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80 años del toro más salvaje de la actuación

Un recorrido por la carrera y la vida de uno de los intérpretes más grandes que ha tenido Hollywood

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

septiembre 20, 2023

Fotografía por Brigitte Lacombe

Sin lugar a dudas, Robert De Niro es uno de los actores más talentosos de la generación posterior a Marlon Brando. De hecho, en numerosas ocasiones, ha sido considerado como su heredero directo. Y es que el actor conjuga las tres cualidades que convirtieron a Brando en un actor excepcional: riesgo, imprevisibilidad y carisma. Sin embargo, a esas tres cualidades se le podría añadir una cuarta, que se podría englobar en el concepto de ferocidad.

El arte de actuar

De Niro es el hijo de dos artistas. Su padre fue un pintor expresionista abstracto de ascendencia irlandesa e italiana, que llevaba su mismo nombre y que se declaró homosexual después de haberse casado con su madre, Virginia Admiral. Ella fue una destacada pintora que, además, era poeta. Aunque De Niro vivió con su madre después del divorcio de la pareja, su padre siempre estuvo cerca de él en su niñez y adolescencia.

“Siempre quise ser actor, desde que tenía diez años. Y a los 16 ya me lo tomé totalmente en serio”, ha dicho De Niro, ya que, a los 10, participó en el montaje teatral de El mago de Oz de su escuela, interpretando al león cobarde, como un recurso autodidacta para vencer su gran timidez, que a menudo se ha confundido con prepotencia y hostilidad.

Entusiasmado desde joven por las artes escénicas, De Niro estudió con Stella Adler y Lee Strasberg, dos de los más destacados maestros de interpretación, herederos de las enseñanzas de Konstantin Stalisnavski y padres de lo que actualmente se considera la Escuela del método, cuyos discípulos más reconocidos han sido, entre otros, Montgomery Cliff, Al Pacino, Warren Beatty, Harvey Keitel y, por supuesto, Marlon Brando.     

ÉRASE UNA VEZ EN AMERICA. © ONCE UPON A TIME IN AMERICA / EMBASSY INTERNATIONAL PICTURES

Sus inicios profesionales en la actuación los llevó a cabo en varias producciones teatrales independientes y pequeñas, pertenecientes al circuito conocido como off-Broadway. Luego aparecería en la película de Marcel Carné Tres habitaciones en Manhattan (1965); en el cortometraje Encuentro (1965), de Norman C. Chaitin; y luego volvería a trabajar con Carné en Los jóvenes lobos (1968).  No deja de ser curioso saber que De Niro inició su carrera como extra y sin créditos, junto a uno de los más grandes directores franceses de todos los tiempos. Sobre sus inicios el actor dijo alguna vez: “No tuve ningún problema con el rechazo, porque cuando vas a una audición, ya eres rechazado. Hay cientos de otros actores. Estás detrás de la bola ocho cuando entras allí… “El rechazo puede doler, pero mi sensación es que, a menudo, tiene muy poco que ver contigo”.

Es por esa misma época cuando De Niro conoce al director Brian De Palma, otro joven de inmenso talento que estaba tratando de arrancar su carrera, y con el que colaboró en la comedia The Wedding Party (1963). La cinta, codirigida por la leyenda del teatro neoyorquino Wilford Leach, en conjunto con sus dos estudiantes (De Palma y Cynthia Munroe), no llegaría a estrenarse sino nueve años después, debido a una disputa legal entre el director y el productor Stanley Borden sobre los derechos de la cinta. La fama que De Niro empezó a obtener off-Broadway, combinada con el estreno de Saludos (1968), su segunda colaboración con De Palma, permitió que The Wedding Party se estrenara en la versión que el director siempre había visionado.

Saludos, una ácida comedia hippy colmada de improvisación acerca de tres jóvenes amigos del Greenwich Village (De Niro interpretaba a Jon Rubin), fue la primera película mainstream en ser clasificada “X” por su sátira explícita y sin concesiones hacia el amor libre, la guerra de Vietnam (el título de la cinta hace referencia a la primera palabra del telegrama de reclutamiento del ejército estadounidense), al cine underground, a las teorías de conspiración y al asesinato de Kennedy.

