Mostruo!, veinte años atravesando las diagonales de la escena rock de La Plata

La banda platense que en 2007 Cerati marcó como revelación cumple dos décadas y lo celebra con un disco del que participan la joven promesa Carmen Sánchez Viamonte y el experimentado Richard Coleman

Por  FACUNDO ARROYO

octubre 15, 2024

Foto: Gentileza Rock City

Lucas Finocchi la mira a Carmen Sánchez Viamonte y le agradece entre las chapas y las vías del Galpón de la Comunidad Ferroviaria. Ella, que se adueñó del under de La Plata por pura prepotencia y talento, le dice que nada que ver, que siempre soñó con ser corista de Mostruo! Parado al costado del escenario está Richard Coleman, uno de los colaboradores de No morí, el sexto y nuevo disco de Mostruo! Lucas tiene una remera de Wilco, Carmen una de su abuela que acaba de fallecer (Herenia, madre de Plaza de Mayo) y Richard una de The Cure. El rock, a veces, sigue siendo un refugio necesario.

Kubilai Medina mira el traje naranja que tiene el protagonista del video de “Ese oso”, uno de sus primeros hits, en la pantalla de Ciudad Vieja, un bar ubicado en el barrio adoquinado y cultural de La Plata. El motivo de aquel show del verano de 2007 era presentar esa “súper producción audiovisual para Mostruo!”. Ese traje ahora es un mito. “Debe ser una alfombra hoy en día”, dicen los dos. Nadie sabe dónde está. En ese show eran un cuarteto, en las notas se destacaba que el hijo del Negro Alejandro Medina (Manal) tenía una nueva banda y, por afuera, Gustavo Cerati los anotaba en Clarín como la revelación del año. Sonaron de fondo en River con la vuelta de Soda Stereo. Grosso (2006), el disco debut de Mostruo!, se había editado hacía unos pocos meses.

Entre los dos primeros párrafos pasaron 20 años, seis discos, todos los bares de La Plata y una de las historias con más convicción y deseo del siglo XXI de la ciudad soñada. Cuando Mostruo! empezó a tocar, la base rítmica eran los hermanos Federico y Luciano Mutinelli. Como si fuera el pasaje de Pappo’s Blues a Pescado Rabioso, los Mutinelli antes habían sido la base rítmica de Peregrinos, el embrión de la máquina popera llamada Estelares. Las cosas en La Plata son así, como si fuera un árbol genealógico enorme plantado en Plaza Italia, los músicos siempre vienen de otras canciones, de otras bandas, de una historia donde el Google Maps marca el mismo lugar. Un poco al sur de la Ciudad de Buenos Aires, pegado al río pero de espaldas a él, a una distancia de rescate de 50 kilómetros.

Ahora los Mostruo! son un sexteto pop-rock. Además de Finocchi y Medina, están Gabriel Ricci Liajovetzky (bajo), Santiago Rogati (batería), Alfredo Calvelo (productor y teclados) y Víctor Amoresano (más teclados). Cuando arrancó, Mostruo! quería reírse del rock y ahora, en la primera intervención de la nota para ROLLING STONE, Lucas y Kubilai (Kubo, desde ahora) hacen lo mismo:El doble teclado es porque cada vez nos queremos parecer más a Wilco (risas). Hablando en serio no fue muy buscado, se fue dando. Lo armamos entre todos y eso nos dio la posibilidad de no tener que sostener el tema con las guitarras”.

Kubo: Queríamos que no estén ahí tratando de llenar los espacios. Tener, además, más tiempo para poder cantar, centrarme ahí. También nos da la chance de tocar otras cosas, de tocar de otra manera. Cuando canto es donde sublimo más la música.

Lucas: Da más aire en términos musicales, no ser tan rabioso. Hay otras texturas a partir de eso, también. Más coros, otros arreglos. Estamos contentos porque al principio fue una apuesta. Lo probamos y nos gustó. Alfredo y Tito se amalgamaron bien y funcionó.

