“El vino y la música, dos expresiones culturales que han acompañado a la humanidad desde tiempos inmemoriales, no solo comparten un espacio común en celebraciones y rituales, sino que están profundamente entrelazadas en la experiencia sensorial y emocional del ser humano”, sostiene Daniel Melingo en ‘Un enlace sensorial y cultural’, el texto que hace las veces de introducción a El vino & la música, el libro que el artista acaba de publicar por la editorial Entrelazando, para acompañar el lanzamiento del vino Melingo, un delicioso malbec que ya está disponible en las vinerías argentinas (a $ 14.000 por botella).
Bebop Club, el coqueto club de jazz de Palermo, fue la sede para el lanzamiento del vino Melingo. Además de degustar el vino, los invitados (del mundo musical, de la prensa y del universo vitivinícola) fueron recibidos por las décimas del payador Emanuel Gabotto, que no se refirió al evento e improvisó a partir de sugerencias de algunos invitados (y también le hizo un guiño a la presencia de Claudio Kleiman, eminencia del periodismo musical local y una de las plumas más reconocidas de ROLLING STONE). Fabián Curto fue el encargado de conducir la velada y Francisco Evangelista, fundador de CrowdFarming.Wine (el emprendimiento con el que también está por lanzar una nueva tanda de su vino Malbecaster Juanchi Baleirón y Pedro Aznar) subrayó: “Nuestra intención es mostrar cómo el vino y la música pueden dialogar y enriquecerse mutuamente. Hemos creado un Malbec que no solo rinde homenaje a nuestra tierra, sino también al tango, por su capacidad de transmitir emociones y contar historias que resuenan en el alma.”
¿Por qué el malbec? Porque El malbec y el tango no solo comparten su cuna argentina, ambos son símbolos vivos de la identidad y de la cultura vernácula y representan, para los hacedores de este vino, “una forma de expresar nuestras emociones”.
Melingo entiende que el vino y la música se complementan mutuamente, creando puentes entre los sentidos y las emociones que amplifican y enriquecen las experiencias. “Desde una perspectiva sensorial, tanto el vino como la música son capaces de evocar recuerdos, despertar sentimientos y alterar nuestras percepciones. La enología y la musicología han demostrado que ciertas características del vino, como el cuerpo, el aroma y el sabor, pueden ser influenciadas y realzadas por la música que escuchamos mientras lo degustamos”, argumenta. Y agrega: “Investigaciones han indicado que melodías suaves y armoniosas pueden realzar la percepción de la suavidad y el equilibrio en un vino, mientras que ritmos más intensos y enérgicos pueden intensificar sabores más robustos y audaces”.
El libro incluye textos, poemas y reflexiones de Fernando Noy, María Celeste Torre, Alfredo Torre, Luis Alposta, Stefanie Ringes, Fabio Lacolla, Emanuel Gabotto y Fabián Couto.
