El lunes 30 de mayo se cumplen 20 años de la muerte de Ricky Espinosa, el cantante y líder de Flema, una de las más singulares e influyentes bandas de punk-rock bonaerenses. Fue hace dos décadas que el músico, entonces de 35 años, saltó desde una ventana del departamento de Luis Gribaldo, guitarrista del grupo, ubicado en el quinto piso de un edificio en Avellaneda.
La tragedia conmocionó a una escena que hasta hoy no se recupera del todo. Y, con los años, el culto a la figura de Espinosa, al personaje y su discografía, a su estilo único de cantar, a una lírica aún más personal, al límite del sarcasmo y el patetismo, del nihilismo y la comedia, solo parece haber crecido, incluso más allá de las fronteras del país. De allí que, para el vigésimo aniversario de su partida, se preparen distintos conciertos-homenaje en Buenos Aires mientras se cocinan un esperado libro de fotos y la reedición de una biografía con récords de venta.
El sábado 28 de mayo, en La Trastienda, Flema, o los músicos que decidieron seguir adelante con la banda años después de la muerte de su frontman, tocará una lista de más de treinta canciones de Espinosa, con cantantes invitados como Sebastián (de Expulsados), Niko Villano (Los Villanos) y Leo García. Habrá también un set de Flemita, la banda paralela que supo conducir el propio Ricky, ahora con su hijo, Lucas Espinosa, de notable parecido físico y vocal, al micrófono. Pero la mayor curiosidad serán los dos temas que Flema tocará junto a la voz grabada y la imagen proyectada del homenajeado, en algo así como la versión punk de la puesta en escena de Los Fundamentalistas de Aire Acondicionado con el Indio Solari o los ex Soda Stereo con Gustavo Cerati.
Por otra parte, el domingo 29, en el Salón Pueyrredón, habrá otra jornada flemística, en la que se repetirá parte del set de La Trastienda y se sumarán bandas invitadas, como Chiquero, con sus versiones muy libres de Flema, en violín, banjo y otros instrumentos acústicos. Y el sábado 28, en el poco ortodoxo horario del mediodía, Strummer Bar propone un “punk rock lunch” musicalizado por Nihilismo, con las consignas “Ricky Espinosa recordándote” y “Si venís pintado hay regalo sorpresa”.
En los primeros días de junio estaría en la calle nada menos que la novena edición de El último punk, la biografía de Ricky Espinosa publicada originalmente en 2005 por el periodista Sebastián Duarte. Aunque criticado públicamente por parte de la familia y de los compañeros de banda de Espinosa, el libro es a esta altura una especie de best-seller del under, con unas 10.000 copias vendidas y hasta versión teatral, todo de manera independiente. “Seguí el mismo camino que Ricky, la autogestión, y el libro ya tiene vida propia. A Ricky lo conocí en 1987 en Avellaneda, nuestro barrio de toda la vida -dice Duarte-. Y antes de escribir estuve reunido con sus padres, Orlando y Sofía, pero prefirieron no participar del libro, pero sí me dieron el ok para que lo hiciera. O sea, es un libro autorizado, pero no una bio oficial, con testimonios de los músicos de Flema, ex managers y sus mejores amigos del barrio y también hinchas de El Porvenir, el club de sus amores”.
Por su parte, el fotógrafo Fabián “Resaka” García espera presentar en pocas semanas Y aún yo te recuerdo, su propio libro sobre Ricky Espinosa, por la editorial Piloto de Tormenta. “Tengo el orgullo de que muchas de las fotos de Ricky que se ven por ahí en remeras y stencils, sean mías”, dice Resaka, que retrató al músico durante años tanto por iniciativa personal como para coberturas periodísticas para la revista Madhouse.
“Lo conocí por su novia, que estudiaba cine y estaba haciendo una película a la que me invitó a participar como extra. Y ahí estaba Ricky, tocando con la banda. Yo lo conocía de nombre, pero nunca le había sacado fotos. Pegamos onda y empecé a ir a sus recitales. A pesar de que decía que no tenía amigos, eso fuimos: venía a mis cumpleaños y cuando a veces lo notaba un poco bajoneado lo invitaba a comer a casa. Un paquete de fideos, una gaseosa, y se iba un poco mejor”, recuerda Resaka, autor, por ejemplo, de la foto de tapa del disco de Flema Si el placer es un pecado.
El libro incluye una gran cantidad de tomas inéditas, entre retratos, registros de Flema en vivo y situaciones cotidianas y callejeras. “Tiene algo de álbum familiar. Y también de alguna manera es un testimonio de la era de la fotografía analógica, del quilombo que era sacar fotos en Cemento atestado de gente, el piso húmedo, la cámara que se empaña todo el tiempo y vos con un rollito de 36”, dice Resaka. “Estoy tratando de que las fotos muestren al tipo que conocí: dentro de todos sus bardos, una de las personas más sensibles y buenas”.
Más allá de los homenajes por el vigésimo aniversario, lo cierto es que Flema se mantiene activa. La banda trabaja (con la producción artística de Maikel de Luna Campos, guitarrista de Kapanga) en un nuevo disco, que se llamará Fuera de control, y está por salir de gira por el interior de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, México y (por primera vez) Estados Unidos.
“Ricky siempre está presente”, dice Fernando Rossi, guitarrista y actual voz de Flema. “Él me trajo a la banda y me dio este lugar. Muchas veces pienso en cómo sería todo (si Espinosa viviera). No me lo imagino muy diferente. Me hubiese gustado verlo con 50 y pico de años, como lo veo al Moska en 2 Minutos. Aunque también su desaparición hizo que la banda fuera más conocida y transformó todo en una leyenda. No es lo mismo morir a los 30, en tu punto alto como artista, que de viejo. Ricky quedará por siempre joven, no transará nunca con una multinacional ni venderá sus convicciones. Quedó así, eterno”.
El propio Ricky Espinosa definió, como nadie, su visión de Flema y su estatus de banda de culto, durante una entrevista que se puede ver en el documental sobre su vida, dirigido por Juan Pablo Duarte y disponible en YouTube. “No creo que seamos una banda para la masa –dice ahí el punk de Gerli-. Solo unos pocos pueden entender a Flema, el mensaje que queremos dar. Y me quedo con esos pocos”.