Mina Serrano, la actriz andaluza que encarna a Cris Miró: “He pasado por muchas identidades”

La actriz española llegó a su primer protagónico en una serie sobre Cris Miró, pionera artista trans con la que, años antes, se había obsesionado

Por  ANALÍA FERNÁNDEZ FUKS

julio 30, 2024

“Nunca salí del armario porque nunca he dicho que soy tal”, dice Mina Serrano.

Foto: Florencia Daniel

Mirá, mi verdadero nombre es el que siento y es Cris Miró”. El 22 de agosto de 1995, la conductora de los almuerzos con más audiencia del país recibe en su programa a la primera vedette trans que acaba de debutar en el Teatro Maipo. Antes de que la artista responda cuál es su nombre, Mirtha Legrand le hace saber su desconcierto sobre su identidad de género: “No sé cómo tratarte, si como señorita o señor… ¿en qué mesa votaste?”. Después va a preguntarle si por la calle “va vestida así”. Cris Miró, en un traje azul oscuro que contrasta con sus ojos verdes, responde a todo con una sonrisa y sin vacilar.

Casi 30 años después, en junio de 2024 y en el mismo programa de televisión, la actriz española Mina Serrano, con un impactante parecido físico a Cris Miró y también vestida con traje oscuro y peinada raya al medio, con una gran sonrisa contesta una a una las preguntas que la Chiqui le hace sobre distintos temas: “¿Te gusta el hombre argentino?”, “¿Tuviste novio alguna vez?”, “¿Creés que Cris hoy se hubiera salvado?”, “¿Cómo llegaste a la serie?”, “¿Volvés a España a visitar a tu familia?”. La joven actriz andaluza está ahí para hablar del reciente estreno de la biopic de la icónica vedette argentina a la que encarna.

Cris Miró (Ella), la serie de ocho capítulos, escrita y dirigida por Martín Vatenberg, producida por Nativa Contenidos y EO Medios y basada en el libro Hembra, Cris Miró. Vivir y morir en un país de machos de Carlos Sanzol, se estrenó por TNT y Flow a fines de junio pasado, cuando se cumplieron 25 años de la muerte de la vedette, y durante el mes en que se celebra el orgullo LGBTIQ+ en todo el mundo. El elenco que acompaña a Mina Serrano (Cris Miró) está compuesto por actores y actrices argentinos: Victorio D’Alessandro (Federico, el novio); Katja Alemann (Nilda, la madre); Agustín Aristarán (Sergito, el hermano); César Bordón (Sergio, el padre ); Marcos Montes (Marito Delmonte, mánager); Manuel Fanego (Guille, amiga), entre otros.

Brillo y glamour. Calle Corrientes y Mar del Plata. Pizza y champagne. Inflación, convertibilidad, edictos policiales, VIH. La miniserie se centra entre mediados y finales de los 90, en esos cinco años de la meteórica e intensa carrera de Cris Miró, en su irrupción en la escena mediática argentina, en su transición de género, en el devenir ícono de la diversidad sexual. Hace foco en su transformación como primera vedette trans de una revista en el Maipo, en medio de una sociedad heterocisnormada cargada de prejuicios contra el colectivo LGBTIQ+, en las repercusiones tanto del público como de la prensa.

Pero la serie no se queda ahí, va entretejiendo su vida pública con su vida íntima. Capítulo a capítulo, entrama el rechazo de su madre y la validación de su padre frente a su identidad de género, la confianza y complicidad con su hermano, la red de contención que encuentra en su grupo de amistades. Las exigencias, pero también el apoyo de su representante, el vínculo afectivo que entabla con Federico, la enfermedad que ensombrece su vida y su carrera y que intenta mantener en silencio. La serie esquiva el golpe bajo, se vale de material de archivo y de intersticios de ficción para componer el período más intenso de la vida de una pionera que se convirtió en referente, en emblema, en ícono nacional.

“La Tía Encarna dijo que se sentía especialmente generosa y mandó traer una botella de champagne, como si hubiera motivo para celebrar, justo en el momento en que el televisor que había en la cocina anunciaba la noticia de que Cris Miró había muerto, y todas guardamos silencio y tragamos saliva”, escribe Camila Sosa Villada en su libro Las malas. Cuando Cris Miró murió a sus 35 años en Buenos Aires, Mina Serrano tenía dos años y vivía en Granada, a casi diez mil kilómetros de distancia. No fue hasta veinte años después de eso que Mina leyó ese párrafo de Sosa Villada, en el libro que un amigo le había prestado. Ella ya hacía cinco años que se había ido de su casa familiar y había elegido para sí misma el nombre de la gran diva de la música italiana. Fijó el nombre de Cris Miró y quiso saber más. Y más. Y más. Y buscó en internet. Y encontró. Y coleccionó datos y fotos.

“Cuando la descubro, lo que veo es una persona que tenía un punto de vista hacia el mundo muy similar al mío, y una relación con su cuerpo y con su feminidad que se aproximaba mucho a lo que yo también intuía que quería fuese el camino para mí”, dice Mina Serrano a ROLLING STONE.

