“Siempre fue la idea que veas a Face to Face cara a cara”, asegura Favio Flores, de la productora Noiseground, al día siguiente del caluroso e íntimo show que dio la banda californiana de punk en el sótano del Club Cultural BULA, en el barrio porteño de Almagro. La visita fue anunciada a principios de agosto. “Show histórico y de culto”, prometía el flyer. Y cumplió. Se pusieron a la venta apenas 250 tickets que volaron en poco tiempo. En las redes sociales de Noiseground se empezaron a acumular las puteadas, pero Flores (además de productor, fan de la banda) estaba seguro de lo que quería.
El lunes a la noche, después de uno de los tantos cantitos de la hinchada (“¡Oh… vamos Face to Face!”, o el entrañable “¡Olé, olé, olé, olé, Face to, Face to!”), el propio Trever Keith, cantante, guitarrista y miembro fundador de la banda, se secó la transpiración de la cara y se encargó de hablar al respecto. Inicialmente, según explicó, la gira que los traería nuevamente a Latinoamérica no incluía a Buenos Aires. Darían cinco shows en Brasil y dos en Chile, pero ninguno en Argentina. Flores cree que puede deberse a su última experiencia en suelo local, en 2019, a cargo de otra productora. Y remarca que su insistencia fue clave para que el grupo pionero del género considere la idea de sumar esta plaza.
Sin embargo, iba a haber complicaciones. A la dificultad logística de combinar las estadías de diferentes localidades de Brasil, afectado por las inundaciones, con Chile y ahora también con Buenos Aires, se le sumó una más grande: el lugar para tocar. Favio Flores, además de BULA, es uno de los dueños de Uniclub, un lugar para más de 600 personas ubicado en el Abasto, donde la banda había tocado por última vez en Argentina. El problema es que los lunes, único día posible dentro del apretado cronograma sudamericano de Face to Face, el local está ocupado. Así, surgió la idea de hacer un show exclusivo para fans en el sótano de BULA, una propuesta osada que recibió la aprobación inmediata desde California.
Face to Face se formó en 1991 en la ciudad de Victorville, en California, como producto final de algunos proyectos musicales que venían ensayando los amigos Trever Keith y Matt Riddle, bajista original de la banda. Enseguida comenzaron a forma parte de la escena de aquel entonces, concentrada en sitios como Orange County, junto a otros grupos punk como The Offspring. Grabaron su primer disco, Don’t Turn Away, al año siguiente, y lo editaron a través de Dr. Strange Records, un sello especializado en la movida con sede en Alta Loma, California.
De aquel paso iniciático, casi intuitivo, se desprende la canción con la que Face to Face —después de ajustar los cables y las perillas con sus propias manos— decidió abrir el show más especial de la gira latinoamericana, “You’ve Done Nothing”. La tesis es directa: “You don’t know what you want to be/You don’t know what you want to do/Never going to amount to much of anything/So what’s the difference if you win or lose?” (“No sabés lo que querés ser/No sabés lo que querés hacer/ Nunca vas a llegar a nada/ ¿Cuál es la diferencia si ganás o perdés?/ Bueno, eso es algo”).
La respuesta del puñado de afortunados fue inmediata. Arriba del escenario no solo estaba el carismático Keith, a su derecha tenía al bajista Scott Shiflett, parte también de Me First and the Gimme Gimmes y los Eagles of Death Metal (dato de color, es el hermano del guitarrista de Foo Fighters, Chris Shiflett). Detrás de él estaba Danny Thompson, que desde la reunión de Face to Face, en 2008, luego de cuatro años de inactividad, reemplazó al veterano baterista Pete Parada, que por aquel entonces pasó a los parches de The Offspring. Para completar, Dennis Hill, que desde las cuerdas de la guitarra, pero sobre todo las de su garganta, se encargaba de sostener bien alto esos coros típicos del estilo.
Es necesario insistir con lo excepcional de la situación. Lo sabían los espectadores y, a juzgar por sus caras, también lo tenían muy en claro los integrantes de Face to Face. Hay que decirlo, la banda sonó fuerte y precisa. Tanto que, cuando comenzó el machaque de “Ordinary”, el público abrió una ronda casi instintivamente para explotar en el estribillo: “A look in the mirror is not enough/What makes you think that you’re not one of us?” (“No basta con mirarse al espejo/¿Qué te hace pensar que no sos uno de los nuestros?”).
Las canciones del tercer álbum de la banda, Face to Face (1996), como la mencionada “Ordinary” o “Blind”, con una de las melodías más perfectas de toda su carrera, son las más celebradas de la noche. Aunque también hay espacio para el mosh en otra perla de su disco debut, “I’m Not Afraid”, con otro estribillo que pide a gritos que lo canten: “I’ve never been afraid of you/I never will admit the truth/I know there’s something I can do” (“Nunca te tuve miedo/Nunca voy a admitir la verdad/Sé que hay algo que puedo hacer”).
Después de poco más de una hora y 20 minutos de show, justo antes de despedirse con otra perla de su repertorio, “It’s Not Over”, del disco de 1994 Big Choice, Trever Keith describió a la agitada noche como “memorable y fantástica”. Y no se equivocó. A la mañana siguiente, a través de un audio de WhatsApp, un victorioso Favio Flores le agregaría una línea más a esa definición: “Para los que estuvieron ahí, fue y será un recuerdo imborrable”. Tampoco se equivocaría.