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Arath Herce: “La necedad de vivir sin tener precio”

La crudeza y calidad de sus canciones termina convirtiéndolo en un rebelde indomable, que no entiende la música desde otro ángulo, sino desde el arte.

Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

mayo 21, 2024

*Fragmento de ‘El necio’, de Silvio Rodríguez.

En la Ciudad de México Arath Herce está en su estudio. Impecable, viste una camisa negra con los botones desabrochados, texanas negras y una cadena de plata de dije solitario. Se toca el rostro con frecuencia, escondiendo una timidez genuina y una constante ansiedad por ser elocuente y preciso, diciendo cosas como, “¡Supongo que la muerte nos persigue a todos!”. Se esconde entre sus largos dedos mientras encuentra las palabras que ilustran lo que realmente tiene en la cabeza. “¡Es lo único que hace que la vida cobre sentido!”.

Hablar de la vida y la muerte no le cae bien a todo el mundo. Para algunos su música puede resultar bastante rock & roll, bastante pop, bastante oscura, o por qué no, bastante real. Sin embargo, su capacidad para entrelazar líneas poéticas como, “Quisiera comprar la lluvia, cueste lo que me cueste”, con guitarras arpegiadas y pianos delirantes, produce que, con un sonido que evoca al rock & roll argentino de finales de los 70, grandes artistas latinoamericanos lo estén poniendo como una referencia en el arte de escribir canciones y hacer música en español. 

A mediados de 2021 conducíamos entre Los Ángeles e Indio, California. Era una tarde idílica mientras el sol se escondía en el espejo retrovisor derecho. En medio del camino, y de imprevisto, luego de dar click a la recomendación de uno de mis colegas que se encarga, como yo, de encontrar piedras entre el musgo, me encontré con una melodía simple que decía: “No quiero que me encuentre el final en una vida ajena” [Extracto de ‘Quiero sentirlo todo’, uno de los primeros sencillos de su álbum debut, Balboa].

No podía entender como no había escuchando a este artista inhóspito, salido de un cuento de hadas creado entre Spinettas y Buckleys. Por alguna razón, es el tipo de artistas que el establecimiento intenta esconder. No es el artista por el que, en un jueves por la noche, algún vampiro te buscará impulsando su nueva canción, y mucho menos estará dentro de la playlist semanal de ninguna plataforma de streaming. ¿Por qué habría de estarlo?, se pregunta el banquero.

Existe una sensación única y poco usual entre la gente, más perteneciente a los editores que nos dedicamos a escribir sobre música, arte y personajes. Es un sentimiento de optimismo y alivio cuando encuentras un artista que te devuelve la esperanza en el arte. Mientras que la industria de la música mide el éxito por otra clase de tangibles, especialmente los que vienen acompañados de muchos ceros, es toda una conquista cuando un artista como Arath llega a tus oídos. Es el tipo de artistas a quienes no les interesa andar complaciendo al establecimiento disquero, y mucho menos se le ve rogando atención de las marcas de lujo o un deseo desesperado por pertenecer a las elites de las academias establecidas. No, por el contrario, denota una clara y definida intención por hacer mejores canciones cada día. Por contar historias sin mayor propósito que el arte mismo y un deseo insuperable de encontrar respuestas a través de este.

Aunque sus padres no eran músicos profesionales, su padre, en los momentos de soledad, tocaba la guitarra, y su madre estaba inmersa en la literatura y la poesía. “Supongo que de esos dos mundos viene todo, mi mamá era más poética y mi papá era más de rock & roll”. Su padre lo introdujo en el mundo de los videos y las canciones de Elvis Presley, los Rolling Stones y los Beatles; mientras tanto, con su madre analizaba las letras de cada una de las canciones, ella le enseño a diseminar e interpretar el significado de cada frase. Arath quedó enganchado con la idea de entender el significado de todo el universo que se puede esconder en una canción. “Siempre he sido una persona muy tímida, y siento que por ahí encontré una forma de meter mis secretos en canciones, sin que nadie se dé cuenta”, confiesa.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Arath se inició en la guitarra en compañía de su padre a los ocho años, él se reunía con varios amigos a tocar en su casa, y ellos le enseñaron el círculo de sol en la guitarra. Sin mayor estudios, y con esos cuatro acordes, dejó volar su imaginación y empezó a escribir canciones.  Mientras tanto, su madre en casa le explicaba la estructura de la poesía, y le dijo algo que nunca olvidó: “Un poema es como una canción, pero sin música”. Adentrado, en un mar de versos y estrofas, reflexiona diciendo, “Desde muy niño pensé que escribir una canción era fácil. Así que con esos cuatro acordes escribí mi primera canción”, recuerda.

