Donald Glover deja morir a Childish Gambino

El nuevo (y último) disco del alterego del músico, actor y director norteamericano confirma la versatilidad de su propuesta artística

Por  SEBASTIÁN CHAVES

agosto 6, 2024

¿Se puede rapear después de determinada edad? Esa pregunta parece atravesar a varios de los raperos de todo el mundo. En su último disco, Eminen, que ya pasó la barrera de los 50 años, decidió matar a Slim Shady. Antes de llegar a esa cifra, André 3000 manifestó su situación al respecto: “A veces me siento poco auténtico rapeando, porque no tengo nada de lo que hablar de ese modo, tengo 48 años y no digo que el rap sea lo que dicta de qué vas a rapear pero de cierta manera lo hace. Y las cosas que pasan en mi vida… ¿de qué voy a hablar en mis canciones? ¿de qué me tengo que hacer una colonoscopía? ¿de qué me estoy quedando corto de vista? El timing y el momentum es más importante que el talento”. Y lo que hizo fue grabar y publicar un disco (un muy buen disco) de ambient jazz dominado por flautas. En habla hispana, a C. Tangana la crisis le vino bastante antes. Apenas publicó El madrileño, el disco de música de raíz que lo sacó por completo del trap, a menos hasta nuevo aviso, le decía a Rolling Stone: “De repente, mi yo de 26, 27, 28 años empieza a ver que voy a tener 30 y no quiero verme con 30 tratando de hacer una música que les resulte interesante a chavales de 18 en TikTok. En esa búsqueda encuentro esa nueva forma de interpretar mis canciones más melódicas”.

Con 40 años, Donald Glover se planteó preguntas similares y entonces publicó Bando Stone and The New World, anunciado como el último disco de su alias musical Childish Gambino. “Me gustan los finales y creo que son importantes para progresar. Creo que, si todas las cosas tuvieran una cláusula por muerte, no tendríamos tantos problemas en el mundo. Así que creo que los finales son buenos porque nos fuerzan a ser mejores”, le había dicho en su momento a Variety, cuando la muerte de Gambino era todavía una pregunta. Casi en sintonía con el Indio Solari que en el documental Tsunami: un océano de gente, le dijo a Mario Pergolini: “Es una oportunidad muy especial la muerte. Para liberarte de tus compromisos y hacer lo que quieras”. Su disco titulado El ruiseñor, el amor y la muerte, llegó un año después.

Para Donald Glover, el final de Childish Gambino, de la mano también del final de Atlanta (la serie que creó y protagonizó) también fue una oportunidad. Bando Stone and The New World es el disco más ecléctico de su carrera, un resumen expansivo de toda su obra, por estilos que van desde el trap al rock, pasando por el pop y el r&b.   

Así lo demuestra la seguidilla inicial. “H3@RT$ W3RE M3@NT T0 F7¥” da comienzo al disco, un hip hop industrial al mejor estilo Kanye West en Yeezus, pero cuya batería entra hacia la segunda mitad del tema, antes, sostiene toda la opresión solo con sintetizadores. La frase final del tema, “A nadie le importa”, dicha por la actriz Jessica Allain, sirve de transición para “Lithonia”, un punk-pop blanquito y licuado como Blink-182, en cuyo estribillo Gambino canta: “Nobody gives a fuck” (“A nadie le importa un carajo”).

Bando Stone And The New World es un disco pero será, también, la banda de sonido de una película del mismo nombre aún no estrenada. Y tal vez sea ese soporte visual el que sostenga el eclecticismo sonoro del álbum. Hay falsete y guitarra acústica en “Steps Beach”, trap clásico con flow post 2010 en “Talk My Shit”, que suma a Amaarae y Flo Milli como feats. Y es Amaarae la que vuelve a levantar el pulso junto a Jorja Smith en “In The Night”.

Los grillos y el aire pseudo caribeño de “No excuses” seguida del modern r&b digital de “Cruisin” (con Yeat) vuelven a poner en escena las dicotomías naturaleza-ciudad y noche-día, que se espera sean ejes de la película. Según muestra el trailer, la historia mostrará a un cantante aparecido en un mundo post-apocalíptico que se encuentra con una mujer y su hijo (que en la vida real es el hijo de Donald Glover) para luchar contra criaturas prehístoricas y así escapar de un fenómeno que parece borrar todos los retazos de mundo. La portada del disco, que muestra a Gambino en la isla selvática de la película sosteniendo una gallina con sus dos manos, puede leerse también como un alejamiento de la música urbana.

En tanto disco, Bando Stone and The New World carece de cohesión y se espera y se intuye que el soporte visual le dé a este conjunto de canciones una unidad de sentido que no tiene por sí solo. Que Childish Gambino puede probarse docto en cualquier ejercicio de estilo, fue algo que quedó claro en cada uno de sus discos anteriores. “Puedo cantar”, dice en la película en un momento en el que tienen que escapar de las criaturas salvajes. “No servís para nada”, le responde la mujer. Lo que venga después será, entonces, la sobrevida de Childish Gambino. Aunque seguramente no haya tal cosa.