Kesha y un viaje espiritual revelador: “Siento que di a luz lo más íntimo que jamás haya creado”

La cantante estadounidense revela las circunstancias que la llevaron a componer Gag Order, su disco más introspectivo

Por  BRENNA EHRLICH

julio 5, 2023

“Exploré mis sentimientos más feos y partes de mí menos divertidas”, dice Kesha

Foto: Magdalena Wosinska

Estaba al borde de un ataque de pánico cuando, en la primavera de 2020, su gato Mr. Peeps le trajo los auriculares. Había estado dando vueltas, cada vez más ansiosa, ante el parate de la industria musical durante la pandemia, pero tomó el gesto de su mascota como una señal de que era momento de ponerse a pensar. Y en el medio de una meditación guiada que ya había practicado varias veces antes, algo se soltó.

Tuve este hermoso despertar espiritual. Sentí que le hablaba a un ser superior o a Dios, como quieras llamarlo”, recuerda. Tres años más tarde, se recuesta junto a Mr. Peeps en su casa de Los Ángeles. “De verdad pensé que estaba por tener un colapso mental. Llamé a mi analista y a mi médico y todo lo me dijeron fue: ‘Oh, tuviste un despertar espiritual. ¡Yay! Bien por vos’”.

Al día siguiente, compuso la canción “Eat the Acid” en la que repasaba aquella noche, sumándole un consejo de su madre: “Hacé lo que quieras, pero no tomes ácido porque verás cosas que ya no podrás deshacer”. En el momento, pensó que la canción nunca se publicaría. Pero, finalmente, el track fue el origen de su quinto disco de estudio, Gag Order, producido por Rick Rubin, un colega pisciano que conectó con Kesha a partir de la espiritualidad que había encontrado… sin tomar ácido.

Siento que di a luz lo más íntimo que jamás haya creado”, dice la cantante, entusiasta como una estudiante de colegio secundaria en su primera actuación. Es un contraste notable con la Ke$ha (como deletreaba entonces su nombre) de 2012. Ya no exhibe más la arrogancia, la actitud de “a la mierda todo”; ahora se expone de otra forma y la idea de que el mundo la vea así parece ponerla genuinamente nerviosa. “Exploré mis sentimientos más feos y partes de mí menos divertidas”, agrega. “Da miedo ser tan vulnerable. El hecho de que haya logrado compilar un disco completo con estos sentimientos de ira, inseguridad, ansiedad, pena, dolor, arrepentimiento, es terrible, pero también sanador”.

Probablemente creas que ya conocés a Kesha. Ya sea Ke$ha, la de 22 años que alardeaba de lavarse los dientes con una botella de Jack Daniels en 2009; o la Kesha de 30, que había madurado hasta llegar a Rainbow, de 2017, unos años después de que se internara en un centro para tratar trastornos mentales y de alimentación. La Kesha de 36 años es otra etapa en esta evolución, lo que tiene sentido dado que, como ella dice, los veinte fueron “extraños e interesantes” mientras que los treinta pasaron más por el autoconocimiento.

“Escribí ‘TiK ToK’ y ‘the party don’t start ’til I walk in’ (la fiesta no empieza hasta que llego yo) y casi me sentía como si me estuviera volviendo una caricatura de esta positividad tóxica”, dice. “Vivimos en una cultura donde siempre mostramos nuestra mejor cara. Pero Rick Rubin creó el espacio más hermoso y seguro para que realmente me interne en estas otras emociones”.

Mientras Rainbow y su sucesor High Road incluían canciones introspectivas y tracks perfectos para prepararse antes de salir, Gag Order es un verdadero cambio de rumbo. Acá no hay mucho para bailar, pero sí para masticar. “Living in My Head”, que Kesha dice haber escrito en medio de otro ataque de pánico, es una escucha dolorosa en la tradición de “Cold Turkey”, de John Lennon. “Cada vez que la escucho quiero acurrucarme y esconderme”, dice.

“Fine Line” es lo más cercano a una declaración sobre su situación legal actual, también reflejada en el título del disco. “Por el proceso legal en el que me encuentro, no he podido expresarme libremente ya que sé que todo lo que digo será juzgado”. Kesha primero demandó a su productor Dr. Luke en 2014, acusándolo de abuso sexual, físico y emocional. Luke, cuyo nombre real es Lukasz Gottwald, a su vez la demandó por difamación. Un juez deshechó las acusaciones de Kesha en 2016, mayormente sobre la base de que habrían prescripto, pero el proceso por difamación de Luke continúa hasta hoy. Está previsto que el caso se eleve a juicio en las próximas semanas [N. del E.: Kesha y Dr. Luke anunciaron un acuerdo para ponerle fin a la batalla judicial el pasado 22 de junio].

Después de un tiempo en un estudio en Hawai, Kesha y Rubin grabaron la mayor parte del disco en el estudio del productor en Malibú, donde ella escucharía seguido a Neil Young tocar la guitarra mientras las olas golpeaban contra la costa. “Fue la experiencia más hermosa de mi vida”, dice. “Simplemente me sentaba y escuchaba mientras me caían las lágrimas de felicidad”.