Mientras que Arath continuaba sus estudios, rápidamente empezó a desarrollar habilidades para la escritura, mientras estudiaba piano, tuvo epifanías tempranas y se encontró terminando varias canciones estando muy joven. Su genialidad fue reconocida por sus padres, que decidieron apoyarlo en la construcción de una carrera artística. “Desde el día que escribí mi primera canción, no he parado de hacerlo”. Nutrido de vivencias, especialmente familiares, logró interpretar sentimientos básicos como el amor, la ausencia y la muerte. Cada sensación y situación en el entorno familiar le dio el combustible necesario para acumular canciones que se convertirían en sus primeros demos. “Nunca pensé en otra opción. De repente llegó un día que me escuchó alguien por un golpe de suerte, y por eso estoy aquí, supongo”, dice.

Mientras que hablamos del proceso para escribir sus canciones, Arath tiende a perderse entre las respuestas. Aún no tiene la costumbre aprendida de dar entrevistas de promoción, lo que lleva la conversación a un momento de introspección y autoanálisis que le producen algunos de mis comentarios. Afirma que su única formula para hacer canciones es la honestidad. “No sé qué es una frase buena o una frase mala, pero identifico cuando no es honesta”, asegura.  Y tiene que ver con que la gran mayoría de sus letras retratan la realidad misma de sus experiencias y encuentra melodía en la simpleza, sin embargo, al leer de largo todas sus canciones, es evidente que están cohesionadas y cumplen con su objetivo. “Supongo que lo difícil de escribir una canción es todo de lo que tienes que desprenderte”, afirma mientras se muerde una de sus uñas. “Es como una piedra, y vas tallando hasta encontrar lo que es realmente honesto”. Hablamos extensamente de lo importante de sentir que un artista es fiel a sí mismo, y de entender cuándo las letras vienen de un ejercicio artístico. “Lo único que quisiera es escuchar mi voz, y saber que no me estoy mintiendo”, dice con humildad.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Cuando lo escuché por primera vez, se me vinieron a la cabeza artistas como Spinetta o Dylan, primero por esa honestidad a la hora de contar historias, pero por otra parte por su sonido melancólico, sus delirios poéticos y por mis constantes sortilegios. Desde muy joven creció escuchando a Bob Dylan y Joni Mitchell, a quienes define como, “Artistas que te hacen sentir que el arte es fácil”.

En su mesa tiene un libro de poemas de Charles Bukowski, a quien describe como un escritor natural: “Es muy cotidiano. De repente bajo la guardia y me golpea con algo, me encanta eso, la sorpresa. A veces nos cuesta mucho avanzar a esa simpleza.”

El desarrollo artístico de Arath siempre estuvo acompañado por la literatura, la influencia de su madre fue crucial en su proceso creativo. Recuerda que desde muy pequeño siempre tuvo curiosidad con un libro de Gabriel García Márquez, que en su tapa tenía palabra “putas”,y que siempre quiso leer. “Cuando pude leerlo”, asegura, “lo hice en una sola noche”.  En un destello de genialidad reconoce que le ha robado más frases a su madre que a los grandes escritores. “En realidad, todo lo que escucho es una influencia para mí, por lo tanto, hay que tener cuidado con lo que se escucha, porque lo que uno come es lo que uno desecha. Supongo que la música es la ceniza de lo que uno vive y de lo que uno lee”.

