Conocé a Buenos Vampiros y su post-punk gótico: cómo oscurecerse sin perder la ternura

El cuarteto oriundo de Mar del Plata acaba de editar su tercer álbum de estudio, que cuenta con la colaboración de la española Ana Curra

Por  PAZ AZCÁRATE

julio 18, 2024

Buenos Vampiros tocó en el Primavera Sound, abrió shows de Melero y Ana Curra y está por lanzar su tercer disco.

Foto: Gentileza Buenos Vampiros

Pensar en un buen vampiro evoca imágenes propias de una película de Tim Burton: personajes lúgubres, pero de buen corazón; románticos a su manera; adorables y compungidos. Buenos Vampiros, la banda, encaja perfecto. Ahora, por ejemplo, sobre el escenario de Uniclub, mientras los marplatenses tocan de punta en negro, hay vestidos y camisas, corsets acordonados, gargantillas, tules y sacos con hombreras.

La canción más escuchada de Buenos Vampiros dice: “Desmotivada, triste y aburrida, todo el tiempo esperando la muerte”. (Foto: Gentileza Buenos Vampiros)

La estética gótica-new romantic proyecta maneras hostiles, pero el set avanza entre un dream pop y un post-punk que cuenta historias de amor con melancolía o le cantan directamente a la tristeza (su canción más escuchada dice: “Desmotivada, triste y aburrida, todo el tiempo esperando la muerte”) y que se interrumpe para hacer agradecimientos (a quienes trabajaron en la fecha, a quienes pagaron la entrada) o invitar a las chicas del público a hacer mosh, recordándoles que es un espacio seguro. La máxima del buen vampiro sería: hay que oscurecerse sin perder la ternura.

“Fue uno de los momentos lindos del show”, dice Irina sobre esa interrupción de Mora, baterista de la banda, para equilibrar lo que pasaba entre el público (pocas chicas en el pogo, muchos chicos tirándose arriba de los demás). “Está todo bien, nadie quiere retar a nadie, pero prestamos atención a esas situaciones”. El juego ambivalente del vampiro de buen corazón va un poco en contra de un momento que les pide a los buenos que sean impolutos y a los malos que sean los peores. Algo tendrá que ver esa exterioridad a su época con la búsqueda musical de Irina, Nacho (ambos, guitarra y voz), Mora (batería) y Luana (bajo y coros), bastante concentrada en sonidos de fines de los 70 y principios de los 80, como Los Pillos, Parálisis Permanente, Siouxsie y, obvio, bandas como The Cure, The Smiths y New Order, que extremaron las distancias entre melodías felices y letras apesadumbradas.

Hay todavía un más atrás que, de hecho, explica por qué la banda se llama Buenos Vampiros y tiene que ver con el mundo del tango. Durante un tiempo, Ignacio e Irina se volvieron habitués de tanguerías marplatenses como Los Duendes y Argentino Bar. Que hubiera gente joven en esos antros de viejos lobos de mar tangueros era una rareza, pero la ciudad, sobre todo fuera de temporada, tampoco ofrecía tantas opciones. “Al principio me ponía un poco nervioso, era de los más pendejos que iban —dice Nacho—. Nos sentíamos observados, pero con el tiempo se empezaron a acostumbrar a vernos”.

En las paredes de esas tanguerías había unas placas con una frase que les llamó la atención: “Territorio de buenos vampiros”. Referían a los señores de la noche, los que se quedan en la milonga hasta la madrugada, pero bien podía presentar a cuatro veinteañeros new wave de ojos delineados que cuidan a su público. Escuchar a Buenos Vampiros con esta información hace pensar que hay algo de tanguero en el modo de interpretar de Ignacio Perrotta —autodidacta de la guitarra y la voz, con gran manejo de graves— que escuchó a Jorge Falcón y Edmundo Rivero.

Todo lo que pasó en el último tiempo con Buenos Vampiros, como tocar en Primavera Sound, abrir para Daniel Melero o viajar a Uruguay y Chile, ocurrió tras la salida del segundo LP, DESTRUYA! (2022), que abre con “Desmotivada”, lo más escuchado de la banda en plataformas. Buenos Vampiros odiaría leer sobre sus canciones en términos de métricas, pero a la vez resulta curioso que su canción más pesimista se haya convertido en su hit.

La composición tuvo que ver con la pandemia, pero el tema no salió hasta fines de 2021. “A veces me da cosa ver nenes rechiquitos compartir stories con esta canción. Digo: ‘¡No, mi amor, qué te pasa, sos un nene!’. Te juro, me preocupa”, dice Irina sobre la letra que ella misma escribió (“Todo el tiempo esperando la muerte/ todos vamos hacia el mismo final”).

Es tan cierto que no hay edad para la desmotivación como que interesarse por una letra no significa una identificación lineal, pero algunos discos recientes (como Por cesárea, de Dillom) ponen al frente temas con los que antes se establecía más distancia. Como si de un tiempo a esta parte (en particular 2020, cuando nos íbamos a dormir y despertábamos contabilizando muertos), la realidad se hubiera puesto tan fea que lo que antes parecía terrorífico dejó de dar miedo.

En abril, Buenos Vampiros hizo algo que nunca imaginó: abrir un show para la española Ana Curra. Esa noche, por encima de las rodillas de Irina, asomaba un tatuaje de Parálisis Permanente (la banda post-punk maldita de Ana). Como si fuera una fecha diseñada para matar a Irina de felicidad, ese día fue también su cumpleaños. Después de tocar, mientras Curra estaba en el escenario de Maquinal, se vio a la marplatense nadando arriba de la gente con una lata de cerveza en la mano y una sonrisa que le ocupaba media cara.

De ese encuentro surgió la posibilidad de que Ana participe en dos temas de Entre sombras (2024), el tercer disco de BV que acaba de ser editado. En ese álbum, la española sumó teclados para “Alguien te espera” y voz más sintes en “Desorbitado”. “Lo que más me llamó la atención fue su puesta en escena, totalmente coherente con sus canciones. Arriba del escenario, son cuatro vampiros flotando al ras del suelo”, dice Ana.