La cinta, dividida en tres líneas argumentales diferentes, resultó ser todo un fenómeno contracultural en Nueva York, y nos muestra a De Niro como un director de cine que, bajo el pretexto de lo que él llama el “arte de mirar”, se decanta por la pornografía. Quentin Tarantino, quien admira la cinta y trabajó con De Niro en su estupenda Jackie Brown (1997), le preguntó al actor sobre si el “arte de mirar” era, para el personaje de Jon, una verdadera aspiración artística o solo una excusa para filmar a mujeres quitándose la ropa. Ante eso, De Niro se rio y dijo, “¡Es solo una excusa!”.   

WEDDING PARTY. © THE WEDDING PARTY / OUDINE PRODUCTIONS

En su libro Meditaciones de cine, Tarantino incluye a De Palma dentro de un grupo denominado The Movie Brats (a partir del concepto del escritor Michael Pye), para describir a un grupo de jóvenes directores que surgieron a finales de los 60, adictos a la cinefilia (Francis Ford Coppola, George Lucas, John Milius, Martin Scorsese, Steven Spielberg) y que no tenían ningún reparo, como él o De Niro, en alabar las películas más comerciales, al igual que el cine de autor más prestigioso. Sin embargo, Tarantino señala que a diferencia de los otros miembros del “grupo”, De Palma no le rezaba al altar del cine, ya que, para él, este era un medio para alcanzar un fin, el cual consistía en usar las estructuras narrativas y formales para manipular al público, al igual que lo hizo Alfred Hitchcock, el principal referente del director.

Saludos generó una secuela que, en algún momento, se pudo llamar Hijo de saludos, pero que terminó con el nombre de Hola, mamá (1970). La película volvió a reunir a De Niro con los actores Gerrit Graham y Allen Garfield (habituales de De Palma y protagonistas de Saludos), esta vez junto a Jennifer Salt (la actriz de The Wedding Party). En Hola, mamá vemos al Jon de De Niro intentando convertir su “Arte de mirar” en una estrategia comercial junto al productor de porno Joe Banner (Garfield). Aquí, De Palma hace uso de la experimentación de Jean Luc Goddard para hacer reír a la audiencia, pero también incluye una memorable y aterradora escena conocida como “Be Black Baby”, interpretada por tres actores afroestadounidenses pertenecientes al Living Theatre, un grupo de teatro afro radical, en donde una producción off- Broadway montada por ellos, se decanta hacia el terrorismo urbano.     

De la explotación al prestigio

En 1969, De Niro protagonizó la cinta Sam’s Song, dirigida por Jordan Leondopoulos, que por falta de presupuesto solo llegaría a editarse en DVD hasta el 2007. Sin embargo, en una estrategia digna del cine de explotación, en 1979, Leondopoulos la reeditó para convertirla en The Swap. En ambas versiones, De Niro interpreta a un editor de cine, solo que en Sam’s Song, es un documentalista que realiza un trabajo sobre Nixon y en The Swap, trabaja en una película porno. Basta con decir que De Niro odia a The Swap y no la considera parte de su filmografía. 

Pero el cine de explotación hace parte del sistema nervioso de De Niro, ya que hizo parte de la escuela de Roger Corman, el legendario director y productor de cintas de explotación, quien fue el mentor de Francis Ford Coppola, John Bodganovich, Jack Nicholson, Ron Howard, Joe Dante, John Sayles, James Cameron, Dennis Hopper y Martin Scorsese. Corman dirigiría al actor en Bloody Mama (1970), una cinta basada en la vida de la mafiosa Ma Baker (Shelley Winters) y que muestra, como sucedió con la trilogía de cintas de De Palma, las señales de ese espíritu rebelde, retorcido, volátil y violento que ha caracterizado al actor. Corman ha confesado que este es uno de los trabajos con el que más se siente orgulloso.

En 1971, De Niro vuelve a desempeñar papeles menores, esta vez en el drama Droga, locura y muerte de Noel Black, donde interpreta a un taxista por primera vez; en la comedia Nacido para ganar, de Ivan Passer, encarna a un policía corrupto que intimida a un peluquero heroinómano (George Segal); y en Casi, casi una mafia, de James Goldstone, una comedia basada en la vida del mafioso Joe Gallo, el actor asume el papel de Mario Trantino, un encantador ladrón, estafador y ciclista. Un año después De Niro regresaría al teatro, participando en dos montajes del American Place Theatre junto a Charles Maryan.