Actriz, performer, reina del vinilo, modelo, niña darkie española. Así la presentan a Mina Serrano. (Foto: Florencia Daniel)

Cuando se fue de su casa a los 17 años, Mina estudió arte dramático en Madrid. Creció con Cher y con Siouxsie Sioux como inspiración, pero también tuvo referencias que estuvieron lejos de los escenarios. Algunas de ellas fueron las mujeres del historietista Milo Manara y las protagonistas del cómic Djinn, escrito por Jean Dufaux e ilustrado por Ana Miralles. “Por el poder que tenían, por la ambigüedad con la que jugaban por ser dueñas de su cuerpo y exhibir su atractivo”, sostiene.

Actriz, performer, reina del vinilo, modelo, niña darkie española. Así la presentan a Mina, que reside en Francia desde hace unos años pero se mueve entre distintas ciudades como se mueve y se contorsiona para escapar de definiciones y etiquetas que la encorseten tanto en lo profesional como en su identidad de género. “Nunca salí del armario porque nunca he dicho que soy tal. Pero sí he pasado por muchas identidades”, dice.

Cuando los amigos argentinos de Mina se enteraron de que había un casting por una plataforma virtual que buscaba a la actriz que protagonizara la serie, no lo dudaron y le insistieron para que se presentara. Ella tampoco lo dudó. Fue su parecido físico, pero también el haber sido atravesada en su vida personal por Miró lo que la trajo hasta acá. Acá es esta serie, este proyecto que no había imaginado. Hasta ahora, a lo largo de su vida, apenas sumaba tres minutos en dos películas en las que había participado. A sus 27 años, Mina se proyectaba en otras cosas, en el círculo del arte contemporáneo o de la moda. Pero la eligieron nada más y nada menos que para encarnar a un gran ícono nacional, un protagónico, al otro lado del Atlántico, con una trama muy compleja y en otro acento.

“Todo me supuso un reto”, sostiene Mina, pero nada de eso la paralizó, al contrario: “Lo que quiero en esta vida también es que me lancen retos y sorprenderme y terminar en lugares que jamás esperé. Quiero pasármelo bien en la vida, quiero sorprenderme todo el rato y esta serie fue eso para mí”.

Una de las personas con las que Mina Serrano debió trabajar el proceso de composición de personaje, por la cercanía que tenían en la ficción, fue Victorio D’Alessandro. El actor que fue parte de la exitosa tira juvenil Casi ángeles y que participó en decenas de otras, interpreta a Federico Robles (Pablo en la vida real), el gran amor de Cris Miró en la serie. “Cuando me acercaron la idea de la serie, busqué en mi memoria las imágenes que tenía colgadas de Cris, que eran en programas populares, cámaras ocultas, jodas obvias, chistes tontos. Sobre ella cabía siempre una advertencia: ‘Es una piba, pero es un pibe’. A mí siempre me pareció una figura poderosamente inteligente”, cuenta Victorio a ROLLING STONE. Sus recuerdos son los de un pibe que a mitad de los noventa tenía diez años. Antes de decir que sí, Victorio preguntó si ese gran amor era ficticio o real. Y lo que vino después fue buscar archivos e indagar.

“Yo me reía mucho cuando veía a Pablo en las fotos porque era como un book viviente, nunca se relajaba, siempre estaba buscando la cámara, preparado para que lo miren, listo con una sonrisa. Era un sello de él estar en pose”, cuenta Victorio y hace el gesto con la boca ladeada hacia el costado, imitando una postura de galán.

Sin embargo, el trabajo de archivo no lo hizo solo. En la búsqueda de material comenzó su complicidad con Mina. “Nos juntábamos entre nosotros para ver archivos, cada uno sabía la esencia de su personaje, pero nos preguntábamos qué nos servía a nosotros para construir la ficción de la pareja, desde dónde ir armándola”, dice Victorio. “Me acuerdo de que veíamos el poco archivo que hay de ellos juntos y lo primero que observamos es que se la pasaban muy bien, se reían mucho. Había como una jovialidad, se gastaban mutuamente en las notas que daban y por ahí empezamos a tener alguna pista”, aporta Mina sobre el proceso de construcción de ese vínculo.

“Fogosa” es la palabra que eligen tanto Mina como Victorio para definir a la pareja que eligieron armar en la biopic. Además de un vínculo atravesado por el compañerismo, decidieron hacer foco en la atracción física que sentían ambos. “Los construimos como dos personas muy sexuales, entonces lo demás sobraba”, explica Mina. No es casual que ambos elijan la primera escena de intimidad entre ellos como una de sus favoritas. “Me parece super interesante porque para Federico era un cuerpo totalmente diferente, entonces era mirarnos, frenar. Siempre hay exploración en un cuerpo nuevo, pero esto además era particular porque él nunca había estado con una persona travestida”, dice Victorio.

“Fogosa” es la palabra que eligen tanto Mina como Victorio para definir a la pareja que eligieron armar en la biopic. (Foto: Florencia Daniel)

Para crear esa atmósfera y la complicidad, cuentan que entrenaban y se bronceaban juntos. “Porque nos imaginábamos que ellos entrenaban juntos, desnudos y que después del ejercicio se iban a coger”, dice entre risas Victorio.

