¿Quienes fueron las Mamonas Assassinas? De la gloria a la tragedia, la historia del grupo que sacudió al rock brasileño en los 90 

Se acaba de estrenar la biopic que cuenta la historia de Mamonas Assassinas, el insólito grupo brasileño que fue furor en 1995 y tuvo un trágico final

Por  HUMPHREY INZILLO

junio 28, 2024

Mamonas Assassinas, leyendas insólitas del rock brasileño.

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Desde hoy, Mamonas Assassinas-Nada es impossible,  la biopic del grupo brasileño dirigida por Edson Spinello y protagonizada por Ruy Brissac, Rhener Freitas, Adriano Tunes, Robson Lima, Beto Hinoto, Fefe Shneider, Guta Ruiz, está disponible en Max. Y es una buena excusa para repasar la historia de un grupo efímero, de éxito arrollador y final trágico, que se transformó en uno de los fenómenos más sorprendentes de la música brasileña. 

Fueron nueve meses, apenas nueve meses de éxito. “No hubo una fiebre discográfica semejante en Brasil”, escribió el periodista Pedro Só en el artículo retrospectivo publicado por la revista Super Interesante en el especial dedicado al rock brasileño de los 90. Se refería, claro, al de Mamonas Assasinas, el grupo paulista que alcanzó la gloria a mediados de esa década, con casi 2 millones de copias vendidas, un récord de facturación. En esos meses breves, intensos, frenéticos, el cachet del grupo ascendía unos 50 mil reales (casi 50 mil dólares) y duplicaba, por ejemplo, al de Os Paralamas do Sucesso.

Eran cinco amigos paulistas que, durante siete años, habían integrado el grupo Utopia, con exceso de penas y nada, o casi nada, de gloria. Hasta que armaron un grupo paródico, que no se ataba a ningún estilo (en sintonía con grupos under de la escena argentina, como Aguante Baretta o Sometidos por Morgan) y aunque su matriz siempre fue rockera, abordaban pagode, sertanejo, brega, heavy metal y esa entelequia que son las “canciones infantiles, sin prejuicios. 

“Nosotros habíamos armado la banda en la redacción de la revista La Maga”, dice Fernando Sanchez, periodista, tecladista de Sometidos por Morgan y exeditor musical de ROLLING STONE. “Sentíamos que estábamos en una búsqueda artística similar, pero la diferencia es que el cantante de ellos afinaba y los músicos sabían tocar. Además, claro, la habían pegado mal, y nosotros tocábamos en Arpegios y en las fiestas de Fin de Año del Museo Nacional de Bellas Artes. Sin embargo, teníamos la fantasía de contactarlos, aunque era mucho más difícil que ahora, porque no existían las redes sociales. Eran graciosos, y de hecho yo empecé a usar una remera del Chapulín Colorado un poco en homenaje a uno de ellos”.
En la Argentina, Mamonas Assassinas fue un grupo de culto. Su canciones, publicadas en un único disco mítico que mostraba la fotografía de sus caras recortadas de espaldas al imponente par de tetas al aire, dibujadas en un estilo caricaturesco, en un gesto transgresor que no impidió, circulaban como un secreto a voces entre los iniciados que habían vuelto de sus vacaciones en Florianópolis, que también habían aprendido las coreografías de “Segure o tchan”, de E o tchan!, o lucían las remeras con los logos de las cervezas Brahma, Skol, Antártica, Bohemia, Itaipava y la frase “Bebo todas, no importa la marca”. 

A cuesta de hits como “Pelados em Santos”, “Vira-Vira” y “Robocop Gay”, entre otros, el grupo estaba en la cresta de la ola. En la era de la posmodernidad, la transgresión y el humor no tan políticamente correcto, Mamonas Assassinas llevaba ese curioso coctel al prime-time. La cadena MTV había grabado un especial (MTV Na estrada), con imágenes de la intimidad del grupo en el backstage de diversos conciertos, señal del suceso que representaban en ese momento. Sin embargo, el avión en el que se trasladaban se estrelló contra la Serra da Cantareira, al norte de la ciudad de Sao Paulo, cercana a Guarulhos, el municipio en el que habían crecido. 

Ocurrió el 3 de marzo de 1996 y fue una tragedia nacional. Miles de fans participaron de su funeral. Y sus canciones quedaron marcadas a fuego en una generación, pero su paso en el rock brasileño no dejó un legado. Casi tres décadas después, sus hits acumulan escuchas de a millones en Spotify. Y un film vuelve a ponerlos en escena.