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Manuel Medrano: el último cantautor latinoamericano

“Hay que abrir los ojos, hay que abrir los oídos y hay que abrir el corazón”. Cómo Manuel Medrano representa la riqueza del pop latino

INDIVIDUA (Daniela Castañeda)

octubre 8, 2024

Es una noche fría en la ciudad de Buenos Aires, Manuel Medrano está sentado en una pequeña silla de madera en El Cabaret, el emblemático bar de tango en el Hotel Faena.

Resplandeciente, y muy seguro de sí mismo, usa una chaqueta de piel rosa, camisa de seda con nudo en el cuello, pantalón de prenses rosa, botas texanas blancas y unas gafas oscuras que siempre lleva, aún cuando es de noche. “Fíjate muy bien en la calidad de este show”, me dice mientras pide algo para beber. “No se trata de lo grande que pueda ser, es una cuestión de intimidad y búsqueda de la grandeza”. Sus palabras resultan congruentes con sus ambiciones y sus constantes interrogantes. “Si puedes hacer un show de puta madre, ¿por qué no intentarlo?”.

Esa misma mañana, estamos caminando junto al río por el paseo de Puerto Madero. Discutimos varios asuntos sobre la música latina y sobre el momento actual de la industria, pero esencialmente sobre varias anécdotas de su vida. “Crecí en una familia perfectamente disfuncional —padres separados, madre soltera criando a sus hijos—, y crecer de esa forma me hizo agarrarle un amor demasiado grande a la vida desde muy niño, ¿sabes?”. 

Es posible que su música no le guste a todo el mundo, y tampoco es algo que le trasnoche; sin embargo, su capacidad de escribir ha trascendido, manteniéndose fiel a un género rico en historia y en canciones. A través de una década, ha publicado tres álbumes que ha escrito y coproducido personalmente: Manuel Medrano, en 2015, un debut cargado de hits; Eterno fue mucho más experimental, en 2021; y Perfecto, su cúspide creativa, en 2024. “Nunca me dejo llevar por lo que a la gente le gusta escuchar ahora, sino por lo que realmente yo siento que debo decir”.

Más tarde, sobre la acera, nos encontramos una pequeña tasca. Manuel entra y pide dos cervezas para llevar. “Cuando hablamos de los recursos, pues sabemos que la música cuesta llevarla pa’ delante, ¿no?”, plantea. Hablamos de sus inicios en la música y su decisión de ser un artista. Recuerda que desde muy niño le encantaban las películas de superhéroes. “Crecí con el pensamiento de que tenía que salvar al mundo”. ¿De quién?, le pregunto. “¿De nosotros mismos?”. 

CHAQUETA ALICIA ADORADA, CAMISETA SIN MANGAS HM, MEDIAS PANTALÓN DE
TALL_MODA, GAFAS YSL.

Medrano profundiza en memorias de su infancia y recuerda cómo, en medio de las dificultades, varias veces se preguntó sobre su verdadero propósito; entre incertidumbre y esperanza afirma haberse dado cuenta de que la música es una de las herramientas más grandes para transformar el mundo. “Empecé a escribir canciones que tuvieran poder, que tuvieran un mensaje. A través de la música, intento dejar un granito de arena. Creer que el mundo sí puede ser un lugar mejor”.

Brother, vivimos en una sociedad muy lastimada, estaría bacanísimo que todas las letras tuvieran algo de contenido para sanar al mundo”, dice mientras entramos a un restaurante italiano de alta cocina, hay cubiertos dorados sobre la mesa. Estamos solo los dos en el lugar, y los meseros no tienen otra opción que atendernos en grupo. Uno de ellos le pide una foto. “Silvio Rodríguez con su guitarra me enamoró, aunque yo no tenía ni idea de qué hablaban sus canciones, solo me gustaba cómo tocaba”. Medrano desde muy joven tuvo una conexión especifica con los cantautores latinoamericanos y, aunque tuvo grandes influencias del rock en español, su inspiración vino más de la trova, el pop, las baladas y la salsa.

