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Karla Souza y Luis Gerardo Méndez proyectan sus voces al futuro

Tecnosostenibilidad: dos talentosos actores nos hablan de su nueva comedia y de su preocupación por el medio ambiente.

Fotografías por Ricardo Ramos @ricardoramosphoto

septiembre 17, 2024

Technoboys: el reencuentro que nadie pidió

La nostalgia de los años 90 regresa con fuerza en Technoboys, una comedia que se estrenará durante la primera mitad de septiembre. Dirigida por Gerardo Gatica y Luis Gerardo Méndez, la película es una mezcla explosiva de humor, crítica social y el inconfundible toque de las boybands que marcaron a toda una generación. La historia sigue a una banda que alguna vez dominó el mercado musical de México y que ahora lucha por adaptarse a un mundo completamente diferente.

Veinte años después de alcanzar la cima de la fama, los Technoboys intentan reclamar su lugar en el despiadado mundo del pop actual. Pero no será fácil: enfrentan la amenaza de la cancelación, la competencia con sus antiguos rivales dedicados al techno merengue, y las complicadas intenciones de su vocalista líder Alan, cuyo verdadero objetivo es reconquistar a su antiguo amor, la reina del pop latino, Melena.

Además de Luis Gerardo Méndez, Technoboys marca el regreso de Karla Souza a las comedias mexicanas, tras varios años de carrera en Hollywood. Souza ha destacado que su personaje, Melena, no es solo un interés romántico. Al contrario, a través de ella, la película aborda temas profundos, como la apropiación cultural y las complejidades de la identidad en el entretenimiento.

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Para Luis Gerardo Méndez, Technoboys no es solo una parodia de las boybands de los 90, sino también una crítica mordaz a la hipocresía de los discursos actuales. A través del humor, la película reflexiona sobre la corrección política, el miedo a ser cancelado y la evolución de la comedia en un mundo cada vez más sensible. Méndez, quien también fue locutor de radio en sus inicios, aporta su conocimiento del mundo del pop a una historia que, como él mismo señala, no deja títere con cabeza.

Tanto Souza como Méndez destacan la importancia de encontrar un balance en la comedia, moviéndose en la delgada línea entre lo hilarante y lo políticamente incorrecto. Technoboys busca retomar esa chispa irreverente que ha sido limitada en la comedia reciente, con personajes que enfrentan sus propios prejuicios e ignorancia.

Esta cinta se perfila como una producción que no solo hará reír, sino que también invitará a la reflexión sobre los tiempos actuales. Entre la nostalgia y la crítica social, la película promete ser una de las comedias hispanoamericanas más divertidas del año.


Karla Souza: pasado, presente y futuro

La actriz mexicana habla sobre su formación actoral, su trayectoria y su responsabilidad con el mundo que nos rodea

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A lo largo de su carrera, Karla Souza ha demostrado ser una actriz con un profundo sentido de propósito. Su habilidad para interpretar personajes complejos y su compromiso con temas sociales relevantes la han convertido en un modelo a seguir tanto dentro como fuera de la pantalla. ☆ Desde una edad temprana, mostró un fuerte interés por la actuación, lo que la llevó a formarse en prestigiosas instituciones en Inglaterra y Rusia. Sin embargo, el éxito de Karla en el mundo del entretenimiento comenzó en su México natal, donde participó en varias telenovelas y películas que la catapultaron al estrellato. Una de sus apariciones más notables en el cine fue en la película Nosotros, los Nobles (2013), donde interpretó a Bárbara Noble, papel que le ganó un amplio reconocimiento. Esta comedia fue un éxito rotundo en taquilla y se convirtió en un clásico moderno del cine mexicano.

