“Miami es un nombre tan grande como McDonalds o Coca-Cola. Es una marca, un ícono de la cultura pop. Y a la vez la palabra tiene muchos significantes. Es el lugar pero también es una especie de falso estatus para la burguesía argentina que divide la cuestión entre ir o no ir a Miami, comprar o no comprar en Miami, tener su casa de vacaciones o no tenerla en Miami. Por otro lado, para Latinoamérica es la entrada a los Estados Unidos y un lugar infectado de antirrevolucionarios que quieren el capitalismo. En fin, Miami es como Babilonia, o tan babilónico como Retiro, Once, Pompeya… Con otro glamour, pero de última es lo mismo, es la capital de la cochambre”. Así describía Adrián Dárgelos, veinticinco años atrás, el concepto detrás del quinto álbum de Babasónicos, Miami. El disco que allanó el camino para la llegada, dos años después, de Jessico y la masividad de la banda más freak del país.
Para celebrar el cuarto de siglo de esta obra signo de los tiempos, entre shoppings, drag dealers, cowboys flúo y playboys, se acaba de reeditar en formato vinilo doble color rosa traslúcido. Un álbum objeto. Un fetiche babasónico recubierto con una de las portadas más ácidas y conceptuales del rock de acá, a cargo del diseñador Alejandro Ros, con una Argentina dada vuelta en tiempos de menemismo explícito y con la ciudad de Posadas, Misiones, como “capital de la cochambre”, una suerte de Miami al sur del continente.
Subamos a la máquina del tiempo una vez más y escuchemos a aquel cantante que todavía no movía montañas, pero que ya era profeta en su propio universo. Dárgelos dixit 1999: “A mí me gusta el disco en el contexto de fin de siglo, de fin de una era. Se reconoce esa etapa de nuestras vidas, está ahí. Vivimos un auge y con la recesión presenciamos la decadencia de una forma de pensar. La fiebre Miami la sufrimos desde Martínez de Hoz. Creo que tendría que hacerse un análisis para entender de por qué el argentino, que se siente tan lejos de la información y está culturalmente europeizado, tiene tanta ansiedad de novedad. Por qué es tan cholulo. Por qué le gusta tanto ir a Miami”. Amén.