El dúo dinámico

Aunque muchos críticos elogiaron su papel de Bruce, el beisbolista que padece la enfermedad de Hodgkin, en Muerte de un jugador (1973) de John D. Hancock, lo cierto es que De Niro comenzó a ser verdaderamente reconocido como un gran actor por su papel de Johnny Boy, ese joven irresponsable, impulsivo y furioso -como si se tratara de un perro pitbull con hidrofobia- que acompañaba al Charlie de Harvey Keitel en la obra maestra de Martin Scorsese, Malas calles (1973). Esta cinta iba a ser producida por Roger Corman, pero este quería que fuera una película de Blaxploitation. Ante la negación de este (Scorsese se sentía más cómodo hablando de criminales italoestadounidenses que afroestadounidenses), Warner Bros., uno de los estudios que convirtió al Blaxploitation en mainstreamcon SuperFly, asumió la realización de la cinta y el resultado fue un éxito ante la crítica y la taquilla. 

DESPERTARES. © AWAKENINGS / LASKER/PARKES PRODUCTIONS

La reverencia que los críticos asumieron ante la interpretación de De Niro (Pauline Kael no se quedó corta en elogios), convenció a Francis Ford Coppola para usarlo como la versión joven de Vito Corleone, el personaje que inmortalizó Marlon Brando en El padrino, para la segunda parte de la saga. Esta fue una sabia decisión. Aunque De Niro casi no habla inglés en El padrino II (1974), y su participación en la cinta fue relativamente corta, su poderosa actuación -conformada de una compleja y equilibrada combinación de gestos, miradas y patrones vocales- lo equipara al Don Vito orgulloso y reservado de Brando, y le permitió obtener el premio de la Academia al Mejor actor de reparto. Antes de que Heath Ledger y Joaquin Phoenix lo hicieran con el Guasón, Brando y De Niro serían los primeros actores en la historia del cine en obtener cada uno un premio Óscar interpretando al mismo personaje en dos películas diferentes.       

Mucho se ha dicho y escrito sobre la colaboración entre Martin Scorsese y Robert De Niro (dos artistas que vivieron su infancia en Greenvich Village y Little Italy); al respecto dijo De Niro: “Es verdaderamente importante para el actor, o cualquier persona creativa, poder expresarse, sentirse cómodo, con la libertad de saber que van a aprovechar tus ideas. Hay que tratar con mucha gente y respetar lo que hacen. Nada vale más que el hecho de que acepten una idea tuya y se lleve a cabo. Te da muchísima confianza”. En su ya mencionado libro, Tarantino dedica todo un capítulo para comentar Taxi Driver (1976), una especie deremakelibre de Centauros del desierto, el mejor wésternnorteamericano de todos los tiempos, dirigido por John Ford y protagonizado por John Wayne, que tanto Scorsese como el guionista Paul Schrader idolatran.

Asimismo, en el libro Scorsese por Scorsese, el director confesó haberse basado en el personaje de Ethan Edwards de la cinta de Ford, para crear junto a Schrader y DeNiro al taxista Travis Bickle. Ambos personajes acaban de combatir en una guerra en la que creían, y que han perdido, y se dejan arrastrar por la misión de rescatar a una chica. Ambos están llenos de odio y están convencidos de que su misión violenta va a llevar a que el mundo sea mejor. De Niro encarna las terribles características de su personaje sin perder un ápice de su humanidad. Es por eso que Bickle es un sujeto que nos duele en el alma. Su frase “¿Estás hablando conmigo?”, frente al espejo, tan parafraseada y parodiada, pero, al mismo tiempo, tan cercana al psicoanálisis de Jacques Lacan, es inolvidable porque termina siendo un reflejo de las frustraciones, complejos y odios que todos nosotros llevamos a cuestas.  “Al actuar, siempre trato de volver a lo que realmente sería la situación real, el comportamiento humano real en la vida”, dijo De Niro al respecto.   

Un retrato igualmente impresionante fue logrado en El francotirador (1978) de Michael Cimino, como Michael Vronsky, el enigmático y estoico trabajador de una acería convertido en boina verde. El actor, formando una potente tríada junto a Meryl Streep y Christopher Walken, fue en gran parte responsable de que la cinta obtuviera un merecido premio Óscar a la Mejor película. Tampoco se pueden olvidar sus memorables interpretaciones como el aristócrata Alfredo en el clásico de Bernardo Bertolucci 1900 (1976) junto a Gerard Depardieu; como Monroe Stahr, el productor cinematográfico en la infravalorada El último magnate (1976), ese conmovedor homenaje a la Era Dorada de Hollywood de Elia Kazan (su canto de cisne) y en el que nada menos que Harold Pinter trabajó como guionista. Además, está su trabajo como el saxofonista Jimmy Doyle, enamorado de la cantante Francine (Liza Minnelli), en ese bello y melancólico tributo que Scorsese hizo a los musicales en New York, New York (1977), que fue terriblemente menospreciado en su época y que, como los mejores vinos, ha sabido envejecer muy bien.