Vamos con dos ejemplos de la teoría platense: Alfredo Calvelo tocó en Víctimas del Baile en los ochenta y dio marco estético a mucha música platense desde sus estudios Hollywood. Grabó todos los discos de Mostruo! y en la mayoría ofició, también, como uno de los productores. Ahora es su tecladista y hasta aporta composiciones. Kubilai hablaba de la libertad en esta nueva etapa para cantar y Calvelo dice: “Mostruo! es una banda privilegiada porque tiene dos cantantes increíbles, con composiciones que están buenas, solventes a la hora de tocar y eso genera que se trabaje muy bien. A veces flasheo con lo rápido que resolvemos los discos”.

Y un caso más del borde de la teoría platense, lejos de la teoría del caos. El Milano tuvo una banda en La Plata que se llamaba Las Canoplas. Estaban a la altura, y fueron contemporáneos de Peligrosos Gorriones, Mister América y Estelares. Tenían más psicodelia y le prestaban atención al pop alternativo inglés de ese momento. Ahora El Milano es solista y está terminando su cuarto disco. Este ejemplo viene pegado a Mostruo! porque en No Morí la banda metió un tema de él. En contacto con RS, el cantante dice: “Desde afuera de La Plata son uno de los tantos, desde adentro, uno de los pocos que logran conectar con tanta gente. Representativos del rock platense, pero sobre todo, de ellos mismos, de vieja escuela, sin perder un detalle de la actualidad, conviven, comparten, les sobra banda. La letra de mi autoría andaba entre bocetos por el estudio de Alfredo (Calvelo) mientras planeaban el álbum y les gustó. Me gusta también (la canción es ‘Aroma a soledad’”). Y esta invitación a cantar con ellos, el otro día, me hizo dar cuenta de que estamos en terreno emocionante”.

Gabriel Ricci Liajovetzky tocó antes en Trilce. Llegó a Mostruo! para ser su bajista pero también para aportar sus conocimientos en producción e ingeniería de sonido. “Tienen distintas visiones con Alfred a la hora del resultado final, por eso estuvo bueno que la mezcla la haga Nicolás Carlino”, dice Finocchi en plan mediación. “Carlino, además, es el operador en vivo de la banda”, dice Lucas y Kubo aporta un título lúdico para la ocasión refiriéndose al disco anterior: “Lo divertido es que es un sonido más moderno que el de Moderno (2019)”. Los discos que faltan mencionar de Mostruo! son La nueva gran cosa (2008), Perfecto (2011) y Profunda desorganización (2014).

Durante su primera década, Mostruo! fue full colectivo. Accionaba a través del sello independiente Cala Discos (con bandas amigas como Villelisa y normA), invitaba a bandas de otros lugares a sus fechas y militaban todos los bares y centros culturales que iban en contra de la lógica comercial de los empresarios curtidos en los años 90. En esta segunda década hicieron más la suya. El sello entró a la cueva, tocaron solos y los discos (y videos) se espaciaron mucho más. Cuando se editó Moderno no hicieron prensa y dicen “que el disco pasó desapercibido hasta para ellos”.

En esta nueva etapa, Mostruo! se está vinculando con la nueva camada de artistas que hay en La Plata y con No Morí está volviendo a hablar en los medios. Un poco es ese el mensaje desde la tapa y el título. Kubo Medina, que fue quien hizo la tapa, lo resume así: “No es porque el rock no murió sino porque nosotros no morimos. Hay que tener en cuenta que es nuestro disco post-pandémico. Ahora hicimos todo bien (con la comunicación). Si no lo hacés así nadie se entera, salen tantas cosas que es medio inevitable. Hace diez años que nadie habla de nosotros pero estamos acá”.

