Eminem se queda en las buenas intenciones con su nuevo disco, ‘The Death of Slim Shady (Coup de Grâce)’

En su nuevo álbum, Eminem sigue rapeando orgulloso sobre lo ágil y controvertido que es, pero repite los mismos trucos de siempre

Por  ROB SHEFFIELD

julio 16, 2024

Este no es el futuro que uno hubiera esperado para Eminem en 2001.

KEVIN C. COX/GETTY IMAGES

Seguramente no fue el dinero lo que impulsó a Eminem a terminar y lanzar su nuevo álbum. Tampoco la búsqueda de fama. Ni que tuviera algo en particular para decir, una noticia, una opinión, un sentimiento o (por favor) una idea. Ni siquiera debió ser la necesidad de recordarle a la gente que es un artista increíble, cosa que ya había dejado clara con su presentación en el Super Bowl un par de años atrás. No, la motivación probablemente haya sido algo mucho más simple: el hecho de que es un alma sensible y que necesita validación, que la gente le palmee la espalda cada tanto y le diga “hey, no está mal. Lo intentaste”.

Es irónico que su hypeado primer single, “Houdini”, incluyera un chiste sobre esas medallas a la participación, ya que este disco es precisamente eso. En The Death of Slim Shady (Coup de Grâce) escuchamos a un artista consagrado, convertido en un coleccionista profesional de medallas sólo por participar, que acaba de sumar otro item a su vitrina. No está mal. Lo intentó.

The Death of Slim Shady es el disco de una estrella transpirando para tranquilizar a todos —especialmente a sí misma— de que todavía puede. El propio Eminem recuerda lo genial que era en esto de joven, repitiendo viejos trucos en los que ahora ya no es necesariamente tan bueno. “Fue sólo un niño de Detroit que sabía cómo destrozar un estadio”, recuerda en el nostálgico “Habits”. Aunque aquel niño seguramente no tenía en sus planes reciclar las mismas bromas por el resto de su vida. Pero Eminem ni siquiera parece poder imaginar otra cosa. ¿Cómo diablos sucedió esto? 

Sus álbumes siguen vendiendo en grandes cantidades y él tiene una fiel base de fans Generación X en busca de signos de continuo virtuosismo, aunque no de manera muy exigente. A veces logra justificar sus lanzamientos razones, como fue el caso de Kamikaze, el disco en el que protestaba contra la tendencia del mumble rap. Pero el nuevo álbum no es el caso. Eminem sigue rapeando orgulloso sobre lo ágil y controvertido que es, pero se ve que nadie en el estudio pudo orientarlo demasiado, lo cual es un poco triste. Cada vez que dice “woke”, “cancelado” o “transgénero”, te hace pensar en Hugh Hefner en The Girls Next Door y en qué ninguna de esas chicas pudo decirle a Hef lo tonto que se veía con esa gorra de marinero.

El gran concepto aquí es que Marshall Mathers mata a su personaje, Slim Shady. No es la primera vez que intenta ese truco, y (mal que nos pese) definitivamente tampoco será la última, aunque alguno podría observar que Shady hacía tiempo que estaba en terapia intensiva. Dr. Dre produce las dos canciones más animadas, “Lucifer” y “Road Rage”. JID se destaca en el flácido “Fuel”, mientras que Ez Mil, Babytron y Jelly Roll brillan cada uno en su aporte. Todos pasan a dar sus respetos, tratando de (sin lograrlo) no opacar a la estrella.

En cuanto a las rimas, este álbum es básicamente todos los especiales de stand up que miraste con tu tío Wally en Netflix el Día de Acción de Gracias de 2017, cuando estaba demasiado borracho para llevarte a casa. Es decir: Eminem no trae nada nuevo. Se mete con Caitlin Jenner (googleala, se habló de ella hace un millón de años) y Michael Jackson (murió hace tiempo) y la “policía de la Gen Z” (son todo un tema, según Eminem). Su mejor mención a una celebridad es un chiste con David Carradine que Weeknd hizo hace ocho años. No menciona a Drake; dice algo de Kanye y hace una broma sobre el disco con flauta de André 3000, pero después de eso se atora.

The Death of Slim Shady coincide con el 25° aniversario de su clásico de 1999, The Slim Shady LP, cuando sus posibilidades creativas parecían totalmente abiertas. Era una voz fresca, antes de ser una superestrella, que rapeaba sobre trabajos de mierda y ser acosado en la secundaria, en lugar de los problemas de las celebridades. Pero tuvo un éxito aún mayor el año siguiente con The Marshall Mathers LP, y una vez que encontró ese ángulo, decidió, a una edad sorprendentemente joven, que ya no estaba para intentar ideas nuevas. Todavía es joven —apenas en sus cincuenta— pero se aferra con un extraño orgullo a las opiniones que formó en su adolescencia. ¿Aún sigue culpando a las mujeres por sus problemas, se asusta ante las personas transexuales, se enoja por la idea de que personas extrañas hagan cosas extrañas? ¿Todavía llora por su madre? Parece rogar ser cancelado por un público que no piensa en él y que no tiene idea de lo que él piensa sobre ellos.

Es un poco chocante, cuando lo pensás, que de todas las personas que participaron en esta producción ninguna le pudo decir al protagonista que le vendría bien aprenderse algunos chistes nuevos o escuchar nueva música. Pero la verdad es que Eminem suena realmente sellado a cualquier voz exterior. “Me la chupo mejor de lo que vos lo hacés” no parece terminar de decir lo que él quisiera.

The Death of Slim Shady evoca uno de los mayores éxitos de Eminem, “Purple Pills” con D12, de 2001, con un rant de alta velocidad muy ofensivo en el que él es “Mr. Mischief con un as en la manga/ Para pasarte por arriba como Christopher Reeve”. Tal vez te hubieras reído de esa broma en aquel momento, o te hubieses enojado. Pero es justo decir que nadie, ni siquiera sus peores enemigos, habrían predicho que dos décadas después todavía estaría haciendo chistes sobre Christopher Reeve.

Este no es el futuro que uno hubiera esperado para Eminem en 2001. Ni siquiera Christopher Reeve le hubiera deseado esta suerte. Después de todos estos años, te preguntás si alguien tendrá el valor de decirle que todavía le puede quedar mucha vida y mucha música, pero sólo si lo quiere lo suficiente como para levantarse y empezar a moverse.

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