Pero, digan lo que digan, la que puede considerarse como la mejor actuación en la historia del cine, la lleva a cabo De Niro en Toro salvaje de 1980. Dos años antes, Scorsese se enfrentaba al estruendoso fracaso de New York, New York y a una sobredosis de cocaína que casi acaba con su vida. El actor visitó a su amigo al hospital, y le propuso hacer esta película sobre el boxeador Jake La Motta como una oportunidad para redimirse, y para que ambos dejaran de lado sus respectivas adicciones. Scorsese odiaba las películas de deportes, y ya había rechazado la propuesta de De Niro en numerosas ocasiones. Sin embargo, el director, inmerso en una gran depresión, creía que su carrera había terminado y aceptó hacer la que supuestamente sería su “película final”. El mismo Scorsese considera que De Niro le salvó la vida haciéndolo regresar a su trabajo. 


Estrella de cintas legendarias como El padrino II, Taxi Driver, Toro salvaje, Buenos muchachos, Cabo de miedo y Casino, De Niro pasará a la historia como uno de los más grandes actores de la historia.


Sobre su forma de acercarse al boxeador, De Niro dijo: “Es importante no señalar. La gente no trata de mostrar sus sentimientos, trata de ocultarlos”. Para interpretar a La Motta en la que probablemente sea la mejor película de Scorsese hasta la fecha, De Niro perdió 19 kilos y luego engordó 27 en menos de 6 meses. Sumado al impresionante cambio físico, la salud mental del actor también sufrió un fuerte desequilibrio, ya que su personaje hace quedar al pitbull de Malas calles como un perro chihuahua. Cuenta la leyenda que el verdadero La Motta vio la película y estalló en lágrimas al ver la terrible persona que fue para su hermano (interpretado por Joe Pesci) y su esposa (encarnada por Cathy Moriarty). Cuando el boxeador le preguntó a Vicki La Motta sobre si él era así en la vida real, la mujer le respondió, “Eras peor”.

En cuanto a la interpretación de De Niro, Elia Kazan dijo: “Bobby es una persona extremadamente meticulosa y precisa, pero también es un actor muy creativo y recursivo. Él cuida a su personaje tanto en su aspecto exterior como interior… Todo lo que hace está colmado de emoción, pero, también, todo lo que hace también está perfectamente calculado”.

Eros y Tánatos

Sobre su profesión, De Niro ha dicho que, “una de las cosas de la actuación es que te permite vivir la vida de otras personas sin tener que pagar el precio”. Las mejores interpretaciones de De Niro lo muestran como un hombre al borde de la locura, luchando contra sus demonios y, usualmente, sucumbiendo ante ellos, como en los casos del trastornado comediante Rupert Pupkin de la dolorosa El rey de la comedia (1982) de Scorsese; Noodles, el mafioso reflexivo del clásico Érase una vez en América (1984) del gran Sergio Leone, o el inolvidable e iracundo Al Capone de Los intocables (1987) de De Palma.

Algo muy parecido ocurre con el traumado e impulsivo veterano de Vietnam Meg de Jacknife (1989) de David Hugh Jones, o con el brutal padrastro Dwight de Historia de un muchacho (1993) de Michael Caton-Jones, donde De Niro trabajó junto a un joven Leonardo Di Caprio. También podemos incluir en la lista al frío ladrón Neil McCauley de Heat (1995) de Michael Mann, a los sociópatas criminales James Conway y Ace Rohstein de Buenos muchachos (1990) y Casino (1995) respectivamente (dirigidas por Scorsese); y finalmente a los literalmente demoníacos Louis Cyphre de Corazón satánico (1987) de Alan Parker; y Max Cady del excelente remake de Cabo de miedo (1991), dirigido por Scorsese y producido por Spielberg.

