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La muerte de Liam Payne en Buenos Aires: dolor de las fans de One Direction en una vigilia con lágrimas, velas y canciones en Palermo

Cientos de seguidoras se congregaron anoche frente al hotel en el que murió Liam Payne, en el barrio porteño de Palermo, para despedir al artista británico

octubre 17, 2024

La vigilia de las fans por Liam Payne en Palermo, Buenos Aires.

HUMPHREY INZILLO

“One Direction representa mi crecimiento como adolescente. El mío y el de mis amigas. Una amiga hizo su fiesta de 15 inspirada en One Direction: la torta, la decoración, todo… Era gritar y bailar. Y siendo ya más grandes, muchísimas noches de karaoke con One Direction. Desde que la conocimos, la banda nos llenó de alegría, de euforia. Ellos nos acompañaron en momentos felices. Y también, nos acompañaron en los momentos tristes de nuestro crecimiento”, dice Ariana, de Lanús en la noche del miércoles. Habla y las lágrimas caen por sus mejillas. Todavía no puede creer que Liam Payne, el exintegrante de One Direction, la boyband británica que marcó la educación sentimental de toda una generación, haya muerto unas horas atrás a pocos metros de acá, en un hotel de Buenos Aires.

Lucía, que llegó desde el barrio porteño de Liniers, la consuela, toma sus manos, la contiene. Podrían ser amigas de toda la vida, pero no, acaban de conocerse acá. Tienen casi la misma edad, Ariana 23, Lucía 24. Igual que la mayoría de las chicas, que trajeron flores y prendieron velas junto al árbol frente a la puerta del hotel, donde, según se informó, Payne murió al caer de un tercer piso.

Las fanáticas de Liam lo despidieron escuchando sus canciones frente al hotel donde murió, en Buenos Aires (foto Humphrey Inzillo).

Son las once de la noche y acá, en la vereda del hotel sobre la calle Costa Rica, en Palermo Hollywood, a nadie le importan las circunstancias, las sustancias, los destrozos ni las fotos con las sustancias y los destrozos que mencionan los movileros de los canales de televisión, que transmiten en vivo desde la vigilia. Porque lo que tienen destrozada es una parte importante de sus vidas. Para muchas, es el fin de la infancia. O de la adolescencia. 

“No sé, no sé cómo voy a llevar esto, pero estoy acá“, sigue Ariana. “Estoy con chicas que no conozco, o que conozco por primera vez, pero estamos todas juntas pasando por esta por esta situación, por este luto”.

Ariana está acá desde hace casi cuatro horas y asegura que llegó a ver cuando retiraban el cuerpo de Payne del hotel. “Ni bien me enteré, dejé todo y vine corriendo, con la esperanza de que fuera solo una noticia falsa, de que no fuera real. Pero cuando vi que se lo estaban llevando, se me partió el corazón”, dice. Y las lágrimas vuelven a brotar. “No pude más, me derrumbé. Todas esas esperanzas se fueron completamente”.

Una de las cartas para Liam, en el santuario improvisado.

Marina tiene 23, vive en Ezeiza y llegó hasta la puerta del hotel en Palermo, porque leyó la noticia en una página web y pensó que era un error. Pero se metió en Twitter y vio que el tema era tendencia y, como no podía creer que Liam había muerto en la Argentina, tuvo el impulso de venir. “No había tanta gente, pero había un sentimiento de mucha tristeza“, dice. “Yo lo ví por última vez en el show de Louis [Tomlinson, otro ex integrante de One Direction, que se presentó semanas atrás en Buenos Aires], porque fui a verlo y Liam estaba atrás nuestro, nos estaba saludando, se lo veía contento. La verdad, no puedo creer que se haya muerto acá, en Palermo”. 

Tyler tiene 24 años, es brasileña, y llegó hace cuatro años a Buenos Aires para estudiar medicina. Acaba de dejarle una carta pegada en el árbol que está en la puerta del hotel y que hace de pequeño altar, con algunas fotos de Liam, una bandera británica y unas treinta cartas en la que las fans se despiden del cantante. Alguien trajo una cinta adhesiva gruesa, se comparten los blocs y las biromes, y los manuscritos, despedidas catárticas, evocan recuerdos de años que parecen lejanos y reproducen un deseo para el artista que, para ellas, se transformó en un ángel: “Vuela alto”.

Tyler es oriunda de Minas Geráis, tiene una campera inflada negra y anteojos oscuros, y dice que los empezó a escuchar en Brasil, a los once años. “Hace trece años. Para mí es una pérdida muy grande, me dolió un montón. Mi canción preferida de One Direction es `Half a Heart`, que es la que casualmente estaban cantando cuando llegué acá, hace un rato, y pegué la carta”.

Apenas se enteró de la noticia, Tyler habló con su hermana, en Brasil. “Liam era su favorito. Y, entre lágrimas, me dijo: `¿Te das cuenta? Ahora no me voy a poder casar con él… Para mí, él representaba mucho. Me encantaban su sonrisa y su voz. Era una persona muy alegre, o al menos eso es lo que parecía”. 

Micaela, con una bandera original del tour 2014 de One Direction.