Posteriormente, Karla dio un paso importante en su carrera al trasladarse a Hollywood. Su gran oportunidad llegó con la serie How to Get Away with Murder (2014-2020), donde interpretó a Laurel Castillo, un papel que le dio proyección internacional y consolidó su posición como una de las actrices latinoamericanas más destacadas en Estados Unidos. Su trabajo en esta serie fue aclamado por la crítica y le permitió participar en otras producciones de renombre.

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Karla es conocida por mantener su vida personal relativamente privada, aunque ha compartido detalles sobre su matrimonio con Marshall Trenkmann y la llegada de sus hijos. Además de su papel como madre, ha mostrado su interés en causas sociales y ambientales, equilibrando su carrera en el entretenimiento con su compromiso hacia un impacto positivo en la sociedad. Para ella, ser artista conlleva una gran responsabilidad social, y utiliza su plataforma para promover mensajes que contribuyan a un mundo más sustentable. A través de sus colaboraciones con marcas como Volvo, que se destacan por su enfoque en la producción de vehículos eléctricos e híbridos, Karla ha sido una voz activa en la promoción de prácticas responsables y sostenibles.

Karla, hablemos primero del pasado. Recuerdo haber visto en VHS una cinta llamada Aspen Extreme con Peter Berg. Tengo entendido que esa fue tu primera aparición en el cine. Cuéntame sobre esa primera experiencia como actriz.

Mi primera experiencia en el cine fue un poco inesperada y emocionante. En ese entonces, vivía en Aspen y estaba estudiando en el colegio local. Se estaba realizando una audición para la película; mi hermana mayor se enteró de la audición y decidió presentarse, así que yo la acompañé. Lo curioso es que me aprendí todas las líneas de la audición, no porque esperara algo, simplemente quería estar preparada para ayudarla en lo que necesitara. Cuando llegamos al lugar de la audición, el director me vio y, al parecer, algo llamó su atención. Me preguntó si quería audicionar, y, aunque al principio estaba un poco sorprendida, acepté sin pensarlo dos veces. Me sentía completamente preparada, así que hice la audición, y para mi sorpresa, obtuve el papel en la película.


“Ser actriz no es solo un trabajo, sino una vocación que requiere entrega total”.


Lo más sorprendente fue que no solo yo fui seleccionada, sino que también mis hermanos consiguieron roles. Esto generó cierto descontento entre algunos, ya que tres niños mexicanos habíamos logrado obtener un lugar en el casting de una cinta estadounidense. Sin embargo, esa experiencia marcó el comienzo de mi camino en la actuación, y me enseñó mucho sobre estar preparada para cualquier oportunidad que se presente.

Esa experiencia me marcó profundamente, y creo que fue importante porque muchas personas tienen una idea lejana y mágica del cine y la televisión. Pero, al estar detrás de bambalinas, te das cuenta de que no todo es tan glamoroso como parece. Recuerdo que, como niña, me aburría muchísimo tener que esperar entre tomas y repetir escenas una y otra vez. Solo quería que todo terminara para poder irme a esquiar y divertirme. Sin embargo, ese fue mi primer contacto con el mundo del cine y una lección temprana sobre la paciencia y el trabajo detrás de las cámaras.

Estudiaste actuación en Londres y Rusia, ¿cuáles fueron las lecciones más significativas que te quedaron como actriz en formación?

Sí, es cierto que estudié actuación en Londres y en Rusia, y esas experiencias fueron fundamentales en mi formación como actriz. Mi papá, que era zapatero de profesión, tuvo un papel muy importante en mi decisión de tomar en serio la actuación. Él me hizo esperar hasta que cumpliera 18 años para que pudiera retomar mi carrera. Luego, me dijo algo que siempre recordaré: “Hay dos caminos en la actuación; uno es el de convertirse en una estrella efímera, obtener popularidad por uno o dos años y luego quedar en el olvido; el otro es tener una carrera longeva y profesional”. Él me hizo entender que, si quería optar por el segundo camino, lo mejor era comenzar mi formación en la cuna del teatro y de Shakespeare.