La obra de Arath Herce deambula entre varios conceptos básicos de la vida. Luego del entendimiento del trasfondo de sus frases, muchas ideas se hacen claras. Debido a que su primer álbum fue lanzado justo antes de pandemia, sumado al constante desapego de la industria por el arte, se hizo preguntas muy profundas que lo llevaron replantearse: “¿Por qué escribo?, ‘¿Escribo para que alguien escuche?,¿Qué significa una canción?”. Incluso, confiesa que se cuestionó si esto era lo realmente quería hacer. “Fui a un silencio total que me hizo responder a todas estas dudas que rondaban en mi cabeza”,  y gracias a este proceso de oscuridad e introspección se abrió la puerta a nuevas canciones. “Siento que mis nuevas canciones tienen que ver con volverse a abrir a las musas, al amor, en donde siempre hay una cierta oscuridad”.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Algunas de sus composiciones hacen una referencia directa a la muerte. “Ir de visita donde el cielo arde”.  Luego de sentirse al descubierto y ver que entiendo sus analogías y referencias líricas, afirma con certeza e incertidumbre; “Me da mucho miedo morir”. Y es que mientras escribía Balboa, su primer álbum, murieron dos personas muy cercanas a él, y es de ese lugar de sufrimiento donde nace ‘Quiero sentirlo todo’, una canción que define el sonido del folk hispanohablante para la próxima década. “La vida no existe sin la muerte, así como para escribir una canción de amor hay que conocer la soledad”, reflexiona.

Por otra parte, tanto en su música como en entrevistas, habla constantemente sobre las musas que lo acompañan en el proceso; “Mi vida ha estado llena de musas, y en realidad siento que le he dado mi vida a la musa, que estoy dando todo por ella de alguna forma. Tengo un compromiso con eso que va más allá de todo lo demás.”

Son casi las ocho de la noche y Arath está en el camerino de Santiago Cruz, minutos antes de subir al escenario para cantar en una colaboración de dos canciones. No deja ser un lujo ver a dos generaciones de cantautores discutiendo y recordando canciones que los complementan.  “Su voz tiene la sensibilidad de las almas viejas”, afirma Santiago. Días atrás empezaron a chatear para discutir sobre qué canciones iban a cantar juntos. “Sabías que su primer sencillo dura más de seis minutos? Arath es alguien que se arriesga a mostrarnos lo que quiere decir, a su manera. Nos conmueve”, asegura el cantautor colombiano.

Esa misma noche hablamos sobre todo lo que significó Balboa;un ejercicio de canciones nuevas y frescas de folk que grabó en Los Ángeles, coproducido con Aureo Baqueiro. “Fuimos él y yo, sumado a un grupo de músicos increíbles”. El álbum se grabó parcialmente en vivo. Después viajó a Londres a terminar las demás canciones con Jake Josling en un proceso técnico totalmente diferente donde fue multiinstrumentista. “Siento que desde el momento en que escribí esas canciones tenía claro lo que necesitaba. En realidad puedo decir que lo tuve bastante claro, tuve la suerte de que Aureo y Jake  me dejaran jugar, estoy muy agradecido por eso”.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Para Arath su oficio representa crear canciones que puedan perdurar por siempre. No le interesa realmente hacer canciones para una generación o para seguir una tendencia, lo que busca incansablemente es ser fiel a si mismo y a la música que le gusta hacer. En tiempos en que mantenerse firme en esa posición termina siendo desafiante en un momento donde no necesariamente son importantes las canciones que duran para siempre, sino las canciones para el ahora. “Supongo que sólo puedo ser yo mismo”, afirma. “Muchas canciones nacieron de la necesidad de conectar conmigo mismo primero”. Herce intenta mantenerse fiel a la verdadera razón por la que es artista, y antepone la canción por encima de cualquier cosa. “Llevo mis canciones como un diario, y espero poder ver hacia atrás y recordar lo que estaba viviendo.”

Hubo una conversación el primer día que hablé con Arath, mientras él era retratado para esta historia, en torno a las diferentes los diferentes momentos que han definido su carrera.Recuerda con mucho cariño cuando Leonel García escuchó sus canciones y cuando Natalia Lafourcade le brindo su apoyo personal y artístico.

Me cuenta como una gran hazaña que para este nuevo disco no le mostró las canciones a su compañía disquera, y se mantuvo firme en querer sorprender. Sin embargo, recuerda cómo antes de entrar al estudio le enseñó a Natalia todas las canciones en su casa. “Ese día me enseñó algunas notas de voz de De todas las flores en su celular”, recuerda con privilegio. Lafourcade sería la primera persona en escuchar los demos. “Te digo que me sentía tan incierto e inseguro, aunque tenía tan claro lo que quería, siento que mi cabeza me hubiera jugado en contra de estar completamente solo”. Al escuchar las canciones ella le sugirió trabajar con Leif Vollebekk.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Su nuevo disco es una declaración de principios artísticos y una oda a la música análoga en vivo. Coproducido por Vollebeck, y grabado en vivo en la ciudad de Los Ángeles, cuenta con la participación de un roster de músicos insuperable. Jay Bellerose (Robert Plant, Elton John, Regina Spektor) y de Jim Keltner (John Lennon, George Harrison, Bob Dylan, Eric Clapton, Tom Petty) se hicieron cargo de las baterías, y el contrabajo estuvo en manos de Tony Garnier (Bob Dylan, Paul Simon, Tom Waits). “Son músicos que admiro muchísimo, este viaje no lo voy a olvidar jamás”, recuerda con orgullo y admiración.

Después de grabar Balboa, Arath lanzó una versión del mismo álbum en solitario; Balboa Naked, que es otra versión de las mismas canciones interpretadas solo por él. “Las canciones son como fotos, y las fotos se hacen viejas”, dice. Por eso tenía la necesidad de reconectar con sus canciones desde su forma más cruda, como nacieron por primera vez, en su habitación solo con su guitarra y su voz. Mientras tanto, continuaba en un proceso constante de escritura, y en la búsqueda de inspiración para conectar con nuevas historias. “Quizás hable más de la muerte esta vez. Muerte y esperanza”, afirma.  “Me enamoré después de mucho tiempo, y se trata también de volverme a abrir a eso”. Es lógico que Arath, a su corta edad, continúe en procesos de crecimiento y cambio continuo. “Mi música cambiará de la misma manera como yo voy cambiando. Esta es mi historia y es mi vida, es todo lo que puedo hacer”.

Los únicos objetivos de Arath son musicales. No ve su obra más allá del oficio genuino y artístico de escribir y producir canciones.Lo que más me importa es seguir siendo yo mismo durante toda mi carrera, y poder mantenerme en eso”. Realmente no le interesa crecer de una manera desmedida, ni está dispuesto a cambiar para llegar a más personas. “Yo no tengo esa hambre. No quiero convertirme en algo que no tenga que ver con mis canciones”.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

Sin embargo, entiende que afronta la presión de un mercado despiadado que exige cifras y busca el crecimiento de las audiencias con tonterías en TikTok. “Como te digo, mi objetivo real es escribir y hacer algo que esté a la altura de mis héroes”. Sabe bien que al final pasan los años y cualquier éxito se puede desvanecer. Pero prefiere ser reconocido y juzgado por su obra y no por su éxito. “Me encantaría desde la muerte saber lo que fui”.

Herce podría ser ese artista que te encuentras en alguna parte del mundo, tocando en una calle cualquiera, con el estuche de su guitarra abierto, tirado en el piso. Pero también es el tipo de artistas que tendrán un lugar en la historia de la música, porque su trabajo no está hecho para ser desechable. En una conversación que tuve a finales de 2016, Chirs Cornell me dijo que no se reconocía de ninguna otra manera, sino por medio del legado de sus canciones. Eventualmente habrá artistas como él, que logran desafiarlo todo, y escriben una historia mediante la potencia y el poder de una letra, de un poema o de una canción, sin importar el impacto en términos de mercado.

Cuando conocí a Arath me costó no compararlo con Jeff Buckley por su parecido físico, la profundidad de su voz, y la robustez de su poesía, que me transportaron de nuevo al folk del californiano. Pero también representa al storyteller de la vida cotidiana, como solo Bod Dylan lo ha hecho; además, su sonido rocanrolero con matices argentinos evoca siempre la simpleza y calidez de Luis Alberto Spinetta y la riqueza poética de Silvio Rodríguez.

Fotografía y Dirección creativa: Jesús Soto Fuentes (@jsotofuentes)

En un momento interesante de la música en donde el arte empieza a tener algunos espacios cada vez más predominantes, Arath Herce se alza, desde muy joven, como el compositor más relevante de los últimos años. La crudeza y calidad de sus canciones termina convirtiéndolo en un rebelde indomable, que no entiende la música desde otro ángulo, sino desde el arte. “Solo hago música para no defraudar a mis héroes”. Y además se convierte en un bastión digno del futuro de la música en español.


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