Otra de las particularidades de No Morí es que las composiciones ya no son únicamente de Medina y Finocchi. El sexteto, además de cambio sonoro, conformó una nueva dialéctica para la banda. Dice Finocchi: “‘Humo en la ciudad’ la escribí yo pero la canta el Kubo y la música es de Tito. Eso es un ejemplo de  lo distinto en estas nuevas canciones. Las formas de los cruces pandémicos, eso pasó con estas canciones. Se dio así a la hora de darles forma. Y en las demás está eso de nosotros. Yo digo ‘todos morir’ y el Kubo ‘todos vivir’ (se ríen otra vez). Lo existencial y lo vital”.

Luciano Mutinelli fue el baterista de Mostruo! hasta 2008. Por amor, y quién sabe qué otros detalles menores, se fue a vivir a Castets en Dorthe, a 40 kilómetros de Bordeaux (Francia). Desde allá, dice: “Es la gran banda que no la pegó en términos de masividad. Hizo conciertos todos los meses del año, significa un acto de resistencia ciudadana increíble”. Muti linkea a Mister América, otro gran secreto platense que, por elección, siempre eligió tocar sólo en la ciudad. “Mostruo! contribuyó a que la gente salga a ver bandas de rock platense en la ciudad, ahora estamos acostumbrados, pero a inicios de 2000 no era tan común que eso pasara”, explica. El músico resalta lo de “todos los meses” porque la banda tiene un gesto con el circuito local que se volvió metodología. Toca el último fin de semana de enero en Pura Vida. Ese movimiento abre el circuito de la música en la ciudad, lo activa. Nadie discute eso, así arranca el año musical en La Plata.

A modo de chiste, Luciano dice que sí, que estaba seguro de que Mostruo! se iba a mantener después de su salida porque había ingresado un taurino loco. Un equilibrio asegurado. Hace referencia a Gabriel, el bajista serio y especialista en ingeniería de sonido. Doblega el chiste y dice que no siente que le estén diciendo a él “No morí, no morí, qué bien, qué bien”, haciendo referencia a la canción del disco, su letra y uno de sus focos narrativos del LP. “Mostruo! tiene vida propia por fuera de cualquiera de sus integrantes”, lo dice casi gritando, como si todavía estuviera haciendo esos coros del pasado que le inflamaban las venas del cuello.   

No se desafina una canción de amor. El mejor tema de No Morí es el último. Se llama “Estudio Bar” y hace referencia a un lugar donde la música sonó durante más de 40 años sobre calle 8. También la canción habla del avance inmobiliario que sufre la ciudad y de la locura con la que la gente transita el espacio público. No le sobra un verso, parece una crónica escrita por Lou Reed. Finocchi, su autor, dice: “Estaba escuchando mucho Transformer cuando la escribí”. Es la única canción que se mete en el clima de ese disco del ex Velvet pero no desentona con el LP de Mostruo! De hecho, fue uno de los adelantos y ya tiene video. Perdón el spoiler pero termina con la catedral inundada. Antes pasan un montón de cosas mientras, como dice la canción, alguien intenta hacer una mueca regular.

“Calzó con un sentir también, había ganado Milei. Un día pasaba por ahí y vi la foto del edificio que iban a hacer sobre El Estudio Bar que todavía estaba ahí, medio resistiendo solo. Y fue como una sensación del fin de una era”, explica Finocchi y agrega: “Hay cosas que van marcando el crecimiento de las ciudades grandes. Degeneradas en edificios. Y me pasaba eso de no entender mucho para dónde va todo, de estar medio perdido con eso. Además el tema también tiene eso de la violencia generalizada con la que convivimos en la calle actualmente. Una sensación de guerra entre todos. Los autos me quieren matar. Es una tensión cotidiana a la que ya estamos acostumbrados, no entiendo que tenga que ser así”.

O como dice Mostruo! en “Estudio Bar”: El mundo está por explotar, trato de caminar normal. Algo así es No Morí (r).