Estudiar en Londres fue una experiencia increíble. Mis profesores y compañeros estaban a un nivel muy alto, no solo en cuanto al dominio de la teoría de la actuación, sino también en su conocimiento de las grandes obras del teatro universal. Fue un ambiente que me exigía constantemente mejorar y me mostró la seriedad y la dedicación necesarias para ser una actriz profesional.

Luego, tuve la oportunidad de continuar mis estudios en Rusia, y fue ahí donde realmente comprendí la profundidad del arte de la actuación. Si bien en Inglaterra el nivel era altísimo, en Rusia lo era aún más. Tuve el privilegio de aprender de un profesor que había sido alumno de Konstantín Stanislavski, una de las figuras más influyentes en el teatro. En Rusia, me di cuenta de que los rusos aman el arte de verdad. No lo ven como un medio para obtener fama o fortuna, sino como un camino noble y respetable para sobrevivir.

Estas dos experiencias me enseñaron lecciones muy valiosas. En primer lugar, la humildad: entender que siempre hay más por aprender y que el camino del actor es uno de constante crecimiento y evolución. Y, en segundo lugar, la importancia y la complejidad de formarse verdaderamente como un actor profesional, un compromiso que va mucho más allá de la superficialidad de la fama. Aprendí a valorar el proceso y a entender que ser actriz no es solo un trabajo, sino una vocación que requiere entrega total.

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Nosotros, los Nobles, No se aceptan devoluciones y ¿Qué culpa tiene el niño? te llevan al maravilloso mundo de la comedia. ¿Cómo percibes hoy este género? ¿Nos estamos volviendo muy serios?

No lo había pensado antes, pero tienes razón. Parece que hay muchas menos comedias en producción en el cine y la televisión en comparación con los dramas. Tengo una hipótesis sobre esto: el drama es mucho más universal que la comedia. Lo que puede ser muy gracioso para un japonés, puede no serlo para nada para un mexicano, y viceversa. Esas diferencias culturales y de idiosincrasia pueden ser una de las causas de esta tendencia.

Por ejemplo, cuando participé en How To Get Away With Murder, que es un drama, la serie se vendió en más de 100 países. Sin embargo, Home Economics, que también protagonizo, y es una comedia, solo fue vendida a 20 países. Esto evidencia lo complicado que es hacer comedia, especialmente si se busca llegar a un público global.

Hacer reír es un arte, y más aún si se quiere que esa risa resuene en diferentes culturas y contextos. Por eso, aunque la comedia es maravillosa y tiene un lugar muy especial en mi corazón, reconozco que es un género desafiante, uno que muy pocas producciones han logrado dominar a nivel global. Puede que por eso mismo hoy en día veamos menos comedias, porque en un mundo tan interconectado, crear contenido que logre conectar con todos es un reto enorme.

Me parece que La caída es una de las mejores cintas sobre natación de todos los tiempos, y aborda el lado oscuro de este deporte olímpico. Asimismo, la miniserie El presidente nos habla sobre la corrupción en el fútbol. Quisiera saber lo que estas producciones significaron para ti a nivel personal y profesional.

Te agradezco mucho por tus palabras. La caída y El presidente son dos producciones que realmente marcaron un antes y un después en mi carrera. Me siento muy orgullosa de ambas, no solo por lo que significaron para mi desarrollo como actriz, sino también por los mensajes tan poderosos que comunican. Con La caída, tuvimos la oportunidad de explorar el lado oscuro de un deporte tan exigente como la natación, algo que no se había hecho antes de manera tan profunda.


“Me parece esencial que todos, desde nuestra trinchera, hagamos lo que podamos para contribuir a un mundo más sustentable e inclusivo”.