Medrano empezó con la guitarra estando en la secundaria como una diversión entre sus amigos. “Yo no tenía mucha idea de nada, ni del amor, nunca me había enamorado en mi vida.” Sin embargo, su afición por el instrumento se convirtió en su primera herramienta. “Yo me la rebuscaba en el colegio vendiendo gomitas, haciendo las tareas de mis amigos, o vendiendo maricadas los fines de semana en el mercado de las pulgas”. Manuel solía poner cosas viejas de su casa, juguetes, disfraces, vinilos, en un sabana blanca cada domingo. Cuando cumplió 18 años, pudo trabajar legalmente cantando en bares de Bogotá cuatro noches por semana.


“Desde muy pequeño también supe que quería ser songwriter, pero llevándolo como a otro lugar. No quería ser el de la guitarra en nylon y letras retóricas; tampoco ser encasillado como un baladista”.


En las tardes empezó a trabajar en una tienda de instrumentos donde pudo especializarse en la técnica de la guitarra mientras les hacía mantenimiento. “Todas las noches, desde las 12 de la noche, cuando llegaba a casa, hasta las seis de la mañana, escribía canciones”. Aunque Manuel siempre quiso estudiar en la universidad, su familia no tuvo los recursos suficientes: “La música siempre fue muy generosa conmigo, yo me puse a trabajar, pero la plata no alcanzaba. Renuncié a la idea de la universidad y me enfoqué en hacer canciones. La necesidad se convirtió de alguna manera en el combustible de este sueño, porque muchas veces eso es lo que uno necesita para seguir intentándolo.”

Medrano creció en un barrio popular al sur de Bogotá en medio de constantes dificultades económicas. “Yo era el más pobre de todos mis amigos”. Pero, además, tuvo que lidiar desde muy niño con la separación de sus padres. “A mi mamá le tocaba muy duro. Mi hermano mayor terminó de estudiar y se puso a trabajar como mesero para que nosotros saliéramos adelante, para que yo pudiera ir al colegio, para que hubiera una casa, para que hubiera alimento. Y eso es muy inspirador. Tener este privilegio de vivir, independientemente del contexto y las dificultades”. Sentado en el césped del parque Micaela Bastidas, Manuel, en medio de su vulnerabilidad, reafirma sus convicciones con recuerdos profundos. “Yo estaba dispuesto a todo, pero tenía claro que jamás me iba a subir a cantar en un bus. Aun cuando era una de las posibilidades”.

Y aunque las condiciones siempre fueron hostiles, afirma que nunca tuvo una mala vida. “Hubo días en que no sabíamos cómo se iba a pagar el alquiler, cómo íbamos a comer mañana. Pero yo fui un niño muy feliz toda mi vida”. Usó las dificultades como fortalezas.

PONCHO DE @MAZMANUELAALVAREZ, CAMISETA SIN MANGAS Y PANTALÓN HM, BOTAS YSL.

“Mira, yo llevo en esto desde los 13 años hasta hoy, casi 20 años, buscando un sueño que se ha ido cumpliendo paulatinamente y ha nacido alrededor de eso, no es inteligencia, no es billete, es comprensión. Es hacer una pausa, respirar, entender dónde estás, y entender para dónde quieres ir. Desde la nada, la música me fue mostrando el camino. Muchas veces el sueño de la música es efímero. ‘Yo quiero ser un rockstar’, y ya, a un clic. Pero, al final del día, cuando uno está ejerciendo una carrera artística musical, se da cuenta de que ese tema es para toda la vida. Es muchísimo trabajo”.

Mientras que el circuito de bares cogía fuerza en Bogotá, cientos de artistas colombianos buscaban, sin mayor suerte, una oportunidad para ser escuchados por la escasa presencia discográfica en el país. “Siempre supe que no quería grabar música para que quedara archivada. Y durante esos cinco o seis años pasaron muchas cosas, amigos que decían que me harían famoso, pero me cobraban una millonada por manejarme”. Manuel no sería ajeno a la jauría de managers latinos que pedían porcentaje y mensualidad en efectivo, y que, además, buscaban aparecer en los créditos de la música sin escribir ni una palabra. A finales de 2014, Medrano llevaba al menos tres años compartiendo escenario en el mismo bar con Juan Pablo Vega. “Él siempre tuvo la disposición de producir conmigo, entonces yo le dije, ‘Venga, produzcamos esta canción’”. Se refiere a ‘Afuera del planeta’, que había escrito en 2013. Si embargo, ‘Bajo el agua’ se volvería viral en YouTube luego de ser grabada para un casting, y empezó a sonar en todas las emisoras del país, cuando Manuel ni siquiera había entrado a un estudio de grabación por primera vez.

