Riffs, groove y baladas: en Irreal, su nuevo disco, El Bordo conjuga energía rockera y madurez

El flamante trabajo del grupo que cumple 25 años fue producido por Mario Breuer e incluye la participación de Ricardo Mollo

Por  HUMPHREY INZILLO

noviembre 6, 2023

El grupo liderado por Ale Kurz expande su sonido a la pista de baile.

IGNACIO ARNEDO (GENTILEZA EL BORDO)

“Lo que ves es lo que hay”. La primera frase que lanza el cantante y guitarrista Ale Kurz en “Cultivos de aire”, el tema que abre Irreal -el nuevo disco de El Bordo, décimo en su discografía-, es la que le da nombre a la canción con la que Charly García cerraba El Aguante (1998). Aunque no se trata de una cita explícita, hay una historia circular en la coincidencia. Al fin y al cabo, El Bordo tuvo su génesis en ese mismo año, cuando sus integrantes todavía cursaban el secundario en el colegio Carlos Pellegrini y armaron un grupo cuyo nombre refería al Bordolino, un vino barato en formato tetra brik.

“Cultivos de aire” es un rock potente y adrenalínico, con un mensaje existencialista (“la vida es un momento, y sólo eso te llevás”), apto para la pista de baile. En “Irreal” el quinteto, que completan el guitarrista Diego Kurz, el bajista Pablo Spivak, el baterista Miguel Soifer y el tecladista y armonicista Leandro Kohon, le añade una carga épica a la canción, en capas de sonido superpuestas.

La producción de Mario Breuer, emblema de las consolas vernáculas, puso el foco en la veta groovera del grupo, con una pulsión que le da al álbum una proyección bailable.

Leandro Kohon, Pablo Spivak, Ale Kurz, Diego Kurz y Miguel Soifer.
(Foto: Ignacio Arnedo – gent. El Bordo).

Uno de los highlights es “Certezas de cartón”, que incluye la única colaboración del disco: Ricardo Mollo aporta voz y guitarra en una balada de redención, que explota y expande la veta más sensible del grupo.

Hay aires folk en la intro de “Coordenadas”; hay arreglos de vientos con impronta swingera en “Efecto mariposa”, cuya letra que mezcla metáforas futboleras y cierto aire arrabalero, sobre una base potente que incluye palmas; hay un elogio de la locura en “Algo más?”; hay un guiño al gypsy swing en la intro de “Volcan porteño” y hay un cierre épico y melancólico con “A flor de piel”. Hay, en definitiva, diez nuevas canciones que capturan la esencia de una banda que cumple un cuarto de siglo y, sin perder la energía seminal del rock & roll, encuentra un ambicioso punto de equilibrio entre la juventud y la madurez.