Es una película que muestra no solo los triunfos y las glorias, sino también las presiones y las sombras que pueden acompañar a los atletas. El presidente, por otro lado, expone la corrupción en el fútbol, un tema que resuena no solo en México sino en todo el mundo. Ambas producciones tienen que ver, no solo por mi gran amor por el deporte, algo que hace parte integral de mi vida, sino que me hicieron caer en cuenta que hay un terreno muy fértil y aún poco explorado en el cine y la televisión en México, que es el mundo del deporte. Creo firmemente que este ámbito debería ser abordado desde diferentes ángulos, no solo los éxitos y las victorias, que son sin duda inspiradores, sino también las derrotas, las controversias y los aspectos menos gloriosos.

Tal como lo hicimos en La caída y El presidente, es posible contar historias que no solo entretengan, sino que también inviten a la reflexión y abran diálogos necesarios sobre temas complejos. Estas experiencias han reafirmado mi deseo de seguir participando en proyectos que desafíen las narrativas convencionales y que ofrezcan una mirada más completa y honesta sobre el mundo del deporte, y quién sabe, tal vez pronto veamos más producciones que aborden estos temas en México.

Ahora hablemos sobre el futuro. ¿Cómo comenzó tu interés por el medio ambiente y la sostenibilidad?

Como artista, siempre he tratado de tener una perspectiva sustentable, ya que siento una gran responsabilidad por el impacto que tengo en la sociedad. No solo a través de mi trabajo, sino también con las acciones concretas que realizo en mi vida diaria. Es importante para mí ser consciente de cómo mis decisiones afectan al medio ambiente y la comunidad.

En las producciones en México, por ejemplo, ya existe un término llamado “producciones verdes”. Estas son producciones que realmente se preocupan por el medio ambiente, implementando prácticas sostenibles en cada etapa de su realización. Me parece esencial que todos, desde nuestra trinchera, hagamos lo que podamos para contribuir a un mundo más sustentable e inclusivo. Cada pequeño esfuerzo cuenta y, a través de estas acciones, podemos lograr un impacto positivo.

¿Cómo se refleja ese interés en tu relación con Volvo y sus carros eléctricos e híbridos?

Volvo es una marca que, desde el momento en que los automóviles empezaron a tener versiones eléctricas, se posicionó como uno de los pioneros en términos de diseño, lujo y, por supuesto, sustentabilidad. Antes de tener un acercamiento con la marca, tuve la oportunidad de probar el Volvo XC90, y me sorprendió la potencia que tenía para ser un coche eléctrico, además de su lujo tanto por dentro como por fuera. Su diseño es muy original, y se distingue de los demás autos en el mercado.

Para esta sesión, Karla lució relojes de Omega, marca de la cual es embajadora.

Cuando mi equipo y yo comenzamos a trabajar con Volvo, descubrimos que compartimos muchos valores, especialmente en términos de sustentabilidad y responsabilidad social. De hecho, recientemente hicimos un cineminuto muy divertido que aún no ha salido, donde combinamos mi pasión por el cine y la interpretación con el auto. Volvo ha sido excelente en conectar con la persona detrás de la colaboración, no solo viéndonos como simples embajadores, sino integrando nuestra personalidad y lo que aportamos a la campaña.

Eso es lo que hace que estas colaboraciones sean tan exitosas y auténticas. No se trata solo de usar un coche en la publicidad, sino de reflejar quiénes somos y la conexión que tenemos con la gente. Esto crea campañas muy potentes y positivas. Además, es divertido ver cómo Luis Gerardo Méndez y yo hemos trabajado juntos en tantas campañas. Afortunadamente, nos llevamos muy bien, lo cual hace que todo sea más fácil y agradable para todos los involucrados.

¿Por qué es importante que los artistas aborden estos temas ambientales?