“‘Afuera del planeta’ la produjimos literalmente en la casa de la mamá de Juan Pablo”, recuerda mientras almorzamos. La popularidad de ‘Bajo el agua’ llamó la atención de los A&R, e inmediatamente recibió dos ofertas de contratos discográficos; Warner Music México por un lado y Sony Music Colombia por el otro. “Cuando ‘Afuera del planeta’ ya estaba sonando por todo el país, decidí firmar con Warner México”. Su álbum debutó dentro del Top 50, y estuvo allí durante varias semanas; Spotify recién había llegado a Colombia.

“Parce, nosotros tuvimos esa ventanita donde le dimos esa patada a ese balón y pasó por ahí”, refiriéndose a que, en ese momento, serían quizás la última generación de songwriters colombianos que hicieran pop de esa forma, porque de ahí en adelante el sonido urbano se convirtió en tendencia e impactó el sonido del pop latino para lo que vendría en la siguiente década. “‘Haga perreo que eso es lo que pega’, me decía todo el mundo. Y yo creo que a mucha gente aún hoy en día le echan ese cuento, ¿no? Eso dañó muchas cabezas”, asegura.

“Desde muy pequeño también supe que quería ser songwriter, pero llevándolo como a otro lugar. No quería ser el de la guitarra en nylon y letras retóricas; tampoco ser encasillado como un baladista; yo soy un songwriter más rockero, y una mezcla entre metáfora con poesía”.


“Yo creo que lo primero es perder el miedo al fracaso. Es la primera decisión que tomas cuando vas a hacer un proyecto musical diferente. A mí me gusta tanto lo que hago, que no le tengo miedo a ese fracaso, porque amo lo que hago en vivo, lo que hago en el estudio, amo escribir, la guitarra, la música”.


Medrano puede parecer un galán rompecorazones, sin embargo, desde que pasaba noches enteras en su habitación escribiendo canciones, la narrativa en torno al romanticismo —a veces casi erótico— predominó en sus historias. “Todas mis canciones se las he escrito a mis novias. Podría sonar que he tenido muchas, ¿no?, pero más bien siento que, a las pocas que he tenido, les he escrito muchas canciones”, confiesa. “Por ejemplo, casi todo mi primer álbum se lo escribí a mi primer amor, esa persona es ‘Afuera del planeta’, ‘Cómo hacer para olvidarte’, ‘Quédate’, ‘La mujer que bota fuego’”. ¿Ella lo sabe? “Ella lo sabe, sí, claro,”. Inmediatamente empieza a recordar cada momento de la relación y la forma en que eso produjo una decena de canciones. “A ella le escribí ‘La distancia’, que habla de esa promesa que nos hicimos: ‘Ojalá que nunca se te olvide / A dónde quedamos de encontrarnos allá / En el futuro donde nadie conoce, allá’”.

A todo lugar donde entra Medrano se toma el tiempo de saludar a cada una de las personas. Es un hombre con buenos modales. Por otra parte, no estoy seguro de qué lo hace sentirse irresistible, si su potente carisma y seguridad en sí mismo o su fama; sin embargo, es coqueto por naturaleza, un romántico genuino. “La gente se conecta cuando son historias genuinas de amor, se han identificado conmigo porque todos la hemos embarrado y queremos pedir perdón. Siento que eso realmente ha sido clave en la historia de la humanidad, aprender a ser amantes, más románticos y a trabajar por relaciones duraderas”.

CHAQUETA ALICIA ADORADA, CAMISETA SIN MANGAS HM, MEDIAS PANTALÓN DE
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En 2021, después de la pandemia, Medrano lanzó su segundo álbum, Eterno, donde tiene colaboraciones con Nile Rodgers y Juan Pablo Vega, y aunque no tuvo un éxito inmediato, luego de un año despegó gracias, en gran parte, al bolero ‘La distancia’, que sigue siendo su canción más escuchada en plataformas. “Nos vimos con JuanPa en un estudio en La Calera, en las montañas, y terminamos haciendo la mitad del disco”. La otra mitad se grabó en el Desierto de los Leones en Ciudad de México. “Eterno nació en una época muy oscura. Nace en 2021, un momento donde nos estamos reestructurando como sociedad. Viene de un concepto muy especial que habla de la eternidad. A mí me encantan las palabras poderosas. Nosotros somos polvo de estrellas, entonces también viene mucho con ese concepto del espacio, Yo, no solo como un artista, sino como una figura de acción”.