Sin embargo, muchos olvidan que De Niro también ha brillado al abordar personajes más nobles y menos oscuros, como el apasionado Frank en Enamorándose (1985), o el rebelde Harry Tuttle de Brazil (1985), la obra maestra de Terry Gilliam. También aborda tres facetas al meterse en el cuerpo del jesuita militante de La misión (1986) de Roland Joffé, o al encarnar a un cazarrecompensas la magnífica cinta de acción Fuga a la medianoche (1989) de Martin Brest. Asimismo, le vimos siendo un analfabeto en Stanley e Iris (1990) de Martin Ritt junto a Jane Fonda; fue el paciente comatoso de Despertares (1990), de Penny Marshall junto a Robin Williams; y nos trajo a un agente pasivo agresivo para la obra maestra de la comedia política Cortina de humo (1997) de Barry Levinson, junto a Dustin Hoffman.

CICATRICES DE GUERRA. © JACKNIFE / KINGS ROAD ENTERTAINMENT

Otro trabajo que vale la pena resaltar fue el que hizo como Paul Vitti, el mafioso neurótico de las cintas Analízame (1999) y Analízate (2002) de Harold Ramis; y algo similar ocurrió con Jack Byrnes, el padre severo de la trilogía de cintas sobre los Focker.  En varias ocasiones, De Niro aconseja a sus compañeros actores con esta frase: “No tengas miedo de hacer lo que te diga tu instinto… Descubriste un talento, desarrollaste una ambición y reconociste tu pasión. Cuando sientes eso, no puedes luchar contra eso, simplemente sigues adelante”.

Un actor comprometido

De Niro alguna vez dijo que, “la única pregunta que deberíamos hacernos en nuestra vida es, ¿Cuánto vale la vida de un hombre?”. El aclamado actor ha sido conocido por su activismo y compromiso político en diversos temas. A lo largo de su carrera, ha utilizado su plataforma como figura pública para abogar por causas en las que cree profundamente. Sus áreas de interés y compromiso político incluyen el medio ambiente, ya que junto con su amigo y colega Leonardo Di Caprio, ha participado activamente en campañas y eventos para abordar problemas relacionados con el cambio climático, la conservación de la naturaleza y la sostenibilidad.

A su vez, De Niro ha apoyado públicamente la igualdad de derechos para todas las personas, independientemente de su raza, género, orientación sexual o religión. Se ha expresado en contra de la discriminación y ha abogado por la justicia social. También es una persona que no teme decir lo que piensa y se ha expresado abiertamente en su apoyo a ciertos candidatos, y ha participado en campañas para alentar a la gente a votar y hacer oír su voz en el proceso político. Asimismo, ha sido un firme defensor del movimiento #MeToo y ha hablado en contra del acoso sexual y el abuso del poder en la industria del entretenimiento y en otros ámbitos de la sociedad. Además, ha manifestado su preocupación por problemas globales, como los conflictos armados, la pobreza y la inmigración.


Sobre su profesión, De Niro ha dicho que, “una de las cosas de la actuación es que te permite vivir la vida de otras personas sin tener que pagar el precio”. Sus mejores interpretaciones lo muestran como un hombre al borde de la locura, luchando contra sus demonios y, usualmente, sucumbiendo ante ellos.


Este activismo social y político tuvo su precio. En octubre del 2018, atentaron contra su vida al encontrarse un explosivo en Tribeca Grill, donde se encuentra su compañía de producción en Manhattan. De acuerdo con el FBI, dispositivos similares fueron enviados a las residencias de Barack Obama, Hillary Clinton, Joe Biden, Eric Holder, y el director de la CIA John Brennan.

¿El actor se ha vendido?

De Niro dijo que “el dinero te hace la vida más fácil. Si tienes la fortuna de tenerlo, eres un tipo con suerte”. Y a menudo se le ha criticado por haber sucumbido en los años 90 al “dinero fácil” traducido en roles mediocres, con títulos que han quedado en el olvido, como los remakes de No somos ángeles (1989) y La noche y la ciudad (1992); la fallida comedia sobre mafia Perro bravo y gloria (1993) y la desacertada adaptación de Frankenstein (1993). Pero sus detractores se olvidan de que esta década fue la misma de Culpable por sospecha (1991), El fan (1996), Sleepers (1996), Cop Land (1997), Jackie Brown (1997), Grandes esperanzas (1998), y Ronin (1998); todas estupendas. 

En esta década, De Niro debutó como director con la maravillosa Una historia del Bronx (1993), rol que repetiría en la sólida El buen pastor (2006) y, de igual manera, afianzó su reputación como productor e impulsor del cine independiente con su Tribeca Film Center, que dio a luz a un prestigioso festival, cuyo apoyo ha ido más allá de las fronteras norteamericanas. Sobre su filmografía, De Niro ha confesado: “No me gusta ver mis propias películas, me quedo dormido…”.