Pues mira, lo he vivido recientemente en otros ámbitos, como el deporte. Cuando me preguntaban por qué estoy apoyando a deportistas o por qué fui a París, la respuesta es simple: tenemos una plataforma privilegiada. En esta carrera de ser artista tenemos una voz que llega a mucha gente, un amplificador muy grande. Si no utilizamos esa plataforma de manera responsable, para compartir mensajes que ayuden a mejorar el mundo, a ser mejores personas, a reírnos, a fortalecer la comunidad o a reconectarnos con nuestra cultura, entonces no sé de qué sirve tenerla. Para mí, esa es la razón de ser de esta plataforma: llevar un mensaje que vaya más allá de uno mismo y de la fama. Entiendo que hay actores que no lo hacen por diferentes motivos, pero, personalmente, me da mucha satisfacción saber que mi trabajo tiene un impacto social. Y espero que lo siga teniendo a lo largo de mi carrera.  


Luis Gerardo Méndez: un artista curioso y comprometido

Una conversación en torno a la extensa carrera del actor mexicano, su experiencia teatral, la comedia, y su compromiso con las causas sociopolíticas y ambientales

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Luis Gerardo Méndez es uno de los actores mexicanos más reconocidos de su generación. Comenzó su carrera en el teatro, participando en diversas obras que le permitieron desarrollar su talento interpretativo. Sin embargo, fue en la televisión donde comenzó a ganar notoriedad con proyectos como XY. La revista (2009) y Capadocia (2010). Su gran salto a la fama llegó en 2013 con la comedia Nosotros, los Nobles (2013), donde trabajó junto a Karla Souza. En ella, Méndez interpretó a Javi Noble, un joven millonario cuya vida da un giro drástico cuando su padre decide enseñarles a él y a sus hermanos el valor del trabajo. El éxito de esta película consolidó su estatus como uno de los actores más populares y queridos del país. ☆ Además de Nosotros, los Nobles, Luis Gerardo Méndez ha participado en numerosas películas, entre ellas Cantinflas (2014), Bayoneta (2018) y Tiempo compartido (2018).

En 2015, hizo parte del elenco de la serie Club de cuervos, en donde interpretó a Salvador Iglesias Jr., un personaje que se ha convertido en uno de los más recordados de su carrera. En 2021, participó en la serie Narcos: México encarnando a Víctor Tapia, un policía conflictuado que se involucra en la investigación de los feminicidios en Ciudad Juárez.

Sin embargo, su talento no se ha limitado al mercado mexicano. Ha logrado dar el salto a producciones internacionales, apareciendo en la adaptación de Charlie’s Angels (2019) junto a Kristen Stewart, y la película de Netflix Murder Mystery (2019) junto a Adam Sandler y Jennifer Aniston.

Luis Gerardo Méndez continúa consolidándose como una figura prominente en la industria. Entre sus proyectos más recientes se encuentra la comedia Technoboys (2024), donde no solo vuelve a actuar junto a Karla Souza, sino que también es codirector y productor; y Skincare (2024), una cinta de suspenso con Elizabeth Banks, la actriz y directora de Charlie’s Angels (2019).

A pesar de su fama, Luis Gerardo Méndez ha mantenido un perfil relativamente bajo en cuanto a su vida personal. Es un firme defensor de diversas causas sociales y ha utilizado su plataforma para apoyar temas como los derechos de la comunidad LGBTQ+ y la protección del medio ambiente.

Recuerdo haberte visto por primera vez junto a Manolo Cardona en la telenovela Ladrón de corazones. ¿Podrías contarnos sobre tu primera experiencia profesional como actor y tus inicios?

Sí, Ladrón de corazones fue mi primera experiencia en un set de televisión. Tenía un personaje con alrededor de cinco escenas en toda la telenovela. Acababa de salir de la escuela de actuación, Casa Azul, que es una escuela de teatro en la Ciudad de México a la que le tengo mucho cariño. Fue uno de mis primeros proyectos y, además de la televisión, también empecé haciendo teatro independiente. Siempre me he considerado un actor formado en el teatro, lo cual fue lo que más hice en los primeros 15 años de mi carrera. Más tarde, comencé a involucrarme en proyectos más grandes.

