Franz Ferdinand está en paz con sus miedos. El 10 de enero, la banda de Glasgow publicará su sexto álbum de estudio, The Human Fear, y su título busca hacer referencia a cómo estar en armonía con los temores en vez de rechazarlos. “Creo que todos tenemos miedos en nuestra vida. Incluso cuando se trata de algo universal, nuestra reacción es individual. En esas reacciones vamos dando forma a nuestra personalidad, nuestro carácter, quienes somos”, explica el cantante y guitarrista Alex Kapranos desde su casa en París. Según el vocalista, el nombre del disco se desprende de “Hooked”, una de sus canciones, y una vez que notó su presencia, comenzó a revisar el resto de las letras y se encontró con que era un tópico que atravesaba todo el álbum: “‘The Doctor’ es sobre el miedo a abandonar una institución; ‘Tell Me I Should Stay’ es sobre el temor de tener que decirle adiós a alguien a quien no vas a ver por un tiempo -y ese es un miedo que todos tenemos que sobrellevar en algún momento-, ‘Night or Day’ es sobre una relación y el miedo de tener que dejarla, y así. Todas hablaban de temores en algún punto u otro. No lo veo como algo negativo, el miedo es algo bastante positivo”.
El tema parece apasionarlo a Kapranos, y asegura que se encargó de revitalizar a la banda después de veinte años de carrera, y en el estreno formal en estudio de su nueva formación, con la baterista Audrey Tait sentada tras los parches. La versión 3.0 de Franz Ferdinand debutó con “Curious” y “Billy Goodbye”, dos temas grabados para el compilado Hits to the Head, de 2022, pero ahora las cosas parecen funcionar aún mejor. “Con ese disco estuvimos como un año y medio de gira, y eso ajusta bastante a cualquier banda”, dice el músico antes de una nueva visita a Buenos Aires el lunes 11 de noviembre, en Obras Sanitarias (entradas acá). “Llegás a un nivel telepático en el que ya no tenés que hablar con nadie, porque ya lo sentís y sabés lo que va a hacer el otro. Ir a un estudio y grabar con una banda que toca así soluciona bastante las cosas: no tenés que editar mucho, está todo ahí”, asegura.
En los últimos shows estuvieron tocando muchas canciones del disco, dos meses antes de su lanzamiento. ¿Cómo se siente salir con un repertorio que todavía es desconocido?
Es algo bastante emocionante. En las últimas semanas en México y Escocia estuvimos tocando siete canciones nuevas. Siempre sentís un poco de nervios cuando hacés algo así, sobre todo en el contexto de mezclarlas con canciones que la gente amó por veinte años, pero cuando lo hacés y sale bien se siente increíble. Lo increíble que nos pasó en México hace unos días es que, por la velocidad del mundo online, en la primera fila había gente que ya estaba cantando esos temas. Deben haber visto algo en Youtube de los shows de Escocia y se aprendieron la letra, pero no dejábamos de pensar “la puta madre, eso es loquísimo”.
Estuvieron un año y medio de gira con un show basado en su best of. Después de esa experiencia, ¿todavía tenés ganas de seguir tocando esos hits, o te hartaste de ellos?
Tengo más ganas de tocar esas canciones ahora, y es gracias a las canciones nuevas. Lo pienso como un fan que va a ver a su artista favorito. Si yo fuera a ver a Nick Cave, me decepcionaría mucho si no tocara “The Mercy Seat”, me volvería a mi casa pensando “Man, con esa canción conocí tu obra y realmente quería escucharla”. Pero, al mismo tiempo, estaría bastante desilusionado si no pudiera escuchar en vivo lo que acaba de publicar, y también me gustaría si tocara “Release the Bats” o una cosa por el estilo, algo realmente oscuro. Mi mirada es esa: hay algunos hits que no se pueden dejar afuera, y está bueno tener una mezcla que incluya éxitos pero también algunas sorpresas.
O sea que no podés vivir solamente del legado.
No, no podría hacer eso. La única manera en la que las canciones viejas pueden tener vida es si tienen otras nuevas al lado suyo. Lo vi con muchos otros artistas, te volvés una banda de de covers de tu propio material. Cuando toco esas canciones viejas, me hacen sentir vivo en el escenario porque la banda se siente viva, y la banda se siente viva si está en movimiento. Ser artista no es ser solo un performer, o al menos no lo es para mí. Tenés que crear obra, hacer discos, así preservamos nuestro legado y nos mantenemos en el escenario. Tiene que haber un balance entre todo, si no no funciona.