Cuando fue convocada para la serie, Mina era la primera vez que pisaba Buenos Aires. Entonces, parte también de la construcción de su personaje fue visitar y habitar los lugares por los que circulaba Cris Miró. La familia de Cris Miró y sus afectos cercanos también fueron parte fundamental para que tanto Mina como Victorio puedan darles cuerpo a sus interpretaciones. Estuvieron cerca, contándoles anécdotas y detalles. Esteban, el hermano de Cris, con quien hoy Mina sigue teniendo vínculo, fue muchas veces al rodaje, para acompañar.

Las escenas de la serie lo revelan a Federico obnubilado por la figura de Cris, tomado por su presencia. Ella hace algo –cualquier cosa–, y él la está mirando de lejos, con una sonrisa embobada, que ella le devuelve después. Federico es atento, amable, servicial. Siempre predispuesto a acompañarla en el ascenso veloz a la fama. Siempre discreto, un paso por detrás, siguiéndole el ritmo, las ganas, los tiempos.

En algún momento, deviene su bailarín, un poco, su sombra. El representante y amigo de Cris Miró, Marito Delmonte en la ficción (Juanito Belmonte en la vida real), da una indicación clara: la vedette tiene que estar siempre aparentemente disponible para el público, no puede tener pareja. Y Federico acepta el trato sin chistar. Federico se corre de los prejuicios de la época. No cuestiona ni se hace preguntas sobre la identidad sexogenérica de Cris Miró, no piensa en la mirada del afuera. “Fue un gran desafío entrar en la cabeza de ese pibe, entender desde dónde se paraba él, cuando la discriminación era moneda corriente”, reflexiona Victorio.

El actor argentino compone a un personaje que se aleja de la masculinidad hegemónica, que trabaja de taxi boy para poder llegar a fin de mes, pero que ansía ser conocido como un actor de teatro clásico. Con el correr de los capítulos aparecen las fricciones, las tensiones de la pareja, el resquebrajamiento. “Él quería ser lo que era Cris, y hay algo de esta admiración que le termina ganando al amor. La obnubilación termina siendo un arma de doble filo porque pone en jaque ese compañerismo. Todo eso lo fuimos construyendo juntos, con Mina”, cuenta Victorio. Tanto él como Mina subrayan que, más allá de la búsqueda de archivos, la propuesta era crear, ficcionar.

“Él quería ser lo que era Cris, y hay algo de esta admiración que le termina ganando al amor”, explica Victorio sobre el persoaje que interpreta en la serie. (Foto:

La miniserie está enfocada en esos cinco años que transcurren desde que Marito Belmonte descubre a Cris mientras actúa en un escenario del under y llega hasta poco antes de su muerte por VIH. En esa Buenos Aires de mitad de los noventa, del uno a uno, donde Cris estudiaba odontología en la Universidad de Buenos Aires, todavía regían los edictos policiales, un arma de persecución y criminalización contra personas trans y travestis, que estipulaban la detención de las “que transitan por la vía pública vistiendo ropa del sexo opuesto”.

Parte del trabajo que le requirió a Mina Serrano encarnar a la vedette argentina fue estudiar el contexto; para eso, una de las primeras cosas que hizo al llegar al país fue ponerse en contacto con organizaciones y colectivos LGBTTIQ+, participó de actividades como la Marcha del Orgullo en noviembre de 2023. “Simplemente las escuché, las invité a que formasen parte de alguna manera, les pregunté qué sentían en los 90, pero también qué sienten hoy. Quería saber, por un lado, qué había pasado, pero también cuáles son las necesidades hoy”, relata Mina.

Entre esa Buenos Aires de los 90 y la actual, donde Mina grabó la miniserie y desanduvo muchos de los lugares que habitó Cris Miró, se sancionaron leyes de ampliación de derechos fundamentales para el colectivo LGBTIQ. En 2010, la Ley de Matrimonio Igualitario, dos años después la Ley de Identidad de Género (de la que Argentina fue pionera) y el cupo laboral travesti-trans, en 2021. “Me informé al respecto porque la serie se emite hoy y entonces me pregunté qué podemos aportar hoy distinto. Y traté de llevar esas ideas políticas a la ficción. Por ejemplo, la falta de explicación de nuestro vínculo es novedosa, la inversión de poderes donde es Cris la que oculta al novio, también. Y luego, en las escenas de más intimidad, decidí no maquillarme, no arreglarme, porque con tus amigas en tu casa no vas con brillos en la cara, no vas trucada”, dice Mina.

Como para muchas generaciones de travestis y personas trans en Argentina, Cris Miró fue una referente también para Mina Serrano y, desde ahí, la actriz española construyó su personaje: “Pensé que desde la simpleza y organicidad podíamos hacer un activismo. Intenté crear un personaje con el que la gente se pudiera identificar e incluso considere referencia, ¿no? Niñas que quieran ser Cris Miró, niños que la admiren. Convertir a una identidad, que la gente habitualmente no ve en su televisión, en una persona admirada y cercana”.

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