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Eres un actor que, al igual que Karla Souza, se desenvuelve tanto en el drama como en la comedia. Te recuerdo también por tus apariciones en La Familia P. Luche. ¿Por qué crees que cada vez hay menos comedias en cine y televisión?

No lo sé con certeza, pero creo que se debe a que la comedia es difícil de hacer. Existe el cliché de que es más fácil hacer llorar que hacer reír, y creo que es cierto. Para hacer una buena comedia, necesitas grandes escritores, y en México, los buenos escritores de comedia escasean. Tenemos grandes guionistas en drama, pero escribir comedia es complicado. Además, encontrar un buen guion de comedia es difícil, y eso hace que producir la película también sea más complicado. Por eso nos tomó 11 años a Karla y a mí volver a trabajar juntos después de Nosotros, los Nobles.

Al igual que Karla, has logrado trabajar tanto en Latinoamérica como en Hollywood. ¿Cómo ha sido esa experiencia de trabajar con actores como Adam Sandler, Kevin Hart o Kristen Stewart?

Ha sido muy surrealista y bonito. Siempre he sido un artista curioso, y trabajar en Estados Unidos no era un fin en sí mismo, sino una forma de entender cómo se hacen esas grandes producciones con grandes presupuestos. Lo revelador ha sido darme cuenta de que, al final del día, el oficio es el mismo. Las herramientas que tengo como actor son iguales a las de estos grandes actores, aunque las circunstancias sean diferentes. Ha sido muy gratificante trabajar con actores que crecí viendo en la pantalla y descubrir que, a nivel de oficio, somos iguales.

Como actor de doblaje has tenido experiencias únicas. ¿Qué aprendizajes te ha dado este trabajo?

Para mí, el doblaje ha sido como una afición, algo muy divertido. Son películas que hago por mis primos, ¿sabes? Tengo una familia grande, del lado de mi mamá tengo 50 primos, ya que mi mamá tiene dos hermanos y hermanas. Yo soy el mayor de todos ellos. Durante muchos años hice películas que ninguno de mis primos podía ver, por obvias razones. Entonces, cuando me ofrecieron hacer doblaje en películas animadas como Home o Cigüeñas, me pareció que era una oportunidad de hacer películas que pudiera ir a ver al cine con mis primos. Esto viene de un lugar muy familiar, de la diversión y también de que crecí viendo muchas caricaturas. Supongo que había algo de eso que me emocionaba mucho.


“Creo que en el teatro es donde he encontrado un laboratorio más personal”.


Quisiera preguntarte específicamente por tu papel en la miniserie Belascoarán, porque creo que es uno de tus mejores trabajos y me parece una producción atípica a las que se hace en Latinoamérica.

Sí, es una serie muy bonita y de nicho, que se quedó en un lugar ahí, como escondido, para los conocedores y los fans. Es uno de los trabajos de los que me siento más orgulloso. El cine negro, el noir y los policíacos, son géneros y áreas que no había explorado mucho y que me interesaban mucho. Entonces, la oportunidad de llevar a la pantalla a un personaje tan icónico de la literatura mexicana fue muy emocionante. Además, recrear todo el universo de los años 70 fue muy especial.

Cada vez que me ponía la ropa de Héctor Belascoarán, con las patillas falsas —porque ya ves que no me sale pelo ahí—, la chamarra de cuero y las botas de cuero, me miraba en el espejo en el camerino antes de salir a grabar y veía a mi papá. Mi papá se vestía así cuando yo era niño, o cuando estaba a punto de nacer. Era una locura, como un viaje de nostalgia a ese México que ya no existe, aunque aún queda algo. Fue muy bonito.