Medrano está en su camerino minutos antes de dar un concierto en la ciudad de Buenos Aires, conversamos sobre su setlist y un deseo incontrolable de siempre sorprender, algo que lo motiva noche tras noche en sus conciertos. Viste de traje, botas y gafas oscuras. Generalmente siempre es la persona más alta del salón, y esta no es la excepción. Sus conciertos siempre son un repaso de su catalogo, pero también un ejercicio de reencontrase con sus propias historias. “Yo soy un amante de la vida. La mayoría de las canciones están inspiradas en mis amores, todo lo pongo sobre la mesa. Se trata de historias —a veces cómicas o emocionales, otras veces profundas— que también te lleven a otros lugares, porque cuando yo era niño eso era lo que sentía con la música. Frases que te ericen la piel”.

CHAQUETA Y PANTALÓN ANDREA LANDA, CAMISETA SIN MANGAS HM, BOTAS YSL.

Se dirige rápidamente hacia un salón del venue, allí lo esperan mas de 100 personas de su club de fans en Argentina, y aunque pensé que solo alzaría la mano para saludarlas, el prefiere saludar y tomarse una foto con cada una. Eventualmente tiene pequeñas conversaciones, algunos le confiesan que vienen desde muy lejos de la capital solo para verlo. Alguien le recuerda todas las canciones que le ha dedicado a su pareja. Otros solo quieren abrazarlo y entregarle un regalo. Manuel me mira directo a los ojos mostrándome lo feliz que lo hace el amor de la gente. “Esta es mi vida, Diego”.

En Perfecto, su más reciente álbum, hay esencialmente un discurso de diversidad sonora en el que repasa exitosamente una gran variedad de géneros y de ritmos. Representó un desafío no quedarse en su zona de confort, y se atreve a experimentar en la balada, llevándola hacia diferentes lugares y atmósferas. Varias de las temáticas de las letras tienen un hilo conductor y una narrativa en sí misma de su momento actual, su vida artística y personal, pero lo más destacable es esencialmente la exploración en ritmos como el funk, el jazz, el rock. Se siente un disco para disfrutar en vivo. Cuando uno escucha Perfecto se imagina la banda llevando todo hacía un sonido muy potente. Es un disco valiente que hizo de sus riesgos las bases de su propio éxito. Mayor apuesta, mayor recompensa.

“Yo creo que lo primero es perder el miedo al fracaso. Es la primera decisión que tomas cuando vas a hacer un proyecto musical diferente. A mí me gusta tanto lo que hago, que no le tengo miedo a ese fracaso, porque amo lo que hago en vivo, lo que hago en el estudio, amo escribir, la guitarra, la música, la historia de la música, amo lo que quiero que mi música produzca en la gente por el resto de la vida”, dice. “Tengo una certeza desde adentro y una fe ciega de que estoy haciendo algo importante con mi vida, ya el éxito que llegue a tener el producto es una vaina muy relativa. Para mí hay muchos artistas que son muy exitosos, pero no llenan una arena”.


“Puedes tener el manager más duro, pero si tú no sabes para dónde vas, el manager no va a hacer nada por ti”.


“Imaginación y creatividad”, dice Medrano mientras que hace algunos ejercicios vocales antes de subir al escenario. “Eso es lo que representan mis dos primeros discos”. ¿Y Perfecto? “Experiencia”, afirma con certeza. “Aunque también es un tema de amor propio”. Manuel profundiza en las miradas menos optimistas sobre la vida. “El Internet ha generado mucha presión en la gente. Si no tienes una vida en un yate y con una mansión, no eres nadie. Es un mensaje supererrado y la gente tiene que volver a creer que la vida es valiosa por sí misma”, señala.