Es cierto que el nuevo milenio trajo muchos más títulos mediocres para la filmografía del actor, como las terribles Las aventuras de Rocky y Bullwinkle (2000), Showtime (2002), El enviado del mal (2002), Mente siniestra (2005), Frente a frente (2008), Último viaje a Las Vegas (2013), Ajuste de cuentas (2013), Mi abuelo es un peligro (2016) y En guerra con mi abuelo (2020), que inevitablemente dañaron su reputación como “el mejor actor de todos los tiempos” para las nuevas generaciones. Sin embargo, también hay que recordar que el siglo XXI ha sido testigo de Los juegos del destino (2012), Pasante de moda (2015), Joker (2019), El irlandés (2019) y Ámsterdam (2022), que nos recordaron por qué a este actor del método se le respeta.

TAXI DRIVER. COLUMBIA PICTURES

Al parecer, Leonardo Di Caprio hizo caso omiso al respeto que se merece De Niro, y lo imitaba para esparcimiento del equipo técnico en el set de Historia de un muchacho. Sin embargo, De Niro reconoció de inmediato el inmenso talento del joven, y llamó a Scorsese para recomendarle que le prestara atención. De acuerdo con Scorsese, De Niro en muy pocas ocasiones elogia a un colega, y menos como lo hizo con Di Caprio. El resultado fue una impresionante colaboración entre Di Caprio y Scorsese, casi equiparable a la dupla con De Niro, que dio como resultado a las magníficas El aviador (2004), Los infiltrados (2006), La isla siniestra (2010) y El lobo de Wall Street (2013).  Sobre su descubrimiento, De Niro dijo alguna vez: “Me encanta encontrar gente nueva. No es por el hecho de que sean nuevos; es porque si encuentras a alguien que encaja perfectamente en una parte, eso es algo grandioso”.

Ahora, los dos actores se vuelven a reunir en el escenario 30 años después de Historia de un muchacho (los dos estuvieron juntos por segunda vez en la cinta La habitación de Marvin en 1996 junto a Meryl Streep). La reunión es convocada por Martin Scorsese, por supuesto, y el resultado es la épica Los asesinos de la luna de las flores, considerada por quienes la han visto como todo un clásico instantáneo. El actor tiene un lema que guía su vida: “Tendrás tiempo para descansar cuando estés muerto”. Hace poco, acercándose al octavo piso, fue padre por séptima vez, en un suceso sorprendente que figuró en todos los portales de chismes hollywoodenses. Al parecer, De Niro, llegando a sus 80 años en este mes de agosto, todavía tiene algunos cartuchos por disparar.

***

Sus diez mejores películas

10. 1900
1976
Dir. Bernardo Bertolucci

9. Heat
1995
Dir. Michael Mann

8. Cabo de miedo
1991
Dir. Martin Scorsese

7. Érase una vez en América
1984
Dir. Sergio Leone

6. Malas calles
1973
Dir. Martin Scorsese

5. El francotirador
1978
Dir. Michael Cimino

4. Buenos muchachos
1990
Dir. Martin Scorsese

3. El padrino II
1974
Dir. Francis Ford Coppola

2. Taxi Driver
1976
Dir. Martin Scorsese

1. Toro salvaje
1980
Dir. Martin Scorsese

NO TAN BUENOS MUCHACHOS: Algunos de sus papeles inolvidables lo han envuelto en historias de mafia y delincuencia. En Goodfellas conformó una trinidad de lujo junto a Ray Liotta y Joe Pesci, bajo la magistral dirección de Martin Scorsese. WARNER BROS PICTURES

Y las que podríamos considerar sus diez peores cintas

10. El enviado del mal
2004
Dir. Nick Hamm

9. Último viaje a Las Vegas
2013
Dir. John Turtletaub

8. Mente siniestra
2005
Dir. John Polson

7. Año nuevo
2011
Dir. Garry Marshall

6. Ajuste de cuentas
2013
Dir. Peter Segal

5. Frente a frente
2008
Dir. Jon Avnet

4. Mi abuelo es un peligro
2016
Dir. Dan Mazer

3. The Swap
1979
Dir. Jordan Leondopoulos

2. En guerra con mi abuelo
2020
Dir. Tim Hill

1. Las aventuras de Rocky y Bullwinkle
2000
Dir. Des McAnuff

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