Creo que Belascoarán tiene un equipo creativo de primer nivel. Fue una de las grandes apuestas de Netflix hace un par de años para seguir haciendo contenidos atípicos, como bien dices, respecto a lo que generalmente vemos. Y son apuestas muy grandes, porque son proyectos ambiciosos y muy caros. Celebro mucho que se hagan, porque no es una serie de bomberos que se quitan la ropa, que sabes que la gente la va a ver. Es un policial de los 70, cine negro, con episodios de hora y media, tres episodios en total. Es algo muy particular.

Entonces, agradezco mucho que la hayas visto y que hayas conectado con ella, porque sí, es un esfuerzo titánico de toda la gente involucrada.

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¿De cuál papel te sientes más orgulloso?

Muchos de ellos están en el teatro. Creo que en el teatro es donde he encontrado un laboratorio más personal. Me pasa mucho con las obras de teatro. Por ejemplo, cuando hice El curioso incidente del perro a medianoche, una obra de teatro basada en el libro del mismo nombre. El protagonista es un chavito de 15 años que tiene Síndrome de Asperger, y yo lo interpreté cuando tenía 33 años, si no mal recuerdo. Siempre me pasa algo con el teatro, y es el tema de la repetición. Cuando haces una obra de teatro 100 o 200 veces, cada vez profundizas más y llegas más lejos con el personaje. Siempre me pasa que, por ahí en la función 60 o 70, digo: “Así es”. Es decir, después de tantas veces, llegas a la esencia del personaje.

En el cine o en la televisión no tienes esa posibilidad de repetición. Por otro lado, tienes la frescura y la bendición de que no tienes que imaginar nada; todo está ahí. Por ejemplo, cuando haces a Héctor Belascoarán en la calle del centro de la Ciudad de México, ambientada en los 70, con esa ropa y esos detalles, solo tienes que estar presente. Mientras que en el teatro, hay que hacer un ejercicio de imaginación muy grande. Eso es lo especial del teatro, porque llegas a conocer a los personajes a otro nivel.

Pero si tuviera que mencionar algún papel, diría que uno de los trabajos más interesantes y difíciles fue cuando hice Narcos: México. El personaje que interpreté ahí tiene mucho peso. Interpretar a un personaje inspirado en alguien real siempre añade una carga adicional.

En el teatro se esculpe, mientras que en el cine se plasma.

¡Exacto! Es muy interesante y muestra lo gratificante que es el teatro.

El interés por el medio ambiente y la sostenibilidad, ¿cómo y cuándo comenzó?

Cuando te vuelves una figura pública, te vuelves reconocido por la gente. Un día me di cuenta, después de Nosotros, los Nobles, que si yo ponía algo en Twitter, al día siguiente podía ser el encabezado de un periódico. Y eso es muy loco, ¿no? Es alucinante, y nadie te prepara para eso en la escuela de actuación. Además, me pasó a los 30 años, una edad en la que apenas estás empezando a entender realmente quién eres. Es difícil. Al principio, cuando te das cuenta de que tienes ese poder, quieres ponerte todas las banderas y defender todas las causas, porque te das cuenta del poder que tiene tu voz.

Pero, con el tiempo te vas dando cuenta de que, para poder emitir una opinión educada sobre cualquier tema, debes tener mucha información. Entonces, hay que escoger las causas. No se puede ser embajador de todas las causas, porque no tienes tiempo de profundizar en todas. Si quieres defender una causa, tienes que conocerla. Eso me pasó un poco al principio, quería ser embajador de todo. Después pensé: “No, a ver, espérate, estás diciendo puras pendejadas. Concéntrate en algo que realmente te interese, en lo que realmente quieras invertir tu tiempo y ser un altavoz de esa causa”.

Creo que la primera causa que llegó a mí fue el tema de los refugiados. Empecé a trabajar con personas refugiadas hace muchos años con un proyecto que se llamaba Habesha. Lo que hacíamos era traer estudiantes sirios que lo habían perdido todo durante la guerra, y los traíamos a México a terminar sus estudios universitarios con becas en distintas universidades. Nosotros pagábamos la manutención para que ellos después pudieran regresar o no, a reconstruir su país. Ahí conocí a muchas personas refugiadas y eso fue un parteaguas en cómo me involucro con ciertas causas.