“Abrí una cuenta de Dropbox porque era demasiada información”. Perfecto fue grabado en diferentes ciudades y con varios equipos de trabajo. Miami, Los Ángeles, México, Bogotá, Nueva York. Sonoramente representó desafíos importantes y el fracaso era una de las opciones. Medrano no estuvo seguro del sonido hasta compilar todo el material. “Es más fácil que un álbum nunca se publique. Eso hubiera podido pasar con Perfecto si no hubiera existido coherencia en la grabación”. Un proceso que tomó más de dos años de producción, y posteriormente fue mezclado por Josh Gudwing. “En ‘Mar’, que es un vallenato, yo mandándole emails a Josh: ‘Súbele a la guacharaca’. Y él: ‘What’s that?’”. [Risas]

Es medianoche, Medrano parece que busca compensar su cansancio siendo el centro de atención de un grupo reducido de personas, en un penthouse a las afueras de la ciudad. “Yo creo que algún día quiero tener una agencia de management y desarrollar carreras. Me causa mucha fascinación”, dice. Pero la realidad es que él tiene el carisma de una superestrella, y carece de la arrogancia ejecutiva y el espíritu calculador. “Al final del día, nadie sabe para dónde quieres ir más que tú, ni cómo hacerlo más que tú”, agrega.

CAMISA YSL, PANTALÓN HM.

“Puedes tener el manager más duro, pero si tú no sabes para dónde vas, el manager no va a hacer nada por ti”. Luego de una década desarrollando su propia empresa, se encuentra mucho más decidido a encargarse de todos sus asuntos artísticos y administrativos. “En el pasado había vainas que aparecían firmadas sin mi autorización”, recuerda. “Esos managers que quieren aparecer en los créditos de Spotify son muy chistosos”, dice en medio de una carcajada.

Aunque Medrano sostiene una temporada exitosa, no es ajeno a las críticas, pero tampoco es de su interés agradarle a todo el mundo. “Yo soy una persona fuerte. Me criaron con unas bases muy sólidas en mi casa, y yo puedo decirle a un periodista en su cara cuando hace mal su trabajo”. Lo dejo seguir adelante porque parece estar seguro de lo que habla, porque sé que tiene una excelente relación con la prensa en todo el continente y vive comprometido con hacer promoción mediática en cada país que visita.

“Yo soy muy del aquí y el ahora, prefiero no contar mis sueños”. Le gusta recordar el poder de las palabras. “Consciencia y gratitud. Cuando empecé a despertar mi consciencia y a darme cuenta de la realidad desde la vida y del privilegio de vivir, hice un switch. Cada vez que me siento agobiado, cansado o estresado más de la cuenta por algo, no me quejo, sino que agradezco. La vida cada vez me va entregando cosas maravillosas. Principalmente la energía para asumir todas las responsabilidades que cada vez se vuelven más grandes”, dice, antes de agregar: “El único consejo que doy es que nunca se va a volver más fácil. Desde el agradecimiento veo la vida tan bonita que tengo, poder llevar mi música a otros lugares. Esas dos palabras me sacan de esos espacios que a veces se ponen oscuros”.

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Hablar del futuro con Manuel Medrano es sencillo, todo hace parte de un plan estratégico que se trazó hace más de 15 años. “Ya estoy escribiendo, ya sé cuántos álbumes tengo que entregar los siguientes años, ya sé en qué momento los tengo que escribir, cuándo los tengo que grabar, cuándo empieza la gira del próximo año”, asegura. “Cuando era muy joven decía: ‘No me alcanza el tiempo para nada’, y luego cambié el switch, y me tiene que alcanzar el tiempo para todo. Hoy en día, yo voy a la gira, veo a la familia, tengo tiempo para mí, voy al estudio, tengo tiempo para crear, componer, hacer deporte, para lo que quiera. A la gente no le gusta no tener tiempo, a mí ahora me gusta no tener tiempo, pero tengo tiempo para todo”.

Para esta historia, Medrano habló con suma franqueza sobre sus orígenes, incluido los años difíciles en Bogotá, mientras tocaba las puertas de todos los bares de la ciudad sin saber que, 15 años después, representaría el sonido del cantautor latinoamericano y dignificaría el arte de escribir canciones. Su conexión con Bogotá lo convierte en el heredero legitimo de grandes artistas como Fonseca y Andrés Cepeda; su sonido diverso evoca el carácter de Lenny Kravitz y el virtuosismo romántico de John Mayer. Todo eso lo proyecta hacia un futuro en el que el arte sigue siendo protagonista y, sin sucumbir a las tendencias, continuará definiendo el sonido del pop latino. “Hay que abrir los ojos, hay que abrir los oídos y hay que abrir el corazón”.


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