En cada una de las 366 fotos y sus respectivos textos, Patti Smith despliega su universo de creencias, gestos, luz, poetas amados, objetos elegidos, música, café negro y cementerios. Su cocina protegida por San Francisco de Asís, sus anteojos, recuerdos de su pasado con el fotógrafo Robert Mapplethorpe y muchos aniversarios: “Feliz cumpleaños, Jimi Hendrix, chamán de nuestra era”.
Hay ventanas a Tokio y Bilbao; Nueva York, Uluru y París. También se ven el escritorio de Borges en la Biblioteca Nacional y las muletas de Frida Kahlo en Coyoacán. La artista de Horses se mueve entre lo tangible, lo sagrado y cierta levedad que hace pensar en los sueños.
El libro de los días está inspirado en la cuenta de Instagram que Smith abrió en 2018 y tiene tono de diario íntimo. Un diario sin candado, abierto, para compartir búsquedas, hallazgos, melancolías, sonrisas y amores.
Para registrar las imágenes, cambió la vieja Polaroid Land 250 por su celular. Pero lo fundamental es su ojo. Patti anda, escribe, mira y toma café en esta vuelta a un año bisiesto, el suyo, que se extiende a todos quizás “porque estamos vivos juntos”.