Después empecé a trabajar con ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, y creo que esa es la causa a la que más tiempo le dedico, porque es la que mejor conozco y me parece muy relevante, aunque tristemente no es de las más populares. Es un tema importantísimo, particularmente ahora con todo el tema de la guerra y las migraciones derivadas del calentamiento global. Creo que es un tema al que no deberíamos ser ajenos.

El tema de la sustentabilidad también me interesa porque quiero tener hijos. Veo a muchos amigos con hijos y me pregunto, “¿Qué mundo les estamos dejando? Cómo hacemos para que, si nosotros vamos de salida, si mañana nos morimos porque el mundo arde en llamas, bueno, tuvimos una linda vida, ¿no? Pero ¿qué pasa con los niños?”. Eso es algo que, a diferencia de otras causas que hay que conocer a profundidad, creo que todos deberíamos ser embajadores de la sostenibilidad, porque solo tenemos un planeta.

Hay miles de pequeñas microacciones que puedes hacer. Trato de ser muy congruente con las acciones y las causas que apoyo. Manejo un coche eléctrico, tengo dos casas y ambas tienen sistemas de paneles solares. Hago cosas que todos podemos hacer de alguna manera. Trato de comer carne lo menos posible. Me encantaría ser vegano, pero no puedo, así que trato de comer carne lo menos posible y hacer esas pequeñas cosas que nos tocan. Otra vez, trato de ser un altavoz de estas cosas que me parecen importantes.

Luis Gerardo Méndez posa junto al Volvo EX30, un vehículo en línea con sus convicciones.

Pero, la verdad, te diría que me he dado cuenta, con los años, de que la mejor manera en la que puedo ser un altavoz, más allá de ser embajador de tal o cual causa, es a través de mi trabajo. Es donde he visto cambios reales en la gente, y por eso es donde más me interesa invertir mi tiempo, particularmente en la comedia. Creo que con la comedia podemos hacer grandes cambios y plantear grandes preguntas. Por eso sigo con esa curiosidad, y también creo que por eso decidí crear mi productora para empezar a dirigir y contar mis propias historias.

Al final del día, llevo 20 años contando historias de otras personas, que me parecen increíbles y quiero seguir haciéndolo, pero cada vez me gana más la cuestión de querer contar mis propias historias. Historias que me parecen relevantes, y buscar esas historias donde estén estos temas importantes y centrales, y salir a contarlas al mundo a través de lo que mejor sé hacer, que es contar historias.

Finalmente, ¿cómo se refleja tu interés por la sostenibilidad en tu relación con los carros eléctricos e híbridos y tu conexión con la marca Volvo?

Pues un poco con lo que te mencionaba. Trato de escoger bien mis batallas y de que haya un discurso congruente entre quién soy, cómo pienso, cómo vivo, y las marcas con las que me relaciono. Es cada vez más difícil encontrar una marca que haga sentido con la conciencia que tienes o con lo que estás vibrando en este momento. Con Volvo fue un no-brainer absoluto, porque el tema de la electrificación, o esa bandera que ellos tienen, me parece importantísima. Se trata de democratizar la electrificación.

Hace unos años era muy bonito decir que todos deberíamos tener un auto eléctrico, pero la realidad es que no todo el mundo se podía comprar uno. Lo que está haciendo Volvo ahora es traer nuevos modelos que son mucho más asequibles que hace cinco años. Particularmente con este último auto, el EX30, que creo que es el más competitivo y asequible para el mercado. Eso es muy importante.

Y no solo es que el auto sea eléctrico; todos los materiales con los que está hecho, desde los asientos hasta los interiores, son materiales reciclados. No hay piel, lo que también es una gran diferencia. Esto hace que sea más fácil sumarse a ese tipo de causas.


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