Darts of Pleasure, el primer EP de Franz Ferdinand cumplió 20 años en 2023. ¿Tenían algún tipo de expectativa de lo que podía llegar a pasar con la banda y el rock de guitarras?
No, para nada. En ese momento jodíamos porque ya teníamos todas las canciones listas y solo había que seleccionar tres para ese primer EP, así que decíamos “¿Cuáles son las que vamos a elegir que van a ser nuestro primer material ‘cool’?”. Cuando salió ese single, llegó al puesto 44 en los charts británicos, y nosotros no podíamos creer siquiera que hubiera entrado. Estábamos sorprendidos por ese nivel de éxito, así que no teníamos idea de lo que podía llegar a pasar después. Pero además, en todas las otras bandas en las que había estado, con todas habíamos fabricado 500 discos de los cuales 300 manteníamos debajo de nuestras camas. Además, las bandas de Glasgow a las que veía tener cierto grado de éxito, como mis amigos de Belle and Sebastian o Mogwai, no eran increíblemente exitosas desde mi perspectiva. No vivieron nada de la locura que nos tocó vivir a nosotros con Franz Ferdinand, no se parecía a nada de lo que podríamos haber llegado a fantasear.
Mencionabas a tus bandas previas a Franz Ferdinand. Con una de ellas, The Karelia, tenés un vínculo particular con la Argentina.
¡Absolutamente! Hicimos un cover de “Please, Please, Please, Let Me Get What I Want” para un disco tributo a The Smiths (se refiere a 15 minutos con The Smiths, donde también participan las bandas locales Fun People, Grand Prix y Ultramar). Es una versión muy linda, muy melancólica y fue lo último que hicimos como banda. Eso fue en el 98 o el 99, y en el momento para mí para mí era algo sumamente exótico que en un lugar tan remoto hubiera alguien que le interesase la banda lo suficiente como para publicar algo nuestro. Además, pensaba que nunca iba a poder hacerme una copia del CD, hasta que la primera vez que fuimos a Argentina con Franz Ferdinand en 2006, pude conocer a Germán, el chabón que lo publicó. Hace algunos años que no hablo con él, pero Germán, si estás leyendo esto, venite al show que va a ser lindo volver a verte.
Hablando de esa primera visita: en esa época tenías una columna gastronómica en The Guardian, en la que contaste una experiencia poco grata comiendo criadillas en Buenos Aires. ¿Tuviste mejor suerte en los viajes posteriores?
Sí, siempre lo pasé bien, me encanta ir a Argentina. Es un lugar increíble si no te importa comerte ciertas partes de un animal y pasarla bien (se ríe). Ahora vivo en París, y a la vuelta de casa tengo un local donde un par de argentinos hacen unas empanadas increíbles, y me encantan. Además, me fascina la historia de las empanadas y su relación con las cornish pasties que comían los mineros de Cornualles. Para mí esa es la clave de la buena comida y el buen arte, porque todo se entrecruza para que puedas crear algo nuevo. Me gusta el rock and roll y también la música griega, y también algo de cumbia. Todo se mezcla y crea algo nuevo.
En “No You Girls” usaron un esqueleto humano como elemento de percusión. ¿Cómo llegaron a eso?
Compré algo de una subasta para el estudio, no puedo acordarme si era un instrumento o una lámpara. Cuando vas a estos remates, a veces te entregan también lotes enteros llenos de cosas. Este venía lleno de basura, y entre esas cosas estaba un esqueleto de esos que los médicos tenían antes en sus consultorios. Me siento bastante mal, no me gusta lo que hicimos, siento que fue bastante irrespetuoso para la persona que donó su cuerpo a la ciencia. O quizás ni siquiera lo donó, a veces a esos esqueletos los exhumaban así nomás. Prefiero no pensar mucho en eso, porque es demasiado macabro.
¿Te da miedo pensarlo?
No, no. Tener miedo te hace sentir vivo, es lo opuesto a estar muerto porque es un instinto que te mantiene alejado de morir. Y creo que por eso muchas veces lo buscamos: subimos a montañas rusas, nos tiramos de un paracaídas o incluso vemos una película de terror porque la sensación de ese miedo nos hace entender de qué se trata nuestra humanidad. Podría hablar horas sobre el tema porque cuando hago mención al miedo humano me estoy refiriendo al miedo que nos hace humanos, y es algo tan complejo que podría pasarme seis semanas hablando sobre este tema sin una pausa.