EXTRAÍDO DEL ESPECIAL DE COLECCIÓN LOS 100 GRANDES ARTISTAS DE TODOS LOS TIEMPOS, DICIEMBRE 2011
Escuchas su voz e ilumina todo. Cada vez que empieza alguna de sus canciones –ya sea “You Ought to Be With Me”, “I’m Still in Love With You”, “Love and Happiness” o, por supuesto, “Let’s Stay Together”– cuando las pisadas comienzan y entra la guitarra, sabes que tendrás algo lleno de dulce amor. Sus canciones no eran tan políticas como las de Marvin Gaye o Donny Hathaway. Pero si esos tipos te hablaban a ti, Al Green hablaba para ti.
La voz de Al Green siempre me recordará cuando manejaba con mis padres por los caminos de Memphis, escuchando casettes. El escuchar a Al cuando era niño, me hacía querer ser cantante y demostrar que estaba bien tener una voz más suave y con falsetto. Realmente me identificaba con eso, porque nunca tuve una gran y escandalosa voz. Al, era un cantante. El modo en que podía sacar una nota, no se puede imitar o entrenar para eso.
Tenía una banda increíble, en canciones como “Tired of Being Alone”, las trompetas son de buen gusto y reservadas pero completamente funky. Siempre me gustó el modo en que los errores se mantenían en sus discos, como cuando la banda no estaba sincronizada al principio de “Love and Happiness”, incluso sus errores son bellos.
Eventualmente descubrí que este hombre al que idolatraba vivía a cinco minutos de mi ciudad natal. Años después, fui a la Casa Blanca (cuando Clinton era presidente), y Al iba a cantar. Cantó “A Change Is Gonna Come” de Sam Cooke, y la audiencia lloró. Después de lanzar mi primer álbum solista, iba a hacer un especial para televisión en Memphis, lo llamé y le pregunté si nos honraría con su presencia. Cantó “Let’s Stay Together” en ese escenario, y fue un hito en mi corta y poco importante carrera. Aprendí algo increíble: todo, siempre tiene que ser acerca del show. Pero Al Green es el show, y cuando lo ves actuar, ves algo honesto, conmovedor e increíble.