Melina también tiene 22 y, como la mayoría de las chicas, lo primero que pensó cuando vio una publicación en Instagram fue que era un error, una mentira, una broma de mal gusto. “No lo podía creer. Estuve llorando un rato, le escribí una carta, le compré las flores y se las traje. Los sigo desde que tengo 11 años y siempre encontré consuelo en sus canciones. Como que me pegaban de cerca, o sea me generaron algo que ningún artista llegó a generarme, que es la sensación de sentirme acompañada. Yo tenía la habitación empapelada con las fotos de ellos, las carpetas, las asignaturas de las materias del colegio, todo con fotos de ellos. También collares, pulseras, de todo…”. 

Madison tiene 22 años y llegó desde Nordelta. Es fanática de One Direction desde 2012. Está shockeada. “La verdad que me costó creerlo. Todavía no caigo. Yo tenía presente que Liam tenía muchos problemas de alcoholismo, y también de de drogas y que estuvo en rehabilitación. Aparte de los problemas que tuvo con su ex pareja, creo que el odio, el hate de las personas, puede llegar a lastimar mucho”. 

Madison dice que no pudo ver el show de One Direction en Argentina, en 2014, pero que se lo cruzó hace un tiempo a Liam en el Hotel Faena, de Puerto Madero, cuando había ido a ver un show de tango. “No me acerqué a pedirle una foto ni nada porque no quería invadir su privacidad, pero se notaba que era una buena persona. Una persona normal, como todos nosotros”, asegura. Mientras tanto, algunos huéspedes llegan al hotel con algunos tragos de más, pero igual muestran respeto.  

El muñeco de Liam, estilo Ken, que llevó Micaela, una fanática de 22 años (foto: Humphrey Inzillo).

 “Yo creo que a raíz de esto, se terminan generando ciertos nexos que son muy particulares -dice Ariana-, ¿no? Esto de que, sin conocernos, cada una puede ver atravesada su adolescencia y que tuvimos un punto en común. Yo creo que la banda fue un hilo conductor, desde el principio hasta el fin de la adolescencia. También fue venir acá por un sentido de inercia: quiero creer que voy a venir y no va a haber nadie, que fue un chiste de mal gusto. Prefiero enojarme con una fuente que se haya equivocado a tener que caer en la realidad de que se fue una persona tan joven”. Y tiene tiempo, también, para una reflexión: “Es una persona que, a través del grupo y sus canciones, realmente terminó interpelando la  historia de la adolescencia de muchas de nosotras, que quizás hayamos sido la última generación que todavía adoptó lo analógico: esto de coleccionar los CD, de comprar las revistas en papel, de colgar los pósters”.

Cuando Ariana menciona los pósters, Lucía se suma por primera vez a la conversación. Ella pasó parte de su adolescencia en una playa, en Ecuador. Y en su cuarto de la casa en la que todavía vive su familia están colgados sus pósters de One Direction. “Las últimas veces que fui, ya los veía todos desteñidos. Yo me acordaba de dónde había sacado cada afiche, cada foto, y la verdad es que no me imagino quitando ahora esos pósters. Por el simbolismo, lo que representa, y también porque cuando una es adolescente, los problemas de adolescentes son el fin del mundo, son cosas muy grossas, aunque ya de grande  parezcan ser más pequeñas. Pero en ese momento es así y capaz que en la música encontrás un refugio”, dice mientras de fondo suena “Little Things”, y las canciones vuelven a ser una vigilia para las fans que no pueden creer que están acá, atravesando esto.

Otra carta para Liam. (Foto: Humphrey Inzillo).

Micaela tiene 22 años y vive muy cerca de la cancha de Vélez Sarsfield. Tiene una bandera de One Direction que se compró en la puerta del estadio José Amalfitani, hace diez años, en aquel show de la banda en Buenos Aires, que fue el primer recital que vio en su vida. “Yo tenía 13 años y mis viejos me dieron a elegir entre el concierto o ir al viaje de egresados de la primaria. Elegí ir al show y no me arrepiento. Fui con un tío y me la pasé llorando de la emoción, fue inolvidable”. Micaela vino con su novio, que tiene una remera de Duki, pero que está acá haciéndole el aguante, y trajo el muñeco de Liam, un muñeco tipo Ken que su papá le trajo de Brasil. “Toda mis charlas de ese momento se trataban de One Direction, así que mis papás sabían muy bien lo que representaba la banda. Mi papá tenía unos amigos que vivían en Estados Unidos y me trajeron, primero, dos muñecos de los chicos de la banda. Después, mi papá fue a trabajar a Brasil, y recorrió un montón de jugueterías hasta que consiguió los otros tres. Siempre voy a estarles agradecida por eso”.

El fanatismo de Micaela, que tiene un tatuaje de Harry Styles, se lo contagió a su papá. Pero guarda un lugar especial en su corazón para Liam. “Era muy gracioso en el grupo. Era muy carismático, muy alegre, como todos los chicos, igual. Pero destacaba mucho haciendo chistes en los momentos detrás de los shows, realmente tenía un rol hermoso en la banda. Todos se amaban. Son hermanos, literalmente. Y lo siguen siendo por más que Liam ya no esté en este mundo. Lamentablemente creo que tanto yo como todas las directiones queríamos que se junten, aunque sea para verlos a los cinco juntos una vez más. Lamentablemente, ahora los vamos a ver, pero en el funeral. Es horrible, realmente horrible”, dice entre lágrimas. Son casi las dos de la mañana y acá en Palermo las velas no arden. El flujo de fans no para. Dejan cartas y ramos de flores. Suena “Fool´s Gold” y cantan bajito. Lloran y se abrazan. Todavía no lo pueden creer.

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