron, entonces, con “Ciudad mágica” para el estallido de un mar de gente, el piberío biónico y unos cuantos curiosos.

Mientras sonaba “Ella”, Bambi, Diega y Seby mostraban un pulso de recargada vitalidad, ese que los convirtió con justicia en uno de los nombres fundamentales del pop vernáculo post-2000. Pero hay algo que evidencia una encendida de múltiples alarmas, y es la fragilidad de Chano.

Chano y Bambi, los hermanos sean unidos (Foto: Gentileza Lollapaloza/Trigo Gerardi)

Durante todo el set se lo vio animado, aunque rasposo en los pliegues, cargando con furia el micrófono de izquierda a derecha. Había, de a ratos, temblor en su voz. Un equilibrista en una soga que todos observan deshilacharse, casi al punto del corte. Incluso en los momentos más brillosos (“Obsesionario”), Chano exageró la constante búsqueda de épica, del efecto inmediato, moviendo sus brazos en un histrionismo de vértigo absoluto, quizás un intento feroz de auto-mensaje de que hay mejores cosas por venir para él. “La melodía de Dios” fue el cierre a todo vapor de esta muestra sin cargo, con la promesa latente. La historia se encargará de determinar si esto